Philippe Lesage: el autosabotaje de la juventud

El cineasta canadiense se instala en 'Génesis' en el mundo sentimental que precede a la llegada de la vida adulta

Madrid -
Imagen promocional del director canadiense Philippe Lesage.Nacho López

Para el cineasta canadiense Philippe Lesage, la juventud es una edad en la que “es muy difícil decir quién es uno mismo”. Los individuos “no procesan todavía lo que les ocurre, hablan de sí mismos y se quedan cortos” y la comunicación que entablan con los demás aún deja bastante que desear. En semejante situación, un buen día todo puede saltar por los aires: uno hace o dice algo inesperado y de golpe su vida experimenta un giro. ¿Hacia dónde? “A un lugar desconocido”, responde el director. Y añade: “Lo más bonito de todo esto es que el sentido que hay detrás no se puede comprender”.

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Para el cineasta canadiense Philippe Lesage, la juventud es una edad en la que “es muy difícil decir quién es uno mismo”. Los individuos “no procesan todavía lo que les ocurre, hablan de sí mismos y se quedan cortos” y la comunicación que entablan con los demás aún deja bastante que desear. En semejante situación, un buen día todo puede saltar por los aires: uno hace o dice algo inesperado y de golpe su vida experimenta un giro. ¿Hacia dónde? “A un lugar desconocido”, responde el director. Y añade: “Lo más bonito de todo esto es que el sentido que hay detrás no se puede comprender”.

Lesage (Saint-Agapit, Quebec, 42 años) acaba de estrenar en España su última película, Génesis, protagonizada por dos jóvenes hermanastros que sufren, cada uno a su manera, los primeros estragos del amor. Charlotte (Noée Abita) cierra una relación y se tiene por una mujer segura, pero sus certezas contrastan con algunas decisiones que comienza a tomar. Y Guillaume (Théodore Pellerin) es un tipo con aires de dandi fascinado por la atención de los demás y dispuesto a pagar el precio que conlleva conseguirla, que no es otro que colocarse en situaciones que le incomodan y en ocasiones llegan a incluso avergonzarle. A cambio, acaba por convertirse en un señuelo para su entorno. 

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El director cree que su protagonista masculino se sitúa en estos contextos para realizar “actos de autosabotaje”. Porque todo aquello que Guillaume pretende, además de erigirse en reclamo para los demás, es convertirse en alguien diferente, “derribarse a sí mismo”, cuenta Lesage. Para el cineasta esta actitud irreverente con uno mismo y con los demás es algo que define la primera juventud. Y termina por transformar a los protagonistas en personas diferentes. “Creo que las decisiones importantes solo son posibles cuando uno se desplaza de su realidad más cómoda e inmediata y se sitúa en una especie de teatro”, asegura el director. Lesage también defiende que es en estas situaciones menos habituales cuando los individuos, como los personajes en el filme, pueden ensayar y probar su propia “verdad”: “El gran desafío en la vida de una persona es la comunicación y, en ocasiones, únicamente de este modo es posible”.

Tráiler de 'Génesis'. de Philippe Lesage.

No es la primera vez que Lesage sitúa uno de sus relatos en periodos que preceden a la vida adulta. En Los demonios (2015), una película sobre su infancia, el director ya abordaba emociones próximas a las que experimentan los protagonistas de Génesis. "Indago en las etapas previas de mi vida porque quiero conocerme mejor, tener una panorámica completa de quien soy", cuenta el cineasta, que, sin embargo, asegura no alcanzar "nunca" una imagen completa de sí mismo. "Construir historias con caracterizaciones de personajes realistas hace que una parte del misterio permanezca siempre en ellos", sostiene.

Al director le parece que su decisión de rehuir para sus historias un cierre muy claro, que asocia a narraciones no realistas, no siempre es saludada por el público. Ese es para Lesage uno de los retos de su apuesta: “Seguir la lógica de la vida más que la de las ficciones lleva a que el espectador no siempre esté de tu parte”.

Génesis tiene una “peculiar” estructura, concede el cineasta. La película se centra en los dos personajes principales, pero poco a poco un tercero, un niño más joven que los protagonistas, adquiere progresiva relevancia. Ello puede dar la idea de que las historias con las que Lesage arranca quedan huérfanas a medida que se acercan el final. Nada más lejos de la realidad, defiende el director: “La idea de concebir un tercer relato es que tuviera fuerza transformativa, que iluminara los dos anteriores bajo una nueva luz; y ahí es el espectador quien decide”.

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