Gal Costa: “Brasil necesita elegancia y pureza”
La cantante vuelve con duetos a las canciones que grabó entre 1967 y 1981, cuando su país vivía en dictadura. Un repertorio que todavía tiene mucho que decir al Brasil de hoy: “Hay mucho veneno, mucha maldad”
Gal Costa (Salvador, 75 años) ha estado atenta al programa de telerrealidad Gran Hermano Brasil en los últimos días. El martes pasado, un día de eliminación en el que algunos participantes son echados de la casa que comparten, la posible salida de dos participantes, Gil y Juliette (que fue especialmente criticada por sus adversarios), la tuvo expectante. Al final, los dos protagonistas se salvaron y permanecieron en el programa gracias al público que, como la cantante de Bahía, les apoyaba.
“Defie...
Gal Costa (Salvador, 75 años) ha estado atenta al programa de telerrealidad Gran Hermano Brasil en los últimos días. El martes pasado, un día de eliminación en el que algunos participantes son echados de la casa que comparten, la posible salida de dos participantes, Gil y Juliette (que fue especialmente criticada por sus adversarios), la tuvo expectante. Al final, los dos protagonistas se salvaron y permanecieron en el programa gracias al público que, como la cantante de Bahía, les apoyaba.
“Defiendo a Juliette, que es del Noreste de Brasil. Sé los prejuicios que tienen con nosotros, con nuestro acento. Siempre se están riendo de como habla”, dice Gal Costa, utilizando su propio acento para reforzar su identidad como hija de esa región de Brasil. La cantante lamenta el ambiente de prejuicio y violencia psicológica que percibe en programas como Gran Hermano. “Es un espejo de los tiempos actuales, en Brasil y en el mundo”, sentencia.
Es de cara a estos tiempos que la cantante lanzó el pasado viernes el álbum Nenhuma dor (Sin dolor, en español), que reúne 10 duetos lanzados como sencillos en los últimos meses, con artistas como Seu Jorge, Criolo, Rodrigo Amarante, Zé Ibarra, Rubel, Silva, Tim Bernardes, Zeca Veloso, el uruguayo Jorge Drexler y el portugués António Zambujo. Todos los temas son nuevas versiones de canciones grabadas por Costa entre 1967 y 1981, un periodo en el que Brasil vivió bajo una dictadura militar. Costa cree que, a pesar de las décadas transcurridas, esas canciones todavía tienen mucho que enseñar al Brasil que se refleja en programas como Gran Hermano.
“Es importante que estas canciones se escuchen, porque parece que la gente no cambia”, dice la cantante. “Siguen siendo los mismos, la militancia, la inconstancia, la falta de una visión más abierta del respeto a los demás, a las diferencias. Todo esto lo evidencian ahora los medios digitales. Hay mucho veneno, mucha maldad. La gente está demasiado tensa, demasiado vigilante, todo el mundo mira y condena a todo el mundo. Brasil necesita elegancia y pureza”.
Elegancia y pureza son, en cierta medida, la propuesta estética de Nenhuma dor. Con economía de elementos, las canciones se reducen a su esencia. La base de todas ellas son los violines y violas de Felipe Pacheco Ventura (responsable también de los arreglos de cuerda) y los chelos de Marcus Ribeiro. El proceso ha estado determinado por la pandemia: cada invitado ha enviado la grabación de su voz y, en muchos casos, uno u otro instrumento. A partir de ahí, Gal Costa grabó su propio canto.
La cantante se sorprendió cuando Marcus Preto, director artístico del álbum, le llamó la atención sobre el hecho de que su forma de cantar había influenciado no solo a las cantantes que vinieron después de ella, sino también a los hombres, como demuestra el reparto exclusivamente masculino de Nenhuma dor.
“Cuando escuché a Tim Bernardes cantando me di cuenta de que hacía algunas inflexiones que son mi forma de cantar, que no estaban originalmente en la composición” explica Costa. “Marcus me dijo que no solo él, sino también muchos cantantes masculinos han estado muy influenciados por mi voz. Tuve gran influencia de un hombre, que es João Gilberto. Ahora estoy grabando con hombres que recibieron mi influencia. Eso es hermoso”, dice.
El tono de homenaje recorre el disco. Las nuevas grabaciones son reverentes a Costa, a pesar de aportar las marcas estilísticas de los invitados y un enfoque contemporáneo. Algunas consiguen resultados más sorprendentes, como el de Seu Jorge para Juventude transviada (por su voz grave, dos octavas por debajo de la cantante, o “en el sótano”, como dice ella misma), la de Bernardes para Baby (por la delicadeza cristalina del arreglo firmado por él, incluidas las cuerdas) o la de Amarante para Avarandado (por su frescura elegantemente pop).
Nenhuma dor está cargado de recuerdos que recorren momentos fundamentales en la trayectoria de la bahiana, como la Tropicália y la fase Gal Tropical — originalmente, el nombre del disco era Gal 75, en referencia al 75º cumpleaños de la cantante que el proyecto celebra.
El inicio de la carrera de Costa es de especial importancia para esta producción. Su álbum debut, Domingo (1967), que compartió con Caetano Veloso, es rescatado en tres canciones: Coração vagabundo (a dúo con Rubel), Avarandado (con Amarante) y Nenhuma dor (con Zeca Veloso, hijo del compositor). Caetano, por cierto, es el autor de siete de las diez canciones del disco. “Domingo fue el principio del principio”, recuerda Costa. “Caetano y yo solíamos levantarnos muy temprano para ir al estudio y yo siempre dormía hasta muy tarde, hoy aún lo hago. Era difícil levantarse para grabar”.
El disco también cuenta con canciones de Luiz Melodia, Tom Jobim y Chico Buarque y Dorival Caymmi (“Só louco”). A la cantante le gusta especialmente su voz en la nueva versión de Só louco, una canción de Caymmi. “Creo que mi actuación como cantante es mejor en esta grabación que en la primera [del álbum Gal canta Caymmi, de 1976]. Las cuerdas me sirvieron de inspiración para unas notas alargadas que hago y que me gustaron mucho”, dice.
Gal Costa espera ansiosamente su regreso a los escenarios y ya ha empezado a hablar con Preto sobre un nuevo espectáculo. pero respetando el tiempo de la pandemia. “Soy una persona hogareña, pero quedarse en casa por obligación es otra cosa. Sigo a la ciencia, quiero protegerme a mí y a los demás, así que me quedo en casa. Pero quiero hacer un espectáculo tan pronto como todo esto termine. Tenemos algunas ideas”, dice.
“Hoy veo todo lo que hice en el pasado, exponiendo el cuerpo, las piernas, metiéndome con todo lo que estaba prohibido en las cabezas de la gente, por el Gobierno. Lo hice con espontaneidad y cierta ingenuidad. Fui espontáneamente libre. Veo elegancia y pureza en estas imágenes mías”. Estas imágenes que Costa, en Nenhuma dor, proyecta suavemente sobre Brasil, y sobre el Gran Hermano Brasil que lo refleja. “Cualquier canción, casi nada/ hará salir el sol/ hará salir el día”, canta en “Avarandado”.