Un Oscar por tres minutos

El productor Juan de Dios Larraín recuerda una ceremonia empañada por un “error infantil”

El productor Juan de Dios Larraín en el Hotel Palace de MadridÁlvaro García (EL PAÍS)

Juan de Dios Larraín ha estado en tantos festivales de cine, en tantas ceremonias de premios, tantas veces nominado por su trabajo como productor, que creía que había perdido la capacidad de asombro. Hasta que llegó el último minuto de la última entrega de los Oscar y Faye Dunaway dijo por error La La Land. “Fue un momento bien impresionante...

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Juan de Dios Larraín ha estado en tantos festivales de cine, en tantas ceremonias de premios, tantas veces nominado por su trabajo como productor, que creía que había perdido la capacidad de asombro. Hasta que llegó el último minuto de la última entrega de los Oscar y Faye Dunaway dijo por error La La Land. “Fue un momento bien impresionante. Porque conocemos a los involucrados. Uno se preguntaba si era cierto lo que estaba pasando. Y claro que era así”.

Lo recuerda hoy con la sonrisa incrédula de quien todavía no ha podido vencer la sorpresa. Juan de Dios y su hermano, el director Pablo Larraín, competían en varias categorías con Jackie. Habían compartido promoción con los equipos de La La Land y de Moonlight. Se habían hecho amigos. Y ahora les veían sobre el escenario del Dolby Theatre de Los Ángeles protagonizando, a su pesar, la escena más estrambótica de la historia de los Oscar. “No creo que haya un show capaz de juntar tanto talento en tan poco tiempo y aquel error era demasiado infantil”.

Por ese error infantil –aquel sobre traspapelado- los colegas de Juan de Dios estaban representando un guion que no correspondía. Separados por una estatuilla y unidos por el desconcierto. “Jordan sacó fuerzas no sé de dónde. Y creo que estaba un poco enojado con Warren Beatty”. Se refiere Larraín a Jordan Horowitz, productor de La La Land, el hombre que le quitó de las manos a Beatty la tarjeta equivocada y reconoció ante una audiencia planetaria que la mejor película era Moonlight.

Warren Beatty muestra la tarjeta equivocada en la ceremonia de los Oscar el pasado mes de febrero.LFI/Avalon / Cordon Press

“Se quedó una impresión muy rara porque a La La Land le quitaron el Oscar, pero por tres minutos fueron los ganadores. A Jordan le podrán quitar muchas cosas, pero no le van a quitar nunca haber tenido un Oscar y haber dado su discurso”. Lo cuenta con la complicidad de un compañero de profesión. Juan de Dios es uno de los productores más importantes y más respetados de Chile. En 2012 consiguió, junto a su hermano Pablo, la primera nominación para su país en la Academia de Hollywood. Responsable de películas tan ambiciosas como Neruda o de proyectos más pequeños como El Club, Larraín es todo un veterano en Cannes, Venecia, Berlín, Toronto o Chicago. Y todavía no se explica “el descalabro” de la noche de los Oscar.

“Es mucho más difícil equivocarse en las coreografías, en sacar a los personajes, en las cámaras, en las lecturas, en los invitados, en los asientos”. Se sigue admirando con la velocidad de los extras que llenan huecos que dejan las estrellas cuando salen a tomar el aire. Una especie de sillas musicales a gran escala. “En eso no se equivocan”, dice sorprendido. “Es lo interesante de la fragilidad del show con mayor envergadura y precisión del mundo, que puede fallar”.

De eso hablaban todos los invitados después en el Governor’s Ball, el baile que se organiza en el mismo teatro. “La gente se quedó como en shock. Después, la vida ya continúa”. Y la vida de los hermanos Larraín continúa en Estados Unidos. El éxito de Jackie les ha dado un lugar en la industria. Aunque no fue fácil. “Fue un choque de culturas. Éramos dos chilenos produciendo una película con un equipo extranjero en París, con un idioma que no dominábamos y un casting americano”. Y eran conscientes de que tenían entre manos un asunto especialmente delicado para los estadounidenses. “Hablar de Jackie Kennedy es generar una melancolía y una mirada hacia la política y lo que representó la Casa Blanca, que ahora es la misma pero con diferentes adornos”. La promoción del largometraje coincidió con los primeros meses de Trump como presidente. Y eso se notaba. “El americano era un tipo que tenía poca opinión sobre su propia contingencia. Ahora todos pasaron a tener opinión, a conversar. Aunque es triste ver a un país dividido”.

De todo este viaje, Larraín se queda con la certeza de decir que sí a las oportunidades. Le dijo que sí a Darren Aronofski cuando le propuso hacer Jackie. Fue como abrir el sobre correcto. O la cerradura del éxito. Por delante aún quedan muchos retos. “Hacer, hacer, hacer. Sin perder de vista que la calidad es la llave que te permite entrar en las casas, en las mentes y en los cines de todo el mundo”.

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