La reputación de Ecopetrol cotiza a la baja
La renuncia de Mónica de Greiff a la junta agudiza la falta de confianza de los mercados en una la petrolera que ha perdido 18% de valor en bolsa en 2025


Ecopetrol, la petrolera del logo de la iguana, cotiza a la baja. Ya no parece ser cool. O al menos ha perdido el aire fresco de otros tiempos. Y esta semana surgieron dos noticias que certifican el declive de la marca. El miércoles, la agencia de monitoreo empresarial española Merco dio a conocer que la empresa más grande de Colombia se desplomó de la casilla 6 en 2024 a la 17 en su escalafón anual de reputación. Apenas un día antes, renunció a la junta directiva de la compañía de mayoría estatal su presidenta, Mónica de Greiff. Como consecuencia de los bandazos internos la cotización de la acción en la bolsa de Nueva York ha caído un 18% en promedio en 2025. El buque insignia de la economía colombiana está en jaque.
Una fecha clave en esta historia es el 11 de abril de 2023. Ese día fue anunciado el nombramiento del ingeniero Ricardo Roa Barragán en la dirección de la mayor empresa del país. Llegaba rodeado de polémica: sin trayectoria en el sector de hidrocarburos, el nuevo gran capitán venía de gerenciar la campaña presidencial de su amigo y actual presidente, Gustavo Petro. La resistencia de críticos y observadores ante la llegada de un funcionario con dosis de carga política –quizás mayores a la habitual– generó un ambiente de reservas. Al interior, con la compleja gobernanza de una compañía que cuenta con más de 18.000 empleados, ya se anticipaban todas las dificultades de un cambio de ciclo.
“El Gobierno empieza a mandarle señales muy complejas al mercado. Uno: nombra a una persona que no es un gran técnico petrolero. Para manejar el avión más importante del país, usted necesita al mejor piloto. Y los inversores dicen: ‘no me convence porque no es un experto en el tema”, recuerda el consultor y economista Camilo Herrera. A nivel financiero, el gigante petrolero ha padecido, como es usual en su operación, los sobresaltos de la cotización del dólar y del barril de Brent, el crudo mundial de referencia. Pero las fracturas han tenido, sobre todo, raíz interna. En el cambio de orientación liderado por un Gobierno de izquierdas interesado en desenganchar al país gradualmente de su dependencia económica del petróleo.
Es posible que uno de los orígenes de la actual crisis se encuentre en aquellos planes de transición energética del Ejecutivo, que buscan descarbonizar la matriz. Se trata de un desafío monumental para un país cuyos ingresos corrientes provenientes de la renta petrolera representaron un 8,4% del total en 2024. ¿Cómo va a reemplazar Colombia uno de sus mayores motores? El Gobierno, propietario del 88,5% de Ecopetrol, ha insistido en el turismo y el empuje del agro. Pero ante la falta de concreción en la comunicación, la incertidumbre ha ganado terreno.
“Todo lo que está ocurriendo destruye valor”, explica el analista consultor en reputación Andrés Gómez, “porque las discrepancias entre la estrategia del Gobierno y la administración de Roa, claramente alineados entre sí, frente a las voces opositoras dentro de la junta directiva, generan la impresión de que el carro está siendo manejado sin saber bien el norte”. Se refiere, entre otras, a las dos auditorías internas encargadas por la junta para evaluar el impacto reputacional que a solo 6 meses de asumir el cargo ya pesaba sobre los hombros del gerente de la petrolera.
La primera de ellas, elaborada por la firma británica Control Risk en 2024, alertaba sobre los inconvenientes futuros: las investigaciones formales por la posible violación de los topes legales por parte de la campaña presidencial que gerenció Roa, sumado a su cercanía con empresarios del sector energético que aportaron a la aspiración de Petro, levantaría serios inconvenientes a Ecopetrol. Este año, mientras la Contraloría y la Procuraduría avanzan con sus investigaciones, se conoció una segunda auditoría. Esta vez contratada a la firma de abogados neoyorquina Covington & Burling LLP. Su costo ascendió a 5.875.000 de dólares, más de 7 veces el monto de la tarifa de 800.000 pagado por el primer reporte.
Camilo Herrera resume que el deterioro en la imagen de la compañía es doble. Por un lado, en los mercados de capitales: la agencia estadounidense S&P le rebajó la calificación crediticia de BB+ a BB el pasado 27 de junio y mantiene la perspectiva negativa. Subraya, además, que los mercados de capitales son reticentes a la intromisión política tan marcada en los órganos corporativos. Por ello, añade que su cotización en bolsa se ha descolgado, aunque la petrolera mantenga estable su producción. Y, por el otro, se halla la percepción de los colombianos. “Segundo: para el ciudadano común que ha comprado acciones, que ha perdido plata, significa desprestigio, y pérdida de cariño y vínculo. La iguana ya no es play porque la percepción es que no sabe siquiera para dónde va”.
Roa Barragán también es investigado por la compra de un lujoso apartamento, al norte de Bogotá, a una sociedad vinculada con un empresario de los hidrocarburos con contratos en Ecopetrol. Hoy la Procuraduría trata de esclarecer si ocultó información al asumir la presidencia de la petrolera e incurrió en conflictos de interés. “Lo que la opinión pública conoce sobre la compañía es acerca del ruido por los problemas del presidente ante la justicia. Es difícil, porque muy pocos colombianos saben sobre el rumbo estratégico o el negocio del petróleo”, argumenta Gómez.
En suma, la caída de la marca de la iguana en el escalafón de Merco, donde había ocupado siempre una plaza entre los primeros diez, era más o menos previsible. “La reputación no es un factor intangible”, concluye Gómez, “se puede medir por la capacidad de atraer talento. Por el nivel de rotación de sus colaboradores. Nadie se quiere ir de una compañía prestigiosa. Si mi marca, además, es una buena aliada de sus proveedores, seguramente mi cotización en Bolsa se comportará al alza”.
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