Isabelle Huppert: “Estoy más insegura de lo que rechazo que de lo que acepto”

La actriz francesa estrena en el festival BCN ‘Mamá María’, mientras encara dos obras de teatro para el verano y reflexiona sobre Caravaggio y su resonancia en la actualidad

Isabelle Huppert posa en el hotel Majestic durante el festival BCN en Barcelona. En el vídeo, tráiler de la película.Foto: GETTY IMAGES | Vídeo: Miquel Benítez

Reclinada en el sofá, con impecable traje gris y polo salmón, Isabelle Huppert (París, 68 años) recibe al periodista con una monumental vista de Barcelona a espaldas del interlocutor. La actriz, que parece que firmó hace años un pacto con el diablo en materia de envejecimiento, está de visita en el BCN Film Fest, el festival de cine de Barcelona Sant Jordi, donde presenta la comedia ...

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Reclinada en el sofá, con impecable traje gris y polo salmón, Isabelle Huppert (París, 68 años) recibe al periodista con una monumental vista de Barcelona a espaldas del interlocutor. La actriz, que parece que firmó hace años un pacto con el diablo en materia de envejecimiento, está de visita en el BCN Film Fest, el festival de cine de Barcelona Sant Jordi, donde presenta la comedia Mamá María, que se estrena en salas comerciales en España el próximo viernes. La pandemia no ha bajado su ritmo laboral, excepto, obviamente, durante el confinamiento. “Hace unas semanas oí a un filósofo africano en la radio y decía que cada día pensamos más en nuestro final. Yo la verdad, al inicio no me sentí atañida. Hasta que pensé que a todos nos llega. En mi caso, soy una privilegiada, había trabajado mucho antes de la pandemia, incluso para plataformas, pero he vivido como todos este proceso. Siento que el mundo está todavía asombrado ante lo que nos ha pasado”, reflexiona.

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En Mamá María, Huppert encarna a una intérprete de la policía que traduce las escuchas a narcotraficantes del árabe al francés. “Es una mujer completamente invisible, que vive disfrazada para cumplir las expectativas de quienes le rodean”, cuenta la actriz. Hasta que en una conversación descubre que un enorme cargamento de estupefacientes ha quedado abandonado y se hace con él. Sus penurias económicas se han acabado. Para poder venderlo, creará un personaje, Mamá María, que encabezará pronto una nueva red de venta de drogas gracias a su dominio del árabe y su sapiencia para regatear las escuchas judiciales: se comunica con sus camellos en charlas en videojuegos en línea.

“Es el viaje de una mujer y eso me interesó mucho del guion. Insistí en mis reuniones con el director en que no nos alejáramos de esa narración. Me gusta mucho el final poco definido, en el que sabemos que decidirá sus próximos destinos con absoluta libertad. La base de cada personaje tiene que ser firme; si no, el trabajo deja de interesarme, porque te conviertes en una marioneta. No me ha pasado mucho, he elegido bien, con precaución, y nunca me he encontrado con un mal director”. Primer consejo para jóvenes actores. Y otro de regalo: “Antes de cada rodaje hablo mucho con el departamento de vestuario, porque es fundamental en la construcción de cada personaje. No conozco intérprete que no lo haga”.

La actriz asegura que no existe un método Huppert de trabajo. “Cada guion requiere un proceso. Escojo por instinto. Cuidado, es una decisión casi existencial. Y a veces esa elección es fácil y otras no. ¿Que si digo muchas veces que no? Tampoco tantas, y reconozco que cuando he rechazado un guion que después ha devenido en gran película, le he dado muchas vueltas. Sí, me asalta el arrepentimiento. A menudo estoy más insegura de lo que rechazo que de lo que acepto”. Y, metida en el día a día de un rodaje, encara una misión: “Como actriz defiendo el guion, una historia. Voy más allá de mi personaje. Punto. En realidad, defiendo hacer buenas películas. De cada proyecto te llevas algo, porque el cine son microaprendizajes”.

Isabelle Huppert, como capo de las drogas en 'Mamá María'.

La intención de Huppert es volver, si la pandemia lo permite, al teatro este verano. “No creo que haya diferencias entre el trabajo en teatro y en el cine porque soy la misma persona y la misma actriz, aunque el espacio físico sea distinto; no creo en una sacrosanta visión de escenario”, inicia su explicación. “Estoy ahora de nuevo ensayando El zoo de cristal, de Tennessee Williams, con la que había empezado antes del primer confinamiento en Francia, con la esperanza de que se pueda estrenar a mediados de mayo. Y, al mismo tiempo, reiniciaré otro ensayo que encaré hace tiempo, el de El jardín de los cerezos, de Chéjov, dirigido por Tiago Rodrigues, responsable del Teatro Nacional D. Maria II de Lisboa, que será uno de los grandes espectáculos en julio del festival de Aviñón. Estaré ocupada”. Siempre lo ha estado, ¿no se ha planteado bajar su ritmo? “La gente trabaja, yo trabajo. Y entre medias, hago lo que, supongo, hace todo el mundo”.

Alérgica a dirigir

Con todo, hay una parte de su trabajo que no le atrae: la dirección. “Me siento muy satisfecha”, y lo subraya con un gesto categórico, “con mi situación como actriz. He creado mis propios mundos y he tenido mucha fortuna en encontrar proyectos estupendos. Si algún día dirijo lo haré probablemente más como curiosidad que porque tenga algo especial que contar. En realidad, nunca lo haré. Lo mismo me dicen acerca de escribir un libro. ¿Para qué? Ya hay gente que lo hace mejor”.

Entre sus futuros estrenos está L’ombra di Caravaggio, en la que encarna a Costanza Sforza Colonna, marquesa de Caravaggio, protectora de un joven pintor, Michelangelo Merisi, hijo del administrador de la casa de la noble. De ella tomaría el sobrenombre con el que se hizo famoso... y que estos días se repite en las páginas de los periódicos españoles. “Sí, he leído lo de la aparición de un supuesto caravaggio en la prensa de mi país”, sonríe. “Disfruté del rodaje de la película, todavía no la he visto. Es un artista fascinante, que elevó la pintura a otro nivel. Y tuvo una vida... Puede que fuera un criminal, obviamente, pero poseía una vertiente política muy interesante, en la que descubres resonancias con la actualidad. En la época, fue un revolucionario, casi como una estrella actual de rock, un punk”.

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