¿Por qué acabaron la estrategia de divulgación científica de Colombia?
Mientras el presidente colombiano, Gustavo Petro, alardea en una entrevista sobre su interés por la ciencia, el Ministerio encargado de la materia cancela y borra todo rastro del programa de divulgación ‘Todo es ciencia’


En un país donde se idolatra al narco y al youtuber, pero se menosprecia al profesor y al científico, es emocionante hasta las lágrimas escuchar a un presidente que cada tanto recuerda a sus contertulios su pasión e interés por la ciencia. De hecho, en la entrevista que a comienzos de esta semana le otorgó el presidente Gustavo Petro a Daniel Coronell, el mandatario de los colombianos aprovechó una de sus decenas de digresiones para hacer referencia a la ciencia, a la importancia de esta, al hecho de que la ciencia es una suerte de potenciador de la democracia.
¡Bienaventurada Colombia si sus palabras fueran sinceras! ¡Qué esperanza inmensa embriagaría nuestros corazones si esas loas a la ciencia no fueran más que uno de los miles de disfraces que se pone el presidente para tratar de convencer a sus interlocutores respecto a una sabiduría iluminada de la cual se cree poseedor! Pero infortunadamente no es así.
Con esto no quiero negar que Petro pueda tener un genuino interés por la ciencia. Seguro sí sabe de conceptos e ideas transversales al mundo científico y, como muchos no legos, ha ido aprendiendo más y más. Sin embargo, a un presidente no se le pide que nos enrostre permanentemente su saber, sino que con su labor demuestre que sus discursos y sus convicciones van más allá del monólogo del engreído. En el caso que nos ocupa, el ideal sería que el presidente enamorado de la ciencia fuera un gran promotor de la misma, mas la realidad es absolutamente contraria: pocos científicos le acompañan y su círculo de asesores está configurado por los más repugnantes especímenes de la política que crecen y se empoderan gracias a la ignorancia del pueblo en general.
Si Petro fuera el enamorado de la ciencia que dice ser, no habría permitido que, con cualquier excusa peregrina, el Ministerio de Ciencias hubiera acabado con el único programa de divulgación científica que había logrado consolidarse a lo largo de tres gobiernos. Pero Petro gusta de la ciencia porque le permite sentirse superior a los demás. “Todo es ciencia”, el programa de divulgación que no solo canceló, sino que además desapareció el Ministerio, no es lo que a él le gusta. Eso no lo hace brillar a él. Esa ecuación no le funciona.
¿Qué hacía “Todo es ciencia”? La explicación breve es que esa iniciativa, que nació en 2016, buscaba acercar a la población en general a la ciencia en sus distintas vertientes demostrando que esta está presente en todos los renglones de nuestra vida cotidiana: desde el teléfono móvil por el que nos comunicamos hasta las flores que nos rodean o los materiales con que nos vestimos. El objetivo principal era quitarle a la ciencia ese halo elitista que hace que muchos la vean con temor y reverencia, para convertirla en algo atractivo y cotidiano.
La estrategia de divulgación científica empezó a agonizar hace un año, cuando circularon los primeros rumores sobre el interés del Gobierno por acabarla. Entonces no hubo una explicación, así como no la hay ahora, cuando ya es un hecho que “Todo es ciencia” se acaba. Seguro tendrán mejor destino para los recursos que allí se invertían. Pero lo que resulta imposible de entender es que los productos que ya existían y estaban disponibles en internet fueron desaparecidos. Como si desde el Ministerio quisieran borrar cualquier vestigio de que alguna vez en Colombia sí se buscó que los colombianos masivamente aprendiéramos de ciencia, más allá de los delirios de un presidente que se cree científico.
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