Alma Guillermoprieto: “Mientras pueda andar por el mundo me seguiré asomando a lo que pasa”

La periodista y escritora mexicana, premio Princesa de Asturias, está descontenta con el momento que experimenta el oficio, pero mantiene intactas sus ganas de narrar

La periodista Alma Guillermoprieto en 2017, cuando recogió el Premio Ortega y Gasset a la Trayectoria profesional.Samuel Sánchez

Tiene 72 años y es periodista desde que, en Nicaragua, cuando la revolución, decidió que tenía que contar lo que veía. Era 1976. Ella, mexicana de nacimiento, latinoamericana de vocación, iba para bailarina y algo tiene de ese ritmo exigente su forma de ejercer el oficio. Es de las mejores periodistas del mundo, por ello ha recibido premios incontables, como el Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades y el O...

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Tiene 72 años y es periodista desde que, en Nicaragua, cuando la revolución, decidió que tenía que contar lo que veía. Era 1976. Ella, mexicana de nacimiento, latinoamericana de vocación, iba para bailarina y algo tiene de ese ritmo exigente su forma de ejercer el oficio. Es de las mejores periodistas del mundo, por ello ha recibido premios incontables, como el Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades y el Ortega y Gasset a su trayectoria profesional. Esa forma de hacer, clara, informada, exigente, tiene reflejo en algunos libros memorables como Al pie de un volcán te escribo o La Habana en un espejo, y en el reciente reportaje sobre los sueños rotos de Colombia que acaba de aparecer en The New York Review of Books. No está contenta con el momento del oficio ni de algunos de sus propios sueños, los de Cuba o Nicaragua, por ejemplo. Hablamos por videoconferencia, ella desde México, donde pasa una temporada.

Pregunta. ¿Cómo cree que se ha cubierto la pandemia en el mundo?

Respuesta. Creo que aquí [México] y en Colombia han faltado recursos, porque obviamente ahora los recursos no sobran para cosas inútiles como el periodismo. Han faltado recursos para hacer un cubrimiento, por un lado, científico, local, y no reproducir notas de agencia, y por otra, desde el lado humano.

P. Su región ha sido su territorio de periodista. Usted se estrenó con la ilusión de Nicaragua, y mírela ahora.

R. La tristeza que da ver a Nicaragua regresar al punto cero, y en condiciones quizá más difíciles para deshacerse de la dictadura… Tuvimos la sensación de gran avance y ahora tenemos la sensación no solo de gran retroceso sino de empeoramiento. La situación en México, a causa del narco, es más violenta que nunca, más horrorosa que nunca. Y en Colombia la lucha contra la violencia se ve imposibilitada por la extrema fragmentación de los de los grupos que se disputan el territorio… La violencia enorme no llega ahí a los excesos grotescos de México. Y todas las vías de la democracia liberal parecen tapadas desde Perú y Brasil hasta, por qué no decirlo, México. ¿Venezuela? No voy hace años, porque tengo la sensación de que da vueltas sobre sí misma.

P. ¿Hay alguna maldición sobre esa región que convierta la ilusión en desgracia?

R. Tal cual. Hay factores elementales que han impedido el avance. Una es que ningún Gobierno ha tenido una política revolucionaria hacia la educación. Han fallado los esquemas de educación hasta en Estados Unidos. La educación universitaria pone énfasis en las licenciaturas de modo que, como decía Ricardo III, dan ganas de deshacerse de tantos abogados, que en último caso solo han servido para institucionalizar la corrupción y la violencia… La falta de educación que padecemos nos ha hecho vulnerables a mercachifles asentados en el poder. El exceso de corrupción en el sistema educativo ha hecho un daño profundo a la democracia.

“Me preocupa muchísimo la situación de los periodistas en Nicaragua, perseguidos a la manera venezolana”

P. De vuelta a Nicaragua… El presidente que salió de aquella ilusión es ahora un dictador y Sergio Ramírez, vicepresidente entonces, está perseguido por aquel. ¿Cómo siente este periodo?

R. Cada vez con más preocupación y más dolor. Me preocupa muchísimo la situación de los periodistas en Nicaragua, perseguidos de manera estúpida, a la manera venezolana. No sé si decir esperanzas, pero lo único que me da esperanzas es que veo al dúo Ortega-Murillo muerto de pánico, porque es pánico exclusivamente lo que explica esas medidas persecutorias que se les van a revertir… Encarcelar a todos los candidatos con cargos absolutamente inventados es muestra de un profundo miedo. ¿A qué le tienen tanto miedo? Piensan que están amenazados en sus puestos porque saben que son incapaces.

