La esmeralda ‘Bahía’: peripecias de una gema gigante y maldita sacada ilegalmente de Brasil
Un juez de Estados Unidos autorizó, a finales de noviembre, la repatriación de la piedra, de 380 kilos, 180.000 quilates y valorada en cientos de millones de dólares
Una de las mayores esmeraldas jamás descubiertas, excavada en una mina de Bahía (Brasil) a comienzos de este siglo, reposa hace casi una década en un depósito de la policía de Los Ángeles. En las fotos se ven los cristales, incrustados en una piedra negruzca, son verde brillante y se adivina su forma hexagonal. Una pieza rara y valiosa. Conocida como la esmeralda Bahía, también se puede resumir en cifras: 380 kilos, 180.000 quilates. Y es tan exótica que los especialistas no se ponen de acuerdo en cuánto vale. Las estimaciones bailan entre 370 y 920 millones de dólares. Confirmado, en cambio, que la gema gigante fue sacada de Brasil con mentiras y que, tras diversas peripecias, fue confiscada en Las Vegas. Sigue bajo custodia mientras la justicia de Estados Unidos resuelve el largo litigio a muchas bandas que protagonizan el Estado brasileño, particulares y empresas estadounidenses que sostienen que les pertenece. Un juez federal dio a finales en noviembre la razón a Brasil y autorizó que la gema sea repatriada. De todos modos, cabe recurso.
La corta vida de la esmeralda Bahía desde que fue descubierta en 2001 ha sido de lo más agitada. Se ha labrado fama de maldita. La excavaron en una mina de la sierra de Carnaíba, 400 kilómetros tierra adentro de Salvador, donde se han descubierto otras cinco esmeraldas gigantes en este XXI.
Pasó por numerosas manos, a veces en turbias transacciones, hasta que dos brasileños la sacaron del país en 2005 por el aeropuerto, pero con mentiras. Declararon que era piedra asfáltica y betún natural. ¿Valor? Cien dólares. Pasaron los controles y pusieron rumbo a Estados Unidos. Ese mismo año la esmeralda sobrevivió al huracán Katrina, que inundó el almacén donde estaba.
Aquel año hubo otro hito. Fue ofrecida al mejor postor en eBay por 19 millones de dólares de precio de salida que alguien pujó, según contó la revista Wired. La transacción nunca cuajó. Con los años la trama se enreda con versiones encontradas, compraventas con precios dispares, un secuestro fingido, la venta de la esmeralda como transacción colateral a una venta de diamantes… En 2008 y gracias a un soplo, la policía confisca la esmeralda Bahía en una operación espectacular en Las Vegas, con agentes de las fuerzas especiales y un helicóptero. Desde entonces es una prueba más en la batalla judicial.
Por las manos de gemóloga Monica Correa han pasado muchas esmeraldas de Bahía, pero no la más famosa. Esa solo la ha visto en fotos. El mineral negro en el que están incrustados los cristales preciosos se llama biotita, explica. Trabaja más con piezas pulidas para joyería que con las piedras en bruto que atraen a los coleccionistas por su exuberancia y su tamaño. “Si te fijas, en esta incluso se puede apreciar la forma de hexágono que los cristales de esmeralda tienen en su estado natural”, apunta la especialista del Centro Gemológico de Bahía, en Salvador, donde se gana la vida analizando en un laboratorio la pureza de piedras preciosas para certificarlas.
Si el regreso de la esmeralda de Bahía se materializa, Brasil se anotaría un nuevo tanto en su batalla para recuperar piezas expoliadas durante siglos. Dinamarca donó el pasado mayo al Museo Nacional de Río de Janeiro una joya del arte indígena, oriunda también de Bahía. Una delicadísima capa de plumas rojas cosida por los indígenas Tupinambá que estaba en la colección real danesa desde 1689. Alemania, en realidad el Museo de Historia Natural de Nacional de Karlsruhe, devolvió en 2023 el Ubirajara jubatus, el fósil de un dinosaurio que vivió hace 110 millones en Ceará, convertido en el más famoso de Brasil gracias a una exitosa campaña en redes para exigir su vuelta desde Alemania.
