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Sesenta años de cultura

La Fundación Juan March se creó en Madrid en noviembre de 1955. Seis décadas después sigue apostando por la difusión gratuita de las artes

Con su fachada de líneas pulidas y estética austera, en la tranquila calle Castelló se levanta la sede de la Fundación Juan March. Fundada por los banqueros mallorquines March en 1955 en la cercana calle de Núñez de Balboa, la institución tiene la culpa de que España conociera a los artistas de las vanguardias en una época sombría. Este miércoles celebra 60 años de la rúbrica de la fundación y de diálogo abierto con Madrid. la cultura que hoy tiene la España moderna le debe en buena medida su apertura hacia más allá de Europa. Este miércoles celebran la efeméride con un concierto extraordinario de música española para orquesta de cámara en su sede.

Cuando la fundación se plantea en Madrid allá por los años 50, Juan March llega a una capital en la que, al igual que en toda Europa, se asociaba la figura de la fundación a una institución del Antiguo Régimen, “utilizada por las clases privilegiadas para consolidar sus posiciones como terratenientes”. Pero en este caso, March no entrega un inmueble, como habían hecho hasta entonces las fundaciones, sino dinero, en pesetas y en dólares. “Esto segundo es importante, ya que permitía enviar a españoles brillantes fuera del país y pagarles”, dice Javier Gomá, director de la institución. “Es de las primeras fundaciones de Europa que es dineraria, una fundación burguesa que durante sus primeros 20 años de vida, como España carecía hasta de Ministerio de Cultura y con los recelos del poder público, concedía el poder a la sociedad civil y hacía de todo: asistencia social, cultura, educación, investigación…”, cuenta Gomá.

Cruz Martínez Esteruelas, entonces director de la Fundación, enseña a un periodista en 1973, la maqueta del nuevo edificio de la Calle Castelló.
Cruz Martínez Esteruelas, entonces director de la Fundación, enseña a un periodista en 1973, la maqueta del nuevo edificio de la Calle Castelló.

En aquellas dos décadas hasta que se levantó la sede de Castelló, la fundación concedió becas a más de 5.000 personas que “luego fueron el impulso de España tras la Transición”. Y muchos artistas, como el compositor y Premio Nacional de Música Luis de Pablo. “La fundación ha tenido una presencia bastante marcada en mi vida de compositor y ha sido muy generosa no solo conmigo, sino con todos los compositores españoles”, explica. En la fundación no solo se becó a estos creadores, sino que una vez inaugurada la sede en 1975, la música española actual siempre ha tenido un papel fundamental en todas sus temporadas. “Cantidad de compositores y artistas son hoy visibles gracias a la ayuda de la Fundación Juan March”, dice De Pablo, que hoy tiene 85 años.

La fundación tiene su propio presupuesto, y desde sus inicios ha renunciado a patrocinios y subvenciones

La fundación tiene su propio presupuesto, y desde sus inicios ha renunciado a patrocinios y subvenciones porque, ante todo, quiere ser libre. Desde la inauguración de la sede. “Se transformó en la única institución capaz de hacer exposiciones, conciertos o conferencias en una era en la que no existía el Thyssen, el Prado no organizaba exposiciones más allá de su colección y no estaba en activo el Teatro Real”, dice Gomá. En aquel momento, la fundación fue ambiciosa y se puso como objetivo “Traer a España a los clásicos de las vanguardias y del arte contemporáneo. Imagínate lo que pudo suponer organizar la primera exposición de Picasso en España después de la Guerra Civil”, dice Gomá, en la que hubo colas kilométricas.

David Hockney.
David Hockney.

El acceso es siempre gratuito a todas las actividades de la institución. “Esta fundación se alimenta de las rentas del patrimonio de March invertidas de manera diversificada para que sea viable. Eso te hace ser independiente de los gustos de la taquilla o de las prioridades de la empresa que te subvenciona”, dice el director.

El primer golpe de efecto de la fundación, fue la exposición Arte 73. Con la propia colección de la fundación, se pasearon por toda España obras de Oteiza, Chillida, Canogar o José Guerrero; que entonces eran aún jóvenes artistas no tan conocidos. Otra muestra fundamental fue la dedicada a Toulouse-Lautrec, que recibió 200.000 visitantes, el récord de la institución. “Hemos tenido hasta tres muestras dedicadas a Picasso, o las primeras de España dedicadas a Kandinsky o Matisse. Incluso exposiciones con obras de artistas vivos que estuvieron en la fundación ofreciendo la conferencia inaugural, como Francis Bacon, Oskar Kokoschka o Roy Lichtenstein”, cuenta Manuel Fontán, director de exposiciones de la institución. Otro hito fue la exposición que en 1978 reunió en un mismo edificio las cuatro series de grabados de Goya por primera vez, que custodiaba la propia fundación.

Colas para ver en 1977 la primera exposición de Picasso en España desde la Guerra Civil.
Colas para ver en 1977 la primera exposición de Picasso en España desde la Guerra Civil.

La fundación tiene actividades prácticamente todos los días de la semana, actividades que quedan registradas en su página web para que puedan ser revisitadas en vídeo o audio cuando se quiera. Conferencias, conciertos, catálogos , fondos de su colección, montajes escénicos de cámara… todo puede volver a disfrutarse de manera gratuita en su página.

Es una fundación fiable en un momento convulso para las Humanidades. Una fundación familiar, independiente incluso de los negocios de la familia March, porque servimos a la sociedad” (Javier Gomá, director)

Por sus conciertos escolares y para jóvenes han pasado miles de chicos y para esta temporada ha programado 150 conciertos gratuitos en los que pasarán por el escenario de la calle Castelló 220 intérpretes y 40 grupos.

Roy Lichstenstein
Roy Lichstenstein

Ahora, el papel de la fundación es el de insertarse en un panorama cultural mucho más vivo que el que observó en el pasado. No machacar, sino complementar y ofrecer puntos de vista distintos a los que tienen en otras fundaciones e instituciones públicas españolas. “Es una fundación fiable en un momento convulso para las Humanidades. Una fundación familiar, independiente incluso de los negocios de la familia March, porque servimos a la sociedad”, explica Gomá. Y que sigue igual que el primer día en cuanto a sus ideales, como confirma el compositor Luis de Pablo, que a sus 85 años dice estar “retrocediendo a una segunda infancia”, en la que sigue creando. “Muchos se reirán cuando les diga que a esta edad quiero seguir siendo becario, pero es que sigo necesitando apoyo para poder seguir componiendo. Y la Juan March es una institución que siempre está dispuesta a escuchar”, concluye.

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