Primer día sin taquilleros en el Metro
Los nuevos supervisores comerciales deben, entre otras cosas, auxiliar al usuario en la compra de billetes
Máquinas que sustituyen a personas. Ha sido un elemento recurrente en el progreso de la humanidad. Y este sábado ha llegado al Metro de Madrid. “La modernidad está bien, pero una máquina no puede hacer las funciones de una persona”, opina Ángeles Valero, una viajera. Aunque la figura del taquillero se haya suprimido hoy en toda la red de suburbano, en 209 de sus 301 estaciones ya no existían. En su lugar operarán supervisores comerciales que, entre otras funciones, ayudarán a comprar el billete al viajero en apuros.
Carmen, una mujer de pelo blanco, llevaba prisa, pero la máquina en Pueblo Nuevo (línea 5) no imprimía su billete. “He echado lo justo, 12,20 (el precio de un bono de diez viajes”, confirmaba a la trabajadora de Metro que estaba en el interior de la taquilla. Aquí, el cubículo acristalado y cerrado aún no ha sido desmontado, como en la mayoría de estaciones. En la ventanilla, una pegatina de fondo azul con un mensaje: “Para adquirir un título de transporte dirígete a las máquinas automáticas”. La información continuaba, debajo, en letras pequeñas: “Si necesita ayuda o información contacte con nuestro personal”. Ante los requerimientos de la clienta, la antigua taquillera acudió a los expendedores.
“No sé cómo va el día porque acabo de entrar al turno”, explicaba la empleada. Metro ha confirmado que todo se ha desarrollado con normalidad en el primer día del nuevo sistema. La trabajadora de Pueblo Nuevo ha continuado su tarea ayudando a un hombre de 70 años que pretendía comprar su bono mensual de transportes, la forma en la que acceden al suburbano el 76% de sus dos millones de viajeros diarios. La figura de supervisores comerciales no desarrollará su labor en una pecera cerrada al público, sino que contarán con un mostrador abierto, como ya sucedía en la mayor parte de las estaciones de la red.
“El cambio estaba cantado”
Poco antes de llegar las 15.00 el tráfico de viajeros en Gran Vía era mayúsculo. La empleada de Metro, que charlaba en su mostrador con un guarda de seguridad y un operario, apenas ha atendido un par de incidencias. Jaquets, ataviado con una bufanda del Real Madrid, y sus tres amigos metían monedas en una máquina para adquirir unos sencillos. Vienen de Francia. “No hemos tenido problemas para comprar el ticket, solo hemos debido usar nuestro idioma”, corrobora Jacquets. Además del español, los expendedores permiten hacer la compra en francés, inglés, alemán e italiano. Un madrileño, Carlos García, afirma que nadie suele tener problemas a la hora de adquirir un billete: “Vivimos en la época de las tecnologías. El cambio estaba cantado”. Pero no todos tienen la misma opinión. “Comprar un billete es fácil. Otra cosa es que lo tuvieran que hacer mis padres, que tienen 85 años”, sostiene Ana Gil en la estación de Coslada (línea 7). Va acompañada de su hijo y confirma que hace tiempo que ya no existen taquilleras en esta zona, aunque el personal que queda es “muy efectivo”.
“Estamos vendidos, porque apenas hay seguridad”, se queja una supervisora. La mujer, de mediana edad, lleva varias décadas trabajando para Metro y asegura que ahora el personal está muy expuesto porque están solos y sin protección en la estación. “Los guardias hacen una ruta y solo aparecen de vez en cuando. Menos mal que no manejamos dinero”. No revela su identidad, pero subraya que el cambio aumenta sus labores, aunque también el sueldo. “Ahora tienes que controlarlo todo. Ayudamos a quién necesite comprar billete, pero no podemos estar siempre junto a las máquinas”.
La decisión de cambiar la figura de los taquilleros se tomó a finales de 2016 y fue consensuada con los sindicatos, indica Metro. Aparece en el convenio colectivo (vigente hasta 2019) de la compañía, que valora el cambio como "una mejora en la atención al usuario, que será más completa". Hasta este viernes, todavía 92 taquillas contaban con atención personalizada. El cambio no mermará la plantilla, ya que las condiciones laborales de estas 1.650 personas no sufrirán cambios sustanciales. La empresa, incluso, tiene previsto incrementarla con 590 nuevos empleados a través de una oferta pública.
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