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El movimiento feminista cuestiona a uno de los mártires de la política de Colombia, el liberal Luis Carlos Galán

Manifestantes pintaron y quemaron una estatua del líder, un gesto de protesta al alcalde de la capital y que abre un debate sobre el pasado machista de los héroes nacionales

Una mujer pinta la estatua de Luis Carlos Galán, durante la marcha del 8M, en Bogotá
Una mujer pinta la estatua de Luis Carlos Galán, durante la marcha del 8M, en Bogotá.Luisa Gonzalez (REUTERS)
Camila Osorio

La historia de uno de los líderes políticos más conocidos y admirados de Colombia, el liberal Luis Carlos Galán, ha pasado a revisión del movimiento feminista. Recordado especialmente por su valentía en denunciar al capo Pablo Escobar, fue asesinado por el narcotraficante y varios socios en 1989, cuando era precandidato presidencial y favorito para resultar elegido. La indignación fue generalizada, el Gobierno declaró el estadio de sitio, su sucesor ganó la presidencia y se construyeron varias estatuas en su honor. El sábado pasado, durante las marchas por el Día Internacional de la Mujer, un grupo de manifestantes incendió la base de una de estas estatuas, la grafiteó y la pintó de colores. “En memoria de las que no están”, dice una de las pintadas. “No más Galán”, se lee en otra. Recordando que Galán tuvo una relación con una empleada de servicio de su casa, de la que nació un hijo no reconocido, parte del movimiento feminista pide con él—como ya han pedido movimientos sociales con el libertador Simón Bolívar, o con el fundador de Bogotá Gonzalo Jiménez de Quesada— mirar el lado B de los hombres que cambiaron la historia de Colombia.

Al debate sobre si el movimiento feminista se pasó de la raya o no entraron todo tipo de políticos de alto nivel, como el presidente Gustavo Petro, la Defensora del Pueblo Iris Marin, o el alcalde de la capital, Carlos Fernando Galán, hijo del mártir colombiano. “La destrucción de bienes no es una forma válida de manifestarse”, dijo el alcalde, sin mencionar la estatua en particular. Añadió que ya pidió a la Fiscalía y Policía identificar a “las responsables de la destrucción”. El presidente, por su parte, dijo que desaprueba ese manejo de la estatua de “un hombre que fue un líder importante del país”. Y la Defensora, quien en el pasado ha denunciado el machismo en el Gobierno, rechazó el que vio como un ataque a un monumento de quien “fue asesinado por defender el Estado de Derecho contra la corrupción” e inspiró la Constitución de 1991 ″que ha amparado la causa de la igualdad entre hombres y mujeres”.

No es la primera vez que el alcalde Galán y las feministas se la llevan mal. Hace un año, cuando la marcha ocurrió en la Plaza de Bolívar, en el centro de la capital, el burgomaestre recibió duras críticas de la opinión pública después de que la Policía rodeara la plaza, lanzara granadas aturdidoras a las manifestantes, y apagara las luces del lugar. Este año entonces la concentración más grande de las mujeres no fue alrededor de la estatua de Bolívar sino frente al Concejo de Bogotá, un espacio amplio donde está, en el centro, la estatua del mártir Luis Carlos Galán, el padre del alcalde. “Lo de la estatua de Galán resulta, en este momento, una respuesta a la coyuntura que hay en la ciudad, hay un descontento frente a las acciones del actual alcalde en temas de género”, explicó en Blu Radio una de las manifestantes.

En la otra esquina del debate sobre cruzar o no una línea al quemar la estatua, se plantaron feministas que, si bien no niegan el injusto asesinato, piden recordar otra faceta de la historia, una que muestra que hasta los mártires pueden ser machistas. Varias mujeres jóvenes en redes sociales, y en medios independientes, recordaron la historia de María Isabel Corredor Barrera, una campesina pobre que trabajó en la casa de los Galán Sarmiento hace varias décadas. Corredor tuvo un hijo con Luis Carlos cuando este tenía 22 años. Luis Alfonso, el hijo, pasó más de tres décadas intentando ser reconocido por la familia, de la élite bogotana, y pidiendo el apellido que su padre sí había dado a sus tres hijos matrimoniales: el hoy alcalde Carlos Fernando, el exsenador Juan Manuel, y el único no político, Claudio. Luis Alfonso contó su historia hace un poco más de diez años a Noticias Caracol.

