Vittorio Corbo: “La reforma al sistema político chileno podría facilitar acuerdos fundamentales para reimpulsar el crecimiento”
El economista y expresidente del Banco Central señala que el país sudamericano requiere de un sistema que no esté “atomizado, como el que tenemos” pues eso “hace imposible discutir seriamente cualquier proyecto”
Chile se aproxima a otro año de moderado crecimiento. Según organismos como el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional (FMI) y la Cepal, la economía solo se expandirá en un rango de 2,2 a 2,4% para 2025. Para el economista Vittorio Corbo (Iquique, 81 años), académico y expresidente del Banco Central de Chile (2003-2007), aunque el acotado crecimiento se ha instalado en las agendas de los gobiernos, todavía son necesarias reformas, entre ellas al sistema político, para salir de lo que considera un estancamiento de la economía. Y apunta que uno de los aspectos donde se debe poner el foco está en el poco dinamismo de la productividad, generado por “todas las trabas que se han impuesto a la inversión”.
Pregunta. ¿Piensa que hay un estancamiento de la economía chilena?
Respuesta. Hay un estancamiento. El Producto Interno Bruto (PIB) crecerá este año entre un 2,2% y 2,3%, según lo estimado por el Banco Central y los privados. La economía chilena no tiene capacidad para crecer más del 2%, mientras no hagamos el trabajo para aumentar la tasa de crecimiento potencial: crear las condiciones para aumentar la tasa de inversión y la tasa de crecimiento de la productividad. Eso requiere para comenzar de destrabar las innumerables barreras para a la inversión, comenzando por agilizar los procesos de aprobación de proyectos.
P. ¿Cómo se logra eso?
R. Como se ha identificado de forma transversal y ahora hasta lo reconocen las autoridades de este gobierno, hay un problema en Chile: es muy difícil lograr la aprobación de proyectos. Eso es un desincentivo muy grande a la inversión, especialmente en áreas en las que tenemos grandes oportunidades como la producción de cobre, el litio, la salmonicultura y la industria forestal. Hay proyectos que tardan hasta 15 años en aprobarse y el resultado final es incierto porque se pueden detener, incluso, cuando ya han sido aprobados. Está el caso de la minera Dominga, pero hay muchos ejemplos.
En el aparato público de Chile está muy incrustada la postura del permiso, lo que llamamos ‘permisología’. No se trata de que un gobierno llegará mañana y lo cambiará, sino que se debe cambiar la forma de pensar. No es eliminar el procedimiento, sino agilizarlo, hacerlo más predecible, y pensar que la inversión y el crecimiento son fundamentales para el progreso del país.
P. Se estima que la inflación estará cerca del 5% hasta junio de 2025. ¿El Banco Central debería seguir flexibilizando su tasa de interés?
R. Chile tiene muchas presiones de costos importantes resultantes de ajustes de las tarifas eléctricas, la depreciación del peso y los aumentos de salarios. Si la inflación comienza a ceder más tarde de lo pensado, lo más probable es que las bajas de tasas sean mucho más moderadas.
P. ¿Cómo ha afectado el aumento del sueldo mínimo a la inflación?
R. El aumento real del salario mínimo del 18% en los últimos dos años, ha empujado a un incremento a los otros salarios. Eso fue una mala política.
P. ¿Qué se ha debido hacer?
R. Alzas más moderadas, consistentes con el crecimiento de la economía y, especialmente, con la productividad, que en Chile ha crecido poco por todas las trabas que se han puesto a la inversión y el lento progreso en la educación, la capacitación laboral y en remover barreras a la movilidad laboral. Me encantaría que suban los salarios para los chilenos, pero en forma sostenible y no transitoria, porque se los come después la inflación.
P. ¿Qué estrategias debería incorporar este gobierno y el próximo para volver a crecer por sobre el 2%?
R. Lo principal es destrabar [trámites], para crear un ambiente más favorable para el desarrollo de proyectos de inversión. También, dada la incertidumbre de los últimos años que han enfrentado los proyectos de inversión, ha llegado el momento, considerando que el país vecino [Argentina] tiene muchas reservas en el sector minero que no han explotado por las malas políticas de los últimos años, tenemos que hacer algo parecido a ellos: hay que dar garantías de sostenibilidad en la política tributaria a las nuevas inversiones, porque si no, la inversión se irá al vecindario.
Pero el mayor avance estaría en tener un sistema político que permita negociar y llegar a acuerdos en estas áreas. Para eso, es difícil hacerlo con 22 partidos políticos. La reforma al sistema político podría ayudar a facilitar acuerdos fundamentales para reimpulsar el crecimiento y enfrentar reformas fundamentales en pensiones, salud y educación.
P. Usted es crítico del sistema político chileno y de sus prioridades. ¿Cuáles deberían ser estas?
R. Exactamente. Se debe tener un sistema en el cual se pueda discutir, analizar propuestas. Eso requiere de un sistema político no atomizado, como el que tenemos actualmente. Hoy, en Chile tenemos un sistema político completamente atomizado que hace imposible discutir seriamente cualquier proyecto que se requiere, como la propuesta que han hecho los senadores y que se discute por mucho tiempo y que también está bien articulada en el informe de los expertos para una convención constitucional, relacionada con el hecho de tener, como algunos países europeos, una representatividad mínima para que un partido pueda sobrevivir en el tiempo.
Se requiere consolidar el sistema político, creando partidos fuertes. En Chile, lo ha hecho el Frente Amplio, que inicialmente era [una coalición de] varios partidos y se unieron [en torno a una sola formación]. Eso se podría acelerar con una reforma del sistema político.
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