_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

La carretera

'Jacques Leonard, el payo chac' es un excelente documental sobre un fotógrafo singular

Ángel S. Harguindey

Para Jacques Leonard (El payo Chac, según el título del documental que sobre su figura ofreció el espacio Imprescindibles), sus fotografías eran muchas cosas: su declarado amor a su mujer, Rosario Amaya, su fascinanción por el mundo gitano de Barcelona y, también, y como el mismo dejó escrito, la constancia de "la lenta agonía de los antiguos señores de la carretera". Un personaje singular, trotamundos, introvertido, generoso y un fotógrafo excepcional, sobre quien su hijo Yago realizó el excelente documental que La 2 reemitió el pasado lunes.

En un momento del reportaje, una de las hermanas de Rosario tras contemplar una serie de fotografías de su juventud en el poblado de Montjuïc, lo explica mejor que cualquier erudito: "Gracias a él tenemos todos estos recuerdos". Y así es, su obra es la memoria de un pueblo, desde la vida cotidiana en las chabolas a las fiestas para los señoritos. Leonard fue de esos personajes discretos, "que nunca se preocupó de venderse", como se apunta en el documental, y que permiten reafirmar la fe en el ser humano.

Su vida fue, probablemente, tan sugestiva como sus fotografías: infancia en una finca familiar en Pau, adolescencia en París, encuentro con el cine, montador, Grecia, Italia, Egipto, Singapur, Australia, Madrid, secretario para todo de un ventrílocuo francés... hasta que en 1953 conoce en Barcelona a Rosario Amaya y "si tu me dices ven, lo dejo todo". Y todo lo dejó. Desde entonces, sólo se dedicó a la fotografía, a su familia y, sobre todo, a los gitanos: 3.000 negativos fotográficos, depositados en el Archivo Fotográfico de Barcelona así lo confirman.

Y siendo como era un hombre de pocas palabras, debía de tener una gran capacidad de seducción, pues en el tiempo que residió en el Madrid de la posguerra, por ejemplo, fue aceptado en la tertulia de Lhardy, la de los Camba, Díaz Cañabate... Trabajador riguroso, Leonard perteneció a la generación extraordinaria de los Catalá Roca y Joam Colom, una generación a la que se le llama, con razón, heroica.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_