Un tsunami político sacude a Colombia tras la absolución al expresidente Álvaro Uribe Vélez
El Tribunal Superior de Bogotá exonera al político de derechas de todos los cargos en su contra. El expresidente planea aspirar al Senado


Álvaro Uribe Vélez pasa por uno de sus mejores momentos políticos. El expresidente de derechas, el más popular en las últimas dos décadas en Colombia, fue exonerado este martes en segunda instancia, tras haber sido condenado inicialmente a 12 años de prisión, por los delitos de soborno a testigos y fraude procesal. El Tribunal Superior de Bogotá revisó en los últimos dos meses esa sentencia, y concluyó que tenía graves errores. Si bien un abogado de Uribe, Diego Cadena, ofreció beneficios a varios antiguos paramilitares para que declararan en favor del político, y por ello está condenado en un proceso paralelo, los magistrados consideran que no está demostrado que el expresidente hubiera diseñado el plan para engañar a la justicia. La noticia cae como un bálsamo en la derecha, que espera que Uribe participe en su lista al Senado en las elecciones legislativas de marzo del próximo año, y como un puñal en la izquierda, pues una de las víctimas del proceso es el senador Iván Cepeda, precandidato la presidencia por el oficialismo y quien se mide electoralmente el próximo domingo en una consulta interna para definir el aspirante del petrismo.
Con la decisión del Tribunal, el sistema de justicia deja una sensación de incertidumbre. Primero, por sus diferencias abismales frente al fallo de primera instancia y por la posición divergente de uno de los tres magistrados, Leonor Oviedo, quien ha señalado en la audiencia del martes que se debió confirmar la condena inicial. En ella, la jueza Sandra Heredia señaló que eran válidas unas interceptaciones hechas por error a Uribe en 2018, mientras el Tribunal considera que son pruebas ilícitas y que violan la intimidad del político. Heredia encontró que era claro que Uribe sabía de los sobornos ofrecidos por Cadena, a partir de lo que se infiere en los audios entre los dos, pero los magistrados consideran que esta es una interpretación sin sustento suficiente.
El proceso penal, que los colombianos siguen como si fuera una telenovela desde 2018, era el primero que llevaba a un expresidente a una cárcel en más de medio siglo. Los jefes de Estado son investigados por sus hechos como presidentes por la Comisión de Acusaciones de la Cámara de Representantes, donde las lógicas políticas suelen estancar las investigaciones. Este caso era distinto, porque los hechos ocurrieron en 2017 y 2018, cuando Uribe no era presidente sino senador. La investigación inició en la Corte Suprema de Justicia, que en 2020 pidió la detención de Uribe por “posibles riesgos de obstrucción a la justicia”. El expresidente renunció entonces su curul, lo que hizo que el caso pasara a la Fiscalía General, que diría entonces un aliado del uribismo, Francisco Barbosa.
Esa Fiscalía pidió cerrar el caso varias veces, alegando falta de pruebas, pero varios jueces frenaron esa intención, alegando que sí había suficiente material para llamar al político a un juicio. La actitud de la institución cambió cuando llegó una nueva fiscal general, Luz Adriana Camargo, ternada por el ahora presidente Gustavo Petro, enemigo acérrimo de Uribe. La Fiscalía acusó entonces a Uribe y Heredia le dio la razón. Pero, en esos largos ires y venires en las cortes y la Fiscalía, en los que distintos funcionarios están en desacuerdo sobre la validez y la eficacia de las pruebas, queda un sentimiento de incertidumbre jurídica, como si la culpabilidad o inocencia de una de las mayores figuras de la política colombiana en lo que va del siglo dependiera solo de las manos en las que caiga el expediente.
El primero en apelar a dichas dudas fue el mismo presidente Petro, que lleva más de tres años gobernando con una actitud desafiante ante las cortes. “El Tribunal Superior de Bogotá repite la historia, contradicen a la Corte Suprema de Justicia, y afirma que la interceptación que judicialmente hizo un magistrado de la Corte Suprema a un delincuente, en donde aparece la voz de Uribe hablando de sobornos, es intimidad“, dijo el mandatario. ”Los espero en la plaza de Bolívar de Bogotá este viernes para comenzar la recolección de las firmas del poder constituyente”, añadió el jefe de Estado, que en varios momentos ha apelado a un posible cambio de la Constitución para reformar el sistema de salud, de educación, y ahora de justicia. Petro dice que no es él quien lo impulsaría, sino la ciudadanía, pero la convoca en sus redes sociales.
“El país requiere una reforma profunda a la justicia”, hizo eco a la propuesta la exministra de Salud de Petro, Carolina Corcho, quien aspira a ganar la consulta popular del próximo domingo frente a Cepeda, el senador que lidera el caso penal contra Uribe Vélez y que es el gran perdedor de la jornada.
La derecha, por su lado, celebra por lo alto con miras al 2026. Uribe ha dedicado los últimos dos meses a reunirse con varios precandidatos de la derecha que quieren su bendición para las elecciones presidenciales. Su partido político, el Centro Democrático, ya anunció que su fundador - quien no puede aspirar a una reelección presidencial-, será candidato al Senado, lo que jalona a millones de votantes a votar por la agrupación. Esa fue una fórmula ganadora en 2014 y 2018, una que promete aumentar su poder si logran capitalizar la absolución a Uribe Vélez.
Esta derrota para la izquierda y victoria para la derecha, sin embargo, no es el final de la historia. El senador Cepeda y personas reconocidas como víctimas en el proceso, como el ministro de Justicia Eduardo Montealegre, han anunciado que interpondrán un recurso de casación, para que la Corte Suprema revise el fallo de segunda instancia. Aunque los magistrados podrían tomarse uno o dos años en ello, será realidad la paradoja de que el proceso penal más sonado de Colombia volverá al lugar donde arrancó y del que Uribe buscó alejarse.
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