Días cruciales
Fernando Alonso, tercero en Singapur, prevé anunciar esta semana su fichaje por Ferrari - El deporte español, que dejó el tercermundismo en Barcelona 92, se juega el viernes con Madrid otra baza olímpica en la elección de la sede de los Juegos de 2016 - El Sevilla, que recibe el domingo al Real Madrid, amenaza el bipartidismo
A la espera de que en los próximos ocho meses el Barça y el Real Madrid resuelvan su extraordinario y gigantesco pulso, con el Sevilla en el retrovisor, el deporte español afronta esta semana dos decisiones clave, de enorme calado para su presente y su futuro. Una ya tomada y otra cargada de incertidumbres. En los próximos días, Ferrari y Fernando Alonso publicitarán su esperado acuerdo para 2010. Pero el eco internacional del convenio entre ambos quedará sofocado en parte cuando el viernes, entre las 18.30 y las 19.00, el Comité Olímpico Internacional (COI) elija en Copenhague la sede de los Juegos de 2016: ¿Madrid y su magnetismo popular (100.000 personas apoyaron ayer en sus calles la candidatura)?, ¿Chicago y la fascinación de Barack Obama?, ¿Río y el primer guiño del olimpismo a Suramérica a través de un país tan emergente?, ¿Tokio y su esplendor oriental?
Al margen de la carga simbólica de Ferrari, la firma más seductora del circo, la noticia resultará sedante para Alonso, que lleva dos cursos de novela negra, salpicado por tramas de espionaje, conspiraciones y accidentes trucados. "Los grandes pilotos siempre acaban por correr para Ferrari". El español es uno de ellos y su fichaje por la heráldica escudería sostiene las palabras del presidente ferrarista, Luca di Montezemolo. El equipo por excelencia al servicio del mejor piloto. A cambio, tras años tormentosos, el asturiano tendrá que modular la acidez de algunos de sus discursos habituales. En Ferrari, la marca está por encima de todo y de todos. Como preludio, Alonso selló ayer en Singapur su mejor resultado de la temporada: el tercer puesto en una carrera dominada por Lewis Hamilton. Kimi Raikkonen, quien le dejará paso en Ferrari, concluyó décimo.
Despejado el futuro de Alonso, la gran cita de la semana está fijada en Copenhague, escenario en el que quedará marcado el horizonte del deporte español. De nuevo Madrid aspira a organizar unos Juegos, lo que no sólo tiene una trastienda geopolítica, económica y social. La mayor parte de la púrpura que hoy distingue al deporte español en todas las esquinas del planeta se gestionó hace 17 años en los inolvidables Juegos de Barcelona. Fue entonces cuando España se sacudió las telarañas. Hasta la ensoñación general de Barcelona 92, el deporte español era tercermundista, sin otro concierto internacional que el de las gestas europeas del Madrid o el impagable quijotismo de solistas como Manolo Santana, Ángel Nieto y Severiano Ballesteros, entre no muchos otros. La ola optimista desatada en Montjuïc, propiciada también sin duda por una previa modernización de los cimientos del deporte en España, no sólo perdura, sino que se ha acentuado. Hoy, pese a algunos problemas estructurales, no son pocos los deportistas españoles que despiertan la admiración general. Si el COI da en la diana de Madrid, más allá de la instrumentalización política, el deporte saldrá muy fortalecido.
Dos días después del lobbismo en Copenhague, de vuelta a la Liga y su pasional cultivo, el Sevilla, que ya exhibió el sábado en San Mamés su mazo, recibirá al Madrid. Un partido de alto voltaje para evaluar si el aparente bipartidismo Barça-Madrid es tan sólido como parece.
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