El frenético ritmo de Buenaventura

'Somos Calentura' exhíbe el lado más musical y la estética afropunk del convulso puerto colombiano sobre el Pacífico

Imagen de la película colombiana 'Somos Calentura'. / Trailer de la película.

Los peligros acechan en cada esquina de Buenaventura. En el principal puerto marítimo de Colombia abundan las fronteras invisibles, límites que solo músicos, bailarines y cantantes pueden cruzar. 'Somos Calentura' retrata esa ciudad de sabor Pacífico y ritmo frenético donde los jóvenes encuentran en el latin hip-hop y la salsa choke un salvoconducto, una ruta de escape para ese entorno de violencia.

La película del director Jorge Navas ('La sangre y la lluvia') transcurre en ese horizonte de buques, contenedores y enormes grúas, un territorio de polizones y mafias, per...

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Los peligros acechan en cada esquina de Buenaventura. En el principal puerto marítimo de Colombia abundan las fronteras invisibles, límites que solo músicos, bailarines y cantantes pueden cruzar. 'Somos Calentura' retrata esa ciudad de sabor Pacífico y ritmo frenético donde los jóvenes encuentran en el latin hip-hop y la salsa choke un salvoconducto, una ruta de escape para ese entorno de violencia.

La película del director Jorge Navas ('La sangre y la lluvia') transcurre en ese horizonte de buques, contenedores y enormes grúas, un territorio de polizones y mafias, pero también de sobrevivientes que se aferran a un concurso de baile en discotecas bañadas de luz neón como su única tabla de salvación. Una expresión artística que les permita esquivar las balas.

Los “norteños”, como apodaban en Buenaventura a los polizones que se embarcaban a Estados Unidos, mandaban dinero, ropa y música que fueron forjando la identidad de un lugar que comenzó a cocinar todo tipo de fusiones. “Por ahí se comenzaron a regar todos los géneros que se ven en la película”, explica Steven Grisales, productor y coguionista. Entre ellos el exótico, el paso e’ perra o la salsa choke, que salió de los guetos y saltó a la fama cuando los futbolistas de la selección Colombia la abanderaron desde el Mundial de Brasil en 2014. “Estamos convencidos de que lo que está pasando allá en términos culturales puede tomarse el mundo”, asegura Grisales.

Desde tiempos ancestrales el baile y la música se han convertido en un elemento de resistencia para los afrocolombianos. Ese 20 % de la población, según cálculos de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe, ha sufrido con especial rigor el conflicto armado, la pobreza y la desigualdad. El país busca pasar la página después de sellar un histórico acuerdo de paz con los rebeldes de las FARC a finales de 2016, pero en las empobrecidas regiones del Pacífico que sirven como ruta del narcotráfico la violencia sigue activa. Buenaventura enfrenta la presencia e influencia de bandas criminales y grupos armados que se encargan de que persistan las amenazas, los homicidios selectivos y las extorsiones.

El puerto se hizo tristemente célebre por las “casas de pique”, lugares donde torturaban y descuartizaban personas. Esa macabra realidad está de alguna manera presente en la película, donde “te pico” es una de las amenazas recurrentes. Pero 'Somos Calentura' busca retratar el otro lado de la urbe, el de Harvey y sus tres amigos, los campeones locales de baile urbano que irradian esperanza y solidaridad para sobreponerse a las adversidades.

El proyecto necesitaba actores jóvenes, afrodescendientes y con habilidades de baile excepcionales. La particular estrategia de casting se desarrolló con una convocatoria a bailarines, principalmente en ciudades con comunidades afrocolombianas sobre el Pacífico, que participaron en audiciones virtuales y torneos de baile con votaciones en plataformas digitales. Las coreografías responden al trabajo de Julio Valencia y Rafael Palacios –experto en danzas africanas- para potenciar los movimientos que ya dominaban los protagonistas.

Esa aproximación casi documental también refleja cómo se visten y se cortan el pelo en el Pacífico, con exuberantes afros, trenzas y peinados que Grisales, el productor, define como afropunk. “Para nosotros era muy importante cambiar la narrativa, pues siempre que se aborda el Pacífico se hace desde la miseria”, explica. “Queríamos tener una narrativa más de poder, y ellos se tenían que ver como superhéroes. Los peinados son muy particulares, casi de guerreros mitológicos”.

Harvey, por ejemplo, interpretado por el bailarín y coreógrafo Duván Arizala, exhibe unas elaboradas puntas que forman un conjunto de triángulos que cubren su cabeza. El propósito se cumplió, a juzgar por sus recuerdos. Durante las cinco semanas de grabación -que congregó a unas 2.000 personas, entre ellas 45 bailarines y más de 20 músicos-, por las calles de Buenaventura le gritaban “Goku”.

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