Bolivia inicia el camino a las elecciones con la vista puesta en un joven heredero político de Evo Morales
Pese a ser el delfín del exmandatario, Andrónico Rodríguez, de 35 años, tiene una puja abierta con él. Catorce partidos se presentan para participar de los comicios de agosto. Tanto oficialismo como oposición llegan divididos

Bolivia comenzó a andar su camino hacia las elecciones del 17 de agosto con la presentación de los partidos políticos ante el Tribunal Electoral y la inscripción de las alianzas electorales. Catorce partidos manifestaron su interés en participar, entre ellos el oficialista Movimiento al Socialismo (MAS). Todavía no se han inscrito los candidatos, que recién se conocerán el 18 de mayo. Se sabe que, por el MAS, se postulará al presidente Luis Arce, pese a que su figura se halla mal situada en las encuestas. Hay otros dos candidatos de la izquierda como resultado de las divisiones del llamado “instrumento político”, que terminó en manos de Arce por decisión del Tribunal Constitucional.
La sorpresa del momento es el joven presidente del Senado, Andrónico Rodríguez, quien ha aparecido primero en los sondeos que no consideraban al expresidente Evo Morales, líder histórico de la izquierda boliviana. Muchos definen a Andrónico como la única esperanza de que el progresismo conserve el poder en un momento de fuerte demanda de cambio por la crisis del modelo económico implantado por Morales y Arce veinte años atrás, y por la pelea fratricida entre estos dos líderes.
Rodríguez tiene 35 años, es el vicepresidente de Morales en las federaciones de cocaleros del Chapare y durante años ha sido considerado el heredero político del exmandatario. Pero este no quiere cederle el espacio, sino entrar él mismo en la carrera, aunque una sentencia constitucional fija límites a la reelección y se lo impide. En estos meses, ha presionado duramente a Rodríguez para que no participe. Su última acción fue una instrucción para que el senador se presentara “obligatoriamente” a una reunión en la que se aprobaría que ningún dirigente cocalero que no fuese Morales podía candidatearse a la presidencia. “Andrónico”, como se lo conoce popularmente, hizo maletas, se fue a España, a la Asamblea de Podemos, y no asistió a lo que sus allegados consideraron “una celada”.
Rodríguez es más moderado que su mentor, cree que el modelo económico debe modificarse para enfrentar la crisis actual y ha sido muy discreto respecto de sus aspiraciones políticas, pues una ruptura muy contenciosa con Morales podría ser traumática para él y su familia, que viven en el Chapare, y además podría hacerle perder los “votos duros” de la izquierda, que se alinean tras el exmandatario y su organización Evo Pueblo. Sin embargo, su entorno ha hecho saber que va a candidatear con o sin la bendición del líder indígena.
En cuanto a la oposición, que tiene una fuerte posibilidad de ganar la contienda, se ha inscrito en tres bloques: “Unidad”, que tras un proceso de selección por medio de encuestas decidió postular al empresario Samuel Doria Medina, el mejor posicionado de este sector político; “Libre”, del expresidente Jorge Quiroga, quien rompió con el anterior bloque poco antes de la encuesta que debía definir a un candidato único; y Súmate, del alcalde de Cochabamba Manfred Reyes Villa, que no quiso ser parte de los esfuerzos de unificación de sus colegas y celebró cuando se produjo el abandono del grupo principal por parte de Quiroga con el argumento de que el procedimiento de selección del candidato no había sido idóneo. “Hice bien en no estar en ese Bloque de Unidad porque era un bloque entre políticos”, declaró entonces Reyes Villa.

Estos tres candidatos se estrellan de distintas formas contra el modelo estatista de la economía y plantean diferentes medidas para salir de la crisis de escasez de dólares y combustibles que sufre el país. Quiroga promete “privatizarlo todo”, Reyes Villa levantar la subvención de la gasolina, pero manteniendo a esta en un precio razonable, y Doria Medina resolver la carestía de dólares en los 100 días siguientes a su juramento.
El presidente Arce ha llamado a las organizaciones sociales con las que cogobierna a unirse para “impedir que la derecha vuelva al poder”, pero es difícil un alineamiento detrás de quien la mayoría de la población considera responsable de la crisis. Por eso hay susceptibilidad entre los políticos bolivianos por la demanda que el expresidente de la Cámara de Diputados y militante arcista, Israel Huaytari, presentó hace poco al Tribunal Constitucional pidiendo declarar inconstitucional la ley electoral porque no establece la obligación de que los binomios presidente-vicepresidente sean paritarios, es decir, estén compuestos de un hombre y una mujer. Tanto el Tribunal Electoral como los partidos han exigido al Constitucional que se abstenga de intervenir en las elecciones.
Zúñiga y el intento de golpe
El excomandate del Ejército Juan José Zúñiga, acusado de un fallido intento de golpe de Estado en Bolivia el 26 de junio de 2024, y encarcelado desde entonces, ha vuelto a estar en el candelero por sus declaraciones en contra del presidente. “Arce me encomendó liderar un autogolpe”, escribió en una carta enviada a un medio mexicano. Antes había concedido una entrevista a un medio digital argentino, razón por la que fue castigado con aislamiento y el alcaide del penal en el que se encuentra fue destituido.
En el primer contacto, Zúñiga repitió una historia que ya había contado en el pasado: una semana antes de su entrada con carros de asalto a la plaza Murillo y su intento de derribar la entrada al Palacio Quemado, el presidente Arce le pidió, parados en la cancha donde ambos jugaban baloncesto, que diera un “autogolpe” con el propósito de levantar su popularidad.
En la carta va más lejos. Señala que este autogolpe debía ser violento y reprimir a la oposición; además, se debía “eliminar a los que sabían demasiado”. Explica que él, fingiendo una lealtad que ya no sentía, “en el fondo frustraba el autogolpe” y por eso, por su actuación, el movimiento de tropas no llegó a ninguna parte.
Esta historia ha sido considerada “falsa e ilógica” por el Gobierno. No explica por qué Zúñiga, mientras operaba en medio del supuesto autogolpe, fue destituido de su puesto de comandante del Ejército por el presidente.

Una fuente gubernamental ha señalado de forma anónima a este periódico que el excomandante busca congraciarse con la oposición política, como ya intentó hacer el día de la asonada, con la intención de que el próximo presidente, si fuese contrario a los actuales gobernantes, detenga el juicio en su contra, que puede costarle 30 años de prisión por alzamiento armado contra la soberanía y la seguridad del Estado.
Para reaparecer en público, Zúñiga aprovechó la presentación, un día antes de su entrevista, del documental ¿Qué pasó el 26J en Bolivia?, que defiende la tesis oficialista de que el ahora exmilitar planificó un golpe de Estado meses e incluso años antes del 26J y, por tanto, lo ocurrido no fue un motín causado por su repentina remoción del cargo de comandante del Ejército. Tras la presentación del documental se detuvo a más sospechosos de haber colaborado en el hecho y se convocó a declarar a un grupo de conocidos analistas y profesionales cuyos nombres aparecían en la lista del “gabinete” de Zúñiga.
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