_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Preocupación

A la gente normal, el destino de Puigdemont o las alianzas de Gobierno nos interesa lo mismo que la física cuántica

Carlos Boyero
Un hombre observa cómo están los campos anegados en el municipio de Villa del Río de Córdoba.
Un hombre observa cómo están los campos anegados en el municipio de Villa del Río de Córdoba.Salas (EFE)

Paul Valéry, además de engendrar una lírica maravillosa como El cementerio marino, inventó aforismos incontestables. Como este: “La política es el arte de impedir que la gente se ocupe de lo que les interesa”. Entiendo que los que viven de la política, algunos desde la adolescencia hasta la vejez, estén muy preocupados porque su empresa no quiebre, que hagan creer a la ciudadanía, con la alianza de los medios de comunicación, que lo verdaderamente importante para ella es que se erija un Gobierno (con unos o con otros), o que viva pendiente de esa cuestión tan tediosa y loca del independentismo.

Imagino que lo anterior es fundamental para los que están en el trullo y para cerebros alterados cuyo amor sagrado se concentra en eso tan abstracto y peligroso de las patrias. Pero, digo yo, que para la gente normal (de acuerdo, hay mogollón de anormales y buscavidas) sus preocupaciones básicas son el incierto porvenir, seguir cobrando todos los meses, su bienestar y el de los suyos, el temor a enfermedades devastadoras, que la soledad y el desamparo no les acorralen, que se mantenga el amor con su pareja, disfrutar lo que se pueda, esas cositas tan vulgares y pequeñoburguesas. El destino de Puigdemont o las alianzas de Gobierno le interesan lo mismo que la física cuántica.

Y les alarma el estado del tiempo en un mundo del que han desaparecido estaciones tan poéticas como la primavera y el otoño, con bestias que dirigen el universo, alguna de ellas elegida democráticamente por el sabio pueblo como el indescriptible Trump, negando la crisis ambiental. Que le pregunten a los inundados, a las víctimas de tempestades. Aquí y allá. O sea, a todos los que pueden certificar el desastre.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_