Dos mujeres queman varias pancartas usando aerosoles y fuego, en la base de la estatua de Luis Carlos Galán.
Dos mujeres queman varias pancartas usando aerosoles y fuego, en la base de la estatua de Luis Carlos Galán.Luisa Gonzalez (REUTERS)

“Entiéndeme que en este momento no te puedo reconocer”, recuerda Luis Alfonso que le dijo el líder cuando, a sus 17 años, lo enfrentó sobre el tema. “Mi conclusión era que si eso se conocía públicamente, sus enemigos iban a utilizar eso para atacar”, añadió en el programa de televisión. “Yo lo encaré diciendo: ¿cómo era posible que se enfrentara al narcotráfico, a Pablo Escobar, pero conmigo era totalmente, digamos, le faltó ese valor, carácter”, rememoró. Luis Alfonso finalmente consiguió el apellido en 1998, casi una década después del magnicidio. Habla de su papá en medios con respeto y, ante la estatua quemada, dijo en X que “la mujer colombiana es más que esto”, y “Luis Carlos Galán no es una estatua, al contrario, engrandecen su memoria”.

Las críticas, sin embargo, buscan que el de Galán sea otro ejemplo para demostrar que los hombres de la historia de Colombia, admirados en estatuas, también pudieron ser machistas. “Dejen de adorar ídolos con pies de barro”, dijo en X la feminista bogotana Isabel Londoño Polo. “El asesinato de Galán fue repudiable, como el de miles de víctimas de la violencia en Colombia, y eso no tiene discusión. Pero eso no quiere decir que sus prácticas patriarcales no se pueden criticar, y que su figura se debe dejar de romantizar”, dijo otra, Juana Afanador, quien recordó que por muchos años fue común que los jóvenes de la burguesía colombiana iniciaran su vida sexual abusando de las empleadas domésticas en sus casas. Más jóvenes se sumaron desde entonces: “Usó el poder para sostener relaciones con su empleada de servicio”, “Un padre ausente como el 84% de los hombres colombianos”. “Se escandalizan por las que luchan y no por las que mueren”, puso en X la representante del Pacto Histórico, María Fernanda Carrascal, cuando estalló la noticia.

Desde hace unos años Colombia ha venido cuestionando a los hombres más importantes de su historia, aunque no siempre por su machismo sino más por su racismo. En las protestas sociales del 2021, movimientos indígenas retiraron una estatua de Gonzalo Jiménez de Quesada en la capital, conquistador y fundador de Bogotá; en Cali, otra del conquistador español Sebastián de Belalcázar, fundador de Popayán. Estatuas de los líderes de la colonia, como Cristobal Colón y Isabel la Católica, ya no se ven en la avenida El Dorado, una de las principales de la capital. Los héroes independentistas no se salvaron. En las protestas también cayó una estatua de Francisco de Paula Santander, en Popayán, y hubo varios intentos en Bogotá de tumbar la del libertador Simón Bolívar, en la zona conocida como el monumento a los Héroes. Varias revisiones de la historia de Bolívar, quizás el jefe militar con más estatuas en Colombia y en Venezuela, han mostrado que el libertador también fue cruel contra los indígenas del sur de Colombia, además de dictatorial con sus aspiraciones políticas. Y aún así lideró los ejércitos que liberaron a Colombia. Los libertadores, como los mártires, tienen un lado B de la historia. Pero aún son pocos los padres de la patria que han pasado por el juicio de las feministas.

Concentración alrededor de la estatua de Luis Carlos Galán, durante la marcha del 8M, en Bogotá.
Concentración alrededor de la estatua de Luis Carlos Galán, durante la marcha del 8M, en Bogotá.Vannessa Jimenez (EFE)


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Sobre la firma

Camila Osorio
Corresponsal de cultura en EL PAÍS América y escribe desde Bogotá. Ha trabajado en el diario 'La Silla Vacía' (Bogotá) y la revista 'The New Yorker', y ha sido freelancer en Colombia, Sudáfrica y Estados Unidos.
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