Petro adelanta la campaña electoral con un referéndum que marcará la suerte de su Gobierno

La paciencia de Gustavo Petro se ha agotado. El presidente, según quienes le rodean, siente que el tiempo de su Gobierno se acaba y no ha logrado los cambios que tenía en la cabeza cuando llegó al poder. Le tiene pánico a pasar a la historia como un presidente irrelevante y por eso ahora quiere jugársela a un todo a nada. Petro ha anunciado que convocará una consulta popular para que los ciudadanos, de manera directa, decidan la suerte de las reformas de la salud y laboral. La apuesta resulta arriesgadísima, pero los que lo conocen bien argumentan que ha sido así, a punta de saltos al vacío, como ha logrado ser el primer presidente de izquierdas en la historia moderna del país.

Petro necesita una gran movilización para salir bien parado de este envite. Necesita que al menos 13,6 millones de personas voten en cada una de las preguntas y que la mayoría lo haga de manera afirmativa. Ese número es muy alto. El presidente obtuvo en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales de 2022 un total de 11,2 millones de votos. Si lograse unas cifras menores que esas, su credibilidad quedaría muy tocada y lo que queda de Gobierno sería tiempo muerto hasta que llegase el siguiente.

Esta va a ser una forma de adelantar la campaña electoral. Petro pondrá a prueba si tiene la suficiente fuerza para nombrar a un sucesor o sucesora que prosiga el camino que ha abierto su Gobierno. Los candidatos de otro signo que quieran presentarse a las presidenciales del año que vienen tienen una oportunidad para hacer campaña y llegarle a los ciudadanos. En ese terreno se moverán Vicky Dávila, Claudia López, Alejandro Gaviria y Luis Gilberto Murillo, entre otros. Están en un escenario en el que pueden torcerle el brazo al presidente y enseñarle el camino de salida.

Pero no va a resultar tan sencillo. Petro sabe movilizar a la gente, lo ha hecho durante toda su vida política. Y a su lado ahora tiene de nuevo a Armando Benedetti, el que fue su jefe de campaña. Juntos lograron una victoria hace menos de tres años con gran parte del establishment en contra. Benedetti está totalmente a favor de la consulta y con ganas de empezar a organizarla desde hoy mismo. Digamos que ambos vuelven a su estado natural, el de la agitación y las masas, al que Petro apela enfebrecido cuando habla de “el pueblo”. Eso sí, una derrota finiquitaría el tiempo de los dos y dejaría al Gobierno en una situación similar a la del último Iván Duque, que después de las protestas sociales se hundió y nunca más remontó.

El Gobierno de Colombia no ha vivido una sola semana de tranquilidad en todo 2025. Una crisis se ha superpuesto a la otra. Casi todas provocadas de forma voluntaria por el presidente, por no decir todas. Dejó que algunos de sus ministros se fueran por no estar de acuerdo con que Benedetti fuese ahora la persona fuerte del Gobierno. Evidenció ante todo el país, en un Consejo de Ministros televisado, que no estaba satisfecho con el rendimiento de los miembros de su Gabinete. Le echó un pulso a Donald Trump y ahora llama a las urnas. Por la mañana, si uno lee sus mensajes, parece que el mundo va a acabarse. Pero cae la noche, vuelve a amanecer y todo empieza de nuevo.

Benedetti había conseguido días atrás destrabar la reforma a la salud, que resulta clave para Petro. Una victoria para el Gobierno, un momento de calma. En realidad, no. El hecho de que ahora se haya estancado la laboral y que piense que a la de la salud, a la larga, le va a ocurrir lo mismo ha sacado al presidente de sus casillas. No quiere más trámites farragosos, ni comisiones, ni burocracia. Plantea el debate de frente, a un sí o un no. Quiere volver a subirse a la tarima y convencer a la gente de que le dé poder, que es al fin y al cabo en lo que consiste en hacer política. Petro y Benedetti ya quieren empezar la campaña electoral.