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Newsletter de Colombia
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

La reforma laboral, entre las urnas y la calle

Será el nuevo gran cisma político en el país y marcará la campaña como lo hizo en otra época el plebiscito por la paz

Catalina Oquendo
El presidente de Colombia, Gustavo Petro, llega a la Plaza de Bolívar para dar su discurso tras convocar a una consulta popular para defender las reformas sociales propuestas en su Gobierno, el 18 de marzo de 2025, en Bogotá, Colombia.

La reforma laboral pasó de ser la gran victoria de Petro en el Congreso al nuevo gran cisma político en el país. El presidente ha llamado a las calles y le pide a la gente que tome posición, a grandes rasgos, entre dos frentes: “trabajar, trabajar y, trabajar”, la antigua consigna del uribismo, o “trabajar y vivir”, la suya. La división recuerda los tiempos del sí o el no por el acuerdo de paz y marcará desde ya la campaña electoral en un contexto en el que Petro busca reunificar a la izquierda alrededor de la lucha laboral.‌

Este martes, sindicatos y trabajadores afines al progresismo y la izquierda salieron en todo el país a manifestar su apoyo a la decisión del Gobierno de hacer una consulta popular sobre la reforma, después de que ocho congresistas firmaran su ponencia de archivo, con lo cual el proyecto de Ley quedó virtualmente hundido. En la tarde, poco tiempo después de que el presidente hablara en la Plaza de Bolívar ante sus bases, la mayoría de la Comisión Séptima del Senado le dio la estocada final y hundió definitivamente la reforma laboral sin discutirla.

‌El proyecto de Ley del Gobierno pretendía “recuperar derechos perdidos por los trabajadores” y no apuntaba —según han explicado sus ministros—a la generación de empleo. Proponía reducir la jornada laboral de 48 a 42 horas semanales, que el recargo nocturno se pague por trabajar desde las 7:00 p.m. y no desde las 9 p.m., (fue desde las 10 p.m. en el Gobierno de Álvaro Uribe y se modificó en el de Juan Manuel Santos); que el recargo dominical sea del 100 % del salario, no del 75%; que los aprendices del Sena ganen el salario mínimo y no el 70% de este como es hoy; que los rapitenderos tengan un contrato laboral; y que haya licencias para salud menstrual, entre otros avances.

‌Desde el sector empresarial argumentaron que esas medidas harían más difícil crear nuevos empleos y que, por las cargas como las horas extras que deben asumir los empresarios, directamente generaría desempleo. También afirmaron que la reforma no apuntaba a resolver la informalidad y que los cambios propuestos solo llegarían a quienes tengan empleos estables.

‌La exministra del Trabajo Gloria Inés Ramírez había logrado la aprobación de la reforma en la Cámara y la dejó ambientada en el Senado. Por eso, para el Gobierno fue una sorpresa la decisión de los ocho congresistas. Según el nuevo ministro, Antonio Sanguino, “el “autor intelectual” del hundimiento fue el liberal Miguel Ángel Pinto, quien hizo cambiar de decisión a varios de colegas, que antes se planteaban hacer ajustes al texto. Pinto es también, ha dicho irónicamente el ministro, el jefe de la campaña legislativa y presidencial del 2026 que comenzó con esta decisión.

‌Petro ha denunciado lo ocurrido como un bloqueo institucional; mientras la oposición y otros sectores críticos señalan que el llamado a la consulta y a la calle son la excusa del presidente frente a su ineficacia en el Congreso y ante la sensación de caos que producen sus constantes cambios de gabinete. La ministra Ramírez renunció en medio del cambio de piel del Gobierno con la llegada de Armando Benedetti.

‌El presidente ha criticado fuertemente a los congresistas y ellos han respondido diciendo que Petro no respeta la división de poderes. Hace unos días, Sanguino dijo a EL PAÍS que el Gobierno no se aferrará a “una consulta de manera caprichosa”, pero ya estaban probando algunas de las preguntas que planean llevar a las urnas: “¿Está de acuerdo usted con que la jornada laboral en Colombia empiece a las 6 de la mañana y termine a las 7 de la noche?”, “¿Está de acuerdo con recibir una remuneración por horas extra, festivos y dominicales?”.

‌Este martes, Petro lanzó la campaña popular por esa consulta, que aún no ha presentado formalmente. “Quedan convocados, arranca la consulta popular”, dijo ante una multitud que le vitoreaba en la Plaza de Bolívar. Benedetti, hoy ministro del Interior, subió la apuesta: “Ya no nos importa si se hundió o no se hundió la reforma laboral en el Congreso, ya el presidente de la República con sus ministros tomó la decisión de una consulta popular y la consulta va, sí o sí”, dijo.

‌No es claro cuáles serán los tiempos para la consulta -porque aún no la ha presentado-, si es que esta es aprobada por la plenaria del Senado como exige la ley. Tampoco se sabe si logrará reunir los 13.654.457 votantes necesarios para que sea válida, una cifra alta para un presidente elegido con 11.219.986 votos. Menos aún, cuántos votarían por el sí. Si fracasa, el Gobierno quedaría virtualmente acabado. El presidente ha dicho que no tiene miedo. “Me arriesgo”.

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Sobre la firma

Catalina Oquendo
Periodista de la edición América de EL PAÍS. Comunicadora y Magister en Relaciones Internacionales. Ha recibido el Premio Nacional Simón Bolívar 2024 en crónica; y el Premio Gabo 2018, con el trabajo colectivo Venezuela a la fuga. Ha sido corresponsal de EL PAÍS en Colombia, edita Lideresas de Latinoamérica y escribe la Newsletter de Colombia.
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