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Gradas vacías en el estreno del Rayo femenino

El equipo convocó a menos de un millar de aficionados en el Estadio de Vallecas en su empate contra el Barcelona. Los asistentes culparon al tiempo y al poco apoyo de la directiva

Las jugadoras del Rayo celebran el primer gol marcado este domingo al Barcelona, en el estadio de Vallecas.
Las jugadoras del Rayo celebran el primer gol marcado este domingo al Barcelona, en el estadio de Vallecas.EDUARDO CANDEL

Ninguna previsión se cumplió este domingo a mediodía. Ni la de lluvia ni la del aforo completo. Las gradas del Estadio de Vallecas lucieron vacías con el Rayo femenino. Su primer partido en liga en este campo, que acabó con un empate a uno contra el FC Barcelona, fue coreado por un reducido grupo de aficionados. El club lo cifró en 925 personas. El mal tiempo y la poca promoción del encuentro por parte de la directiva tuvieron la culpa, según analizaban los hinchas. Durante las últimas semanas, los socios habían debatido entre acudir a apoyar a sus jugadoras o continuar con el boicot que están llevando a cabo desde el inicio de temporada. Los dos motivos principales, la subida del precio de los abonos y la gestión del presidente, Raúl Martín Presa.

Al final, pudo lo segundo. A pesar de quienes pedían por redes sociales una afluencia masiva y de que incluso la agrupación de peñas Plataforma ADRV publicó un comunicado para abandonar las protestas y respaldar a las ‘guerreras’ (como se conoce a las jugadoras del Rayo femenino). Solo se llenó una esquina del estadio, con capacidad para 14.500 personas. “Es una pena. Esperaba que viniera mucha más gente”, lamentaba Javier, un vecino de 44 años con 12 de socio. “Creo que el boicot, en este caso, no es favorable, porque quienes lo sufren son las chicas”, afirmaba a las puertas del estadio, donde la situación distaba mucho del pasado viernes, última jornada del equipo masculino, contra el Racing Santander: entradas de metro descongestionadas, bares cerrados y una mínima presencia de puestos con ‘merchandising’ o golosinas.

“Me parece fatal. Me hubiera gustado que se llenara, pero las que estamos aquí somos las que no faltamos nunca”, decía Cristina Benítez, una mujer de 51 años que animaba desde el fondo sur, lugar reservado habitualmente para los Bukaneros. “Nos han puesto aquí aunque nuestros carnets sean de tribuna preferente”, continuaba Benítez después de que el club hubiese anunciado por la mañana que se iba a habilitar solo una parte de los asientos por la posibilidad de lluvias. Al lado se estiraban por las butacas Alicia, Ainara y Cristina, tres jugadoras del Rayo Vallecano en categoría juvenil. “Ya era hora de que el partido fuera aquí. Deberían ser siempre en este estadio porque es más cómodo para llegar y da otra energía”, señalaban.

La excusa que pone el club para que esto no suceda es, precisamente, la falta de público. Alegan que no les sale rentable abrir las puertas de la cancha principal si ni siquiera llenan en la Ciudad Deportiva, actual lugar de juego. Sin embargo, desde la afición no están de acuerdo. Creen que con una mayor publicidad y entradas más baratas (en esta ocasión se vendían por 8 y 10 euros), las ‘guerreras’ atraerían a una gran parte de la hinchada del equipo masculino. También consideran que la nueva medida de separar los abonos por categorías no ayuda: “Ahora pagan más sólo por las chicas [entre 30 y 60 euros] que lo que costaba el año pasado todo junto, y encima estaban en primera división”, contemplaba uno de los trabajadores del estadio frente a una pared en la que se leía “Femenino sí, Presa no”.

“He venido hoy con más razón. Creo que a nuestras ‘guerreras’ hay que animarlas”, indicaba Juan, de 58 años, algo disgustado por el resultado: “Me lo temía, pero salimos muy orgullosos porque, pese a las dificultades y la nula ayuda de nuestra directiva, podemos presumir de equipo”. En los momentos de más tensión –un tiro al poste, un contragolpe acabado en falta o el penalti que les ha colocado en duodécima posición de la tabla- los cánticos retronaban con vehemencia.

Carlos y Olga, de 34 y 31 años, eran de los que más gritaban. Sin ser socios, se acercaron exclusivamente para respaldar al Rayo femenino. “Nos imaginábamos que no iba a venir mucha gente y se le tiene que dar visibilidad”, argumentaban. “Este es un barrio luchador y tenemos que dar ejemplo de igualdad. Además, es la manera de decirle a la directiva que hay que apoyarlas”, comentaba José Antonio, de 43 años, junto a su hija, de tres, en sintonía con las pancartas que habían colgado horas antes en la Ciudad Deportiva: “Merecéis un estadio lleno y no un demente en el palco”.

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