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Columna
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Seres humanos

Escalofríos me dan ante la estrategia y los contenidos de las televisiones hasta ese 28 de abril que solucionará el bienestar de esa gente que altera el sueño de los profesionales de la política

Sandra Sabatés, recogiendo un Premio Ondas.
Sandra Sabatés, recogiendo un Premio Ondas.

Escalofríos me dan ante la estrategia y los contenidos de las televisiones hasta ese 28 de abril que solucionará definitivamente el bienestar de esa gente (todos nosotros, el pueblo, seamos verdes o amarillos) que altera el sueño de los profesionales de la política. Qué brasa, qué agotamiento. Lo del traslado de los huesos de aquel individuo ferozmente mediocre, aunque letal profesional de la infamia, llamado Franco (¿y a quién le importa?, cantaba Alaska refiriéndose a otras cosas más libertarias) les dará para mucho rato. Y con los vídeos de asesinatos, robos, asaltos, violaciones, alunizajes, agresiones y demás asuntos violentos y escabrosos que colocan tanto al personal, tienen el negocio cubierto durante mucho tiempo.

Y en época de creencias tan firmes en los buenos y los malos, los lúcidos y los equivocados, los que quieren salvar a la patria y aquellos que la destruyen, me tomo el derecho de reivindicar las mías. A falta de un amor íntimo e inquebrantable solo creo en El Roto. Es el inmejorable, genial y cotidiano editorial de lo que imagino, pienso y siento, es concretar en una viñeta siempre estremecedora y prodigiosa el estado de las cosas: desde la desesperanza racional pero necesariamente salvaje, desde la compasión, desde una irrenunciable y dolorosa lucidez.

¿Y qué miro y escucho en la tele hasta las elecciones? A un ser humano que me hipnotiza por su presencia, su tono, su sensualidad (y siempre la veo sentada) que se llama Sandra Sabatés. Y estaba (sigo) enamorado de su antecesora, ese ser humano de risa improvisada y luminosa, ojos achinados, voz preciosa, naturalidad repleta de clase, que se llama Beatriz Montañez. Qué envidia me provoca ese extraordinario showman que es Wyoming. Qué embeleso trabajar al lado de esos seres humanos. También me gusta otro ser humano que se llama Susanna Griso. Apago el sonido en sus tertulias, pero ella me recuerda a Teresa Gimpera. Y que no me denuncie el Me Too, solo hablo de seres humanos.

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