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Las cartas en las que Díaz Pardo y Seoane soñaron una Galicia que pudo ser

El Consello da Cultura Galega celebra el centenario del nacimiento del fundador del grupo Sargadelos publicando el epistolario cruzado en el que los amigos, desde Galicia y Buenos Aires, trazaron grandes proyectos de modernización cultural

Isaac Díaz Pardo, en Santiago, en 2006.
Isaac Díaz Pardo, en Santiago, en 2006.Anxo Iglesias

En sus tiempos y ahora mismo, los proyectos culturales que hizo realidad Isaac Díaz Pardo con su amigo Luís Seoane parecerían utópicos. Eran ideas ambiciosas, originales, bellas, vanguardistas, que iban muy por delante de una Galicia que se conformaba con sobrevivir. Hoy, 22 de agosto, se cumplen 100 años desde el nacimiento en Santiago del artista, empresario y fundador del grupo Sargadelos. Y entre un reguero de homenajes de distintas instituciones, el Consello da Cultura Galega (CCG) publica en su web las 331 cartas que intercambiaron estas dos figuras imprescindibles de la cultura gallega entre 1945 y 1979. A través de esta correspondencia, resume Rosario Álvarez, presidenta del CCG, se “desvela la intrahistoria de enormes proyectos de modernización cultural como el Laboratorio de Formas, Sargadelos o el Museo Carlos Maside”. Pero además se da a conocer la opinión de estos dos galleguistas sobre el traslado del cuerpo de Castelao; los problemas con el Franquismo y la censura y la intensa actividad de los intelectuales en el exilio, en conexión con los que habían quedado en la tierra natal.

Además del epistolario en el que Seoane y Díaz Pardo pergeñaban sus proyectos en común, el CCG pone en marcha un memorial que irá creciendo, con el que aspira a “revisitar y difundir la figura” del segundo. Para el Consello da Cultura, la trayectoria de Díaz Pardo (Santiago, 1920-A Coruña, 2012), apartado en sus últimos años de vida del timón del grupo Sargadelos que había moldeado y dirigido durante décadas, es “fundamental para entender el galleguismo y la evolución del país” en el último siglo. Álvarez destaca “su carácter emprendedor y su inteligencia tenaz para llevar adelante esos proyectos ambiciosos” que para los demás parecían una quimera. Fue también, recuerda, “un hombre de carácter, difícil, que de alguna manera condensa algunos de los trazos menos amables de la cultura gallega contemporánea: superviviente de la Galicia republicana y huérfano de la represión fascista, conocedor directo de la emigración, aunque bien acogido en los ambientes del exilio argentino”. El epistolario permite “reconocer los rasgos de su personalidad y ver los trazos de un artista polifacético y promotor de una cultura gallega arraigada, pero moderna e internacional”.

Es la primera vez que las cartas escritas por Díaz Pardo salen a la luz, porque las de Seoane ya fueron publicadas en 2004 por Ediciós do Castro, la editorial del universo Sargadelos. El epistolario cruzado, sostiene en su prólogo a las cartas el historiador y expresidente del CCG Ramón Villares, “muestra que sus autores eran dos personas que trabajaban de modo conjunto, en Arxentina y Galicia, para crear ese proyecto transformador”.

“Las cartas revelan a un Luís Seoane artista, intimista, reflexivo pero también muy activo y a veces enojado por el devenir de la sociedad gallega”, explica el CCG. Al contrario, “las de Díaz Pardo, el hombre práctico, están más centradas en cuestiones y problemáticas concretas, como por ejemplo las relacionadas con la producción de las factorías cerámicas. Las epístolas están fechadas en diversos lugares. Díaz Pardo vivía entre Galicia y Argentina pendiente de las fábricas de cerámica, y Seoane mantuvo estancias en distintos países detrás de exposiciones y eventos relacionados con su actividad artística. Los dos mantenían un profundo interés por la situación política y social del país y, tal y como describe Villares, “valores compartidos pero ideas no siempre coincidentes”. Durante todos los años en los que se prolonga el intercambio de misivas, se mantuvo “un diálogo entre dos personas geniales que eran capaces de convivir y de discutir francamente, de discrepar y hasta de tener desencuentros, sin llegar a romper”. La constante relación por carta entre los amigos se prolongó hasta el mismo año de la muerte de Seoane.

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