Moneo: “El Guggenheim es un edificio simple”

El arquitecto publica un libro en el que analiza la vida de tres inmuebles del pasado que conversan con el futuro

El arquitecto Rafael Moneo este lunes en el Museo Thyssen de Madrid.Jaime Villanueva

Rafael Moneo dijo al recoger el Premio Pritzker que era un peligro creer que la arquitectura era simplemente el reflejo de la cultura de un momento. Era 1996, y más de 21 años después lo mantiene. Lo sigue defendiendo en su discurso y en el libro que ha presentado este lunes en el Museo Thyssen de Madrid, La vida de los edificios (Acantilado). Una obra que lleva por subtítulo los tre...

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Rafael Moneo dijo al recoger el Premio Pritzker que era un peligro creer que la arquitectura era simplemente el reflejo de la cultura de un momento. Era 1996, y más de 21 años después lo mantiene. Lo sigue defendiendo en su discurso y en el libro que ha presentado este lunes en el Museo Thyssen de Madrid, La vida de los edificios (Acantilado). Una obra que lleva por subtítulo los tres inmuebles en los que se ha centrado: la mezquita de Córdoba, la lonja de Sevilla y el carmen de Rodríguez-Acosta en Granada.

Explicó que cuando el editor Jaume Vallcorba –fallecido en 2014– le animó a reunir algunos de sus textos en una publicación quería encontrar los adecuados para que llegaran a todos los públicos, no solo a arquitectos. Moneo (Tudela, Navarra, 1937) considera que La vida de los edificios podría ser un libro que un viajero curioso usara en un viaje a Andalucía y que le ayudara a conocer más sobre estos monumentos. El cordobés y el sevillano son Patrimonio Mundial y el granadino, más desconocido, pero que el arquitecto anima a visitar.

Interior de la mezquita-catedral de Córdoba.MARCELO DEL POZO

El primer texto data de 1977. Es una conferencia que dio en la Harvard Graduate School of Design donde se le instó a hablar de arquitectura española y, “sin dudarlo”, eligió como ejemplo la mezquita de Córdoba. Admira rotundamente cada uno de sus ocho siglos por su “flexibilidad, multifuncionalidad y apertura”, como dice en el libro, o porque es la clara muestra de que “la vida de un edificio no está cerrada y este templo lleva inscrito en su ADN que ha sido conformado por los cambios que ha ido aceptando”. “Es difícil encontrar tanta historia, tanta singularidad, tantos problemas resueltos. Los constructores que van ampliando la mezquita son respetuosos los unos con los otros”. A la hora de elegir un edificio actual que le gustaría analizar como hizo con los tres escogidos el arquitecto ha dicho que no conoce ninguna obra reciente que tenga la complejidad de la mezquita: "Un edificio como el Guggenheim es un edificio simple, con gran despliegue formal". La web de la mezquita-catedral recibe a los usuarios con una frase del propio Moneo: "Un monumento cuya grandeza radica en ser la crónica de una larga historia: puede que ninguna otra obra de arquitectura pudiera contarnos lo que ha sido la historia de España"

Las palabras dedicadas a la lonja de Sevilla (donde se encuentra el Archivo de Indias) son de otra índole: una suerte de oda a su arquitecto Juan de Herrera y a la visión unitaria, geométrica y matemática del inmueble, todos los conceptos: proporción, concordancia… “permiten llegar a una situación de reposo en la que se alcanza la plenitud”, a la “cohesión de la forma y la materia”. Fue una aventura intelectual del arquitecto de Felipe II que une toda esta mística en un lugar mundano previsto para recibir mercaderes, para hacer relaciones mercantiles. El propio Moneo ha dicho en la presentación que la lonja está en las antípodas de la mezquita, que mantiene lo más puro de lo herreriano, nada contaminado. “Es un edificio de una pieza”. Y al preguntarle si él, como arquitecto, se encuentra más cerca de Herrera o de los múltiples arquitectos de la mezquita dice que es más difícil ser Herrera: “Lo de Herrera es heroico”. “Nuestros tiempos no dan mentes tan ambiciosas, soy más próximo a los arquitectos de la mezquita”.

Patio interior de la Lonja de Mercaderes en Sevilla.PACO PUENTES

Aunque ha confesado que lo que siente realmente próximo es el carmen (vivienda urbana con jardín típica de granada) que mandó edificar el pintor José María Rodríguez-Acosta. “Uno de los edificios más interesantes construidos en España en los años veinte”, lo ha definido. Esta tercera parte fue un texto que el sobrino del artista le animó a escribir a partir del hallazgo de unas fotografías en las que el artista dejó constancia de las distintas fases de construcción de su casa-estudio próxima a la Alhambra. En este capítulo, Moneo entra en las entrañas del edificio, en las referencia e influencias grecolatinas de lo que hoy es la sede de la fundación que lleva el nombre del pintor.

Las continuas referencias a edificios como la mezquita de Damasco, el patio de los Evangelistas del monasterio de San Lorenzo El Escorial, al pensamiento de Ramón Llull, a textos de John Ruskin y a otros tantos términos y conceptos arquitectónicos quizá no hagan de La vida de los edificios el texto más divulgativo. Aunque la idea de que en la identidad de los edificios está intrínseco el cambio y eso es lo que garantiza su vida es algo fácilmente entendible cuando se va a Moneo presentando una de sus obras en otra de sus obras. Él fue el que transformó el Palacio de Villahermosa en el hoy Museo Thyssen, el que acometió la última ampliación del Museo del Prado, que cuando comience la de Norman Foster ya será la penúltima. Cuando se le pregunta cuál de sus edificios se ha independizado más de él, tarda en contestar, se lo piensa mucho. Habla de la madrileña estación de Atocha, del ayuntamiento de Murcia… “Me veo ayudando a que esos edificios prolonguen su vida, aceptando que esta siga adelante…”

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