El caso de la esmeralda de Bahía es tan enrevesado como una buena telenovela brasileña. Muchos protagonistas, enredos, traiciones y una trama que a veces cuesta seguir. Durante años y hasta ahora, un elento de personas y empresas que reclaman la propiedad han batallado en los tribunales estadounidenses, representados por un nutrido ejército de bufetes. La justicia ha reconocido a alguno de ellos que actuó de buena fe y fue engañado, pero a ninguno de ellos le ha reconocido el derecho de propiedad.
El juez federal estadounidense Reggie Walton dio el pasado 21 de noviembre la razón al Estado brasileño, que lleva años inmerso en la batalla judicial para recuperar lo que considera un tesoro nacional. Los abogados del Ministerio Público brasileño adoptaron una novedosa estrategia en vez de entrar en la pelea por la propiedad, según Reuters. Reclamaron a sus colegas de EE UU que cumplieran el acuerdo bilateral por el que se comprometen a hacer cumplir las sentencias brasileñas. El magistrado brasileño que condenó en 2017 a los que sacaron la piedra de Brasil exigió también que fuera repatriada. Ahora el juez Walton exige que eso sea cumplido.
La sierra de Carnaíba es considerada la capital brasileña de las esmeraldas. Era 1963 cuando un agricultor que estaba limpiando los rastrojos de su parcela se topó con unas brillantes piedras verdes bien. Las entregó a las autoridades. En un santiamén, la noticia de que en esta ciudad del interior de Bahía había esmeraldas llegó hasta lejanos rincones del Estado, mayor que Francia. Rápidamente, apareció un ejército de garimpeiros (mineros artesanales) a horadar la tierra, según el Jornal Correio. Aquello fue una fiesta hasta finales de los setenta, cuando los mineros se toparon con una placa de cuarzo infranqueable.
Entraban los ochenta cuando llegó a Pindobaçu y a otras ciudades de la sierra la noticia de un nuevo yacimiento de esmeraldas en Goiás, a 1.500 kilómetros hacia el oeste, y para allá tiraron. Alguno quizá hasta se hizo rico, pero lo más valioso para los garimpeiros bahianos fue conocer los avances tecnológicos de sus colegas de Goiás. Aprendieron a excavar más allá de la placa de cuarzo. Y, claro, volvieron a casa de inmediato con los nuevos saberes para arrancar a la tierra las cotizadas piedras. Y ahí siguen.
Organizados en una cooperativa desde 2006, unos 600 mineros trabajan en los 81 yacimientos del municipio. El año pasado extrajeron 400 toneladas de la piedra en la que están incrustadas las preciosas gemas verdes. Pero el premio mayor son las hermanas de la esmeralda Bahía. Seis han descubierto en 25 años. La última, hace nada, en septiembre.
No es descabellado pensar que si Brasil logra recuperar este tesoro nacional, una de las opciones sea depositarlo en el el Museo Geológico de Bahía, en Salvador. La museóloga Elizandra Pinheiro asegura que nadie se ha puesto en contacto con ellos para tratar esa posibilidad. Más allá de los millones de dólares en los que está valorada, la esmeralda posee un enorme valor patrimonial. “Representa un contexto histórico, a la comunidad garimpeira [minería artesana], una actividad económica que pasa de generación en generación,...”, explica Pinheiro, que recuerda que Bahía ya tuvo sus fiebres de diamantes, de oro, de esmeraldas… El museo, que divulga el rico patrimonio geológico del Estado, expone meteoritos, fósiles, etcétera, y es también centro de investigación. En 2025 ,cumple medio siglo. Quién sabe si, en un nuevo giro inesperado de esta larga saga, recibe un regalo extraordinario.
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