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Brasil multa con 13,5 millones de dólares a la petroquímica que cavó minas bajo una ciudad que se hunde

El país está pendiente de los barrios de la ciudad de Maceio, ya deshabitados, que amenazan con colapsar por culpa de la extracción de sal de roca

Maceio minera Braskem
Una de las zonas afectadas y donde las viviendas fueron demolidas, fotografiada después de que las autoridades alertaran del peligro de colapso.STRINGER (REUTERS)
Naiara Galarraga Gortázar

El Instituto de Medio Ambiente del Estado de Alagoas ha impuesto este martes una multa de 72 millones de reales (13,5 millones de dólares) a la petroquímica Braskem, la sexta compañía del sector a nivel mundial, por daños ambientales y por el riesgo de que cinco barrios de Maceio, capital estatal y una ciudad de un millón de habitantes en la costa nordeste, desaparezcan en un agujero gigante. Brasil sigue muy pendiente de la velocidad a la que se hunde el terreno. El movimiento se ha ralentizado —6,3 centímetros el lunes— pero el peligro persiste, según las autoridades. Las miles de viviendas de la zona están deshabitadas desde 2019, un año después de que los geólogos determinaran que el hundimiento es consecuencia de décadas de actividad minera de Braskem. La empresa ha incumplido la orden de rellenar la mina para estabilizar el suelo, según informa este martes el diario O Globo.

Los problemas con parte del terreno sobre el que se levanta Maceio (un quinto de la ciudad) duran cinco años. Los vecinos de las 14.000 viviendas directamente afectadas ya fueron desalojados años atrás; los cinco barrios que hubo sobre la mina que amenaza con colapsar son ahora una zona fantasma. Lo que durante años fue una noticia bastante local saltó a primera plana de la actualidad nacional este vienes después de que varios movimientos sísmicos aceleraran un proceso de hundimiento que comenzó en 2018. “Alerta máxima por el riesgo inminente de colapso”, fue el inequívoco aviso lanzado por las autoridades.

Mientras el alcalde de Maceio, capital del Estado de Alagoas, insistía el fin de semana en que los efectos de un colapso total del terreno eran imposibles de estimar porque sería “un evento inédito en el mundo”, al presidente Luiz Inácio Lula da Silva la crisis le pilló en la cumbre climática COP28, en Dubái, en una visita para presentar Brasil como el gran protector de la Amazonia y un actor en la vanguardia de la lucha contra la emergencia climática.

La ministra de Medio Ambiente y Cambio Climático, Marina Silva, ha criticado este martes en Berlín que era “una actividad desastrosa”, según informa Folha. Silva ha recalcado que “la responsabilidad de Braskem es total” y ha insistido en que los procesos de autorización ambiental tienen que ser rigurosos porque flexibilizarlos tiene efectos catastróficos para miles de personas, como demuestra el caso de Maceio. La ministra acompaña al presidente Lula en una visita oficial a Alemania.

Con el peligro disparado en Maceio llegó el escrutinio sobre la empresa causante, el gigante Braskem, que cotiza en Bolsa, tiene 8.000 empleados y clientes en más de 70 países de todo el mundo. La compañía incumplió sus propios planes de empezar a rellenar las galerías de la mina con arena para estabilizar el suelo. El inicio de este proceso estaba previsto para el 25 de noviembre, pero no comenzó. Y cuatro días después una sucesión de movimientos sísmicos aceleró el hundimiento y disparó todas las alarmas. El proceso de relleno, que la petroquimica ha ha realizado en otras minas, iba a requerir año y medio.

Ante el agravamiento de la crisis, la fiscalía federal y estatal han presentado una nueva demanda en la que exigen a la compañía y al Ayuntamiento 1.000 millones de reales (200 millones de dólares) para afrontar el aumento de los riesgos y que Braskem indemnice a más familias.

Braskem, que tenía un stand en la COP18 como empresa amigable con el medioambiente, lo tuvo que cerrar a toda prisa ante el bochorno y el desfase entre su publicidad y los efectos de sus actividades en Maceio. El director general de la multinacional, Roberto Bishoff, aseguró este lunes en São Paulo que la compañía está comprometida a resolver este asunto “sin poner en riesgo a las personas” y, sin entrar en detalles, atribuyó la polémica “a intereses políticos que acaban creando informaciones distorsionadas, [en] redes sociales”.

Los técnicos del Servicio Geológico Brasileño ya dictaminaron en 2019 que el terreno estaba cediendo a causa de las actividades de Braskem, que durante casi medio siglo horadó aquel terreno de Maceio donde vivían casi 60.000 personas para para extraer sal de roca, que se usa para fabricar sosa cáustica y PVC. En estos casi cinco años se ha hundido 1,8 metros.

El organismo del Ministerio de Minas que supervisa las actividades del sector ordenó a la empresa que cesara de sacar sal de roca y clausurara las minas afectadas. Dos años tardó en elaborar un proyecto que, según O Globo, inicialmente contempló sellar solo la entrada de la mina. La propia compañía cambió de planes porque al constatar que la cavidad estaba despresurizada, decidió rellenarla los casi medio millón de metros cúbicos de galerías con arena. Mientras, la mina se hundía y el volumen a llenar se reducía.

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Sobre la firma

Naiara Galarraga Gortázar
Es corresponsal de EL PAÍS en Brasil. Antes fue subjefa de la sección de Internacional, corresponsal de Migraciones, y enviada especial. Trabajó en las redacciones de Madrid, Bilbao y México. En un intervalo de su carrera en el diario, fue corresponsal en Jerusalén para Cuatro/CNN+. Es licenciada y máster en Periodismo (EL PAÍS/UAM).

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