P. Ha pasado Trump, otra amenaza continental. ¿Qué consecuencias tuvo, y no solo para el periodismo?

R. Trump no se ha ido. Puede que no vuelva a ser candidato, pero el fenómeno que produjo a Trump no se ha ido y puede incluso que no esté muy debilitado. Ese fenómeno posibilitado por la ignorancia, por un sistema educativo fallido, una economía profundamente desigual, eso sigue ahí, y esa masa electoral sigue buscando un proceso. Y eso seguirá teniendo consecuencias en nuestros países, en los países hispanoparlantes. Por lo demás, Trump, el algún momento, tiene que haber estudiado a Hugo Chávez. Chávez fue el gran precursor de todo esto. Este estaba muy consciente de Trump, lo imitaba, despedía a los ministros con “estás despedido”, como si fuera estuviera en el programa El aprendiz. Chávez fue un modelo para Trump, y este ha posibilitado, a su vez, a toda esta serie de payasos. El expresidente norteamericano tenía, conscientemente, mucho de payaso, sabía que eso le funcionaba bien.

“El periodismo está bajo el asedio de las ‘fake news”

P. Hace 11 años nos decía que el oficio que practica iba a decir adiós de veras a Gutenberg… ¿Cómo ve hoy este trabajo?

R. El periodismo impreso está visto que no sobrevive más. Todos los medios han hecho su reconversión a internet. Y periodismo digital, o impreso, o del tipo que sea, está bajo el asedio de las fake news, que hasta el momento han tenido más éxitos, han instalado a más gobernantes, que el periodismo serio. Así que creo que tenía razón, adiós a Gutenberg. Sea una situación permanente o no lo sea, es imposible predecir el futuro.

P. ¿Qué consecuencias tendrá que también se diluya el espíritu del oficio que abrazó?

R. Veo que los jóvenes, ¡o les jóvenes, déjeme hablar con cierta modernidad en el lenguaje inclusivo!, entran al oficio con el mismo entusiasmo encendido e incendiario que siempre, lo que pasa es que económicamente no les da el periodismo, la reportería. No hay ni siquiera en los medios el presupuesto para hacer grandes reportajes, algo general en América Latina. Por otro lado, una persona joven que quiera casarse y tener familia y una casita propia se ha de ir del oficio porque no les da para sobrevivir. Eso es una tragedia.

“Como cronista de largo aliento siento que ni siquiera me estoy peleando con los medios audiovisuales. No, creo que ya perdí”

P. ¿Qué preguntas se hace ahora sobre este oficio que antes no se hiciera?

R. Hablo de mí. Parece ciencia ficción, pero me he cuestionado cuánto tiempo va a sobrevivir la palabra escrita como tal…, e incluso cuánto tiempo, si es que sobrevivimos en el planeta, va a durar esta forma de comunicarnos entre les seres humanes. No sé: vienen implantes cerebrales, una serie de cambios tan profundos en la manera de reproducirse los especímenes humanos, y unos cambios tan radicales en las maneras de comunicarnos, que por lo pronto me parece que la palabra escrita está solamente despreciada. Pero lo vemos en todos los medios, incluyendo en EL PAÍS y en el New York Times, que fue vanguardia en esto, la producción de videos para transmitir información es cada vez mayor, y su calidad también lo es. Como cronista de largo aliento siento que ni siquiera me estoy peleando con los medios audiovisuales. No, creo que ya perdí.

P. ¿Ya claudicó?

R. No he claudicado. Acabo de sacar una nota sobre Colombia, no he claudicado. Pero siento que cada vez mi público es más pequeño. Nunca fue grande, y ahora es mucho más pequeño.

“La juventud colombiana, que es la que a mi me interesa ahora, pasa de ciclos de enorme alegría a gran decepción”

P. ¿Qué marca para usted a las personas de hoy?

R. La juventud colombiana, que es la que a mí me interesa ahora, pasa de ciclos de enorme alegría a gran decepción y eso condiciona su forma de ser. La alegría de los acuerdos de paz, la inmensa desilusión de ver cómo el Gobierno actual desbarata la protesta contra este Gobierno justamente, la evidencia de ver que ese movimiento va siendo tomado por los más violentos, y cómo la prensa va fijándose cada vez más en esos protagonistas violentos... Ilusión, desilusión, ilusión, desilusión.

P. Antes, en el recuento de la realidad latinoamericana, no incluimos Cuba, tan excepcional para usted…

R. Esto que voy a decir suena mal y suena feo, pero es la verdad: a partir de la llegada de Obama y la muerte de Fidel, Cuba se volvió un país diferente para mí, sentí que había perdido la Cuba que había habitado. Así que no me mantengo muy al tanto, no entiendo muy bien lo que está pasando, no entiendo lo que está haciendo el régimen, y por eso no he mencionado Cuba, porque tampoco la comprendo.

P. ¿No deja que este oficio en extinción desaparezca de su alma?

R. Soy un dinosaurio sin duda alguna, pero mientras pueda andar por el mundo, mientras no esté impedida físicamente de hacerlo, me seguiré asomando a lo que pasa, estaré llena de curiosidad por el mundo, aunque no tan frecuentemente. Pero mientras pueda seguir observando el mundo y tenga ganas de contarles ese cuento a mis amigos, lo seguiré haciendo. Qué otra cosa voy a hacer si no.

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