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Flecho, la fiesta de la lectura y la escritura que simboliza la resistencia del Chocó

El festival literario recorre zonas asediadas por el conflicto armado, desde Turbo, en el golfo de Urabá, hasta Quibdó

Varios niños y niñas leen unos libros durante La Fiesta de la Lectura y la Escritura del Chocó ‘Flecho’, en Istmina (Chocó), el 13 de marzo de 2024.
MinEducación

Sobreponerse a las heridas de la violencia en el Chocó, el departamento de Colombia con los índices más altos de pobreza, pasa por el poder que irradian las palabras. La Fiesta de la Lectura y la Escritura del Chocó ‘Flecho’, que llegó a su octava versión, inició poco después de un paro armado de la guerrilla del ELN que impidió a los habitantes movilizarse por cuatro días y desató una de las crisis humanitarias recientes más graves en la región. El recorrido literario comenzó en el municipio de Turbo, en el Urabá antioqueño; pasará por Bahía Solano e Istmina y finalizará en Quibdó, entre la exuberante biodiversidad del Pacífico. Velia Vidal, creadora de ‘Flecho’, celebra con voz de alivio: “Ya lo más duro pasó… arrancamos. Lo demás son gajes del oficio”.

El festival que abre la puerta hacia un universo de lecturas, recitales de poesía, conversaciones y presentaciones culturales en pueblos enclavados entre ríos y bosques nació hace cerca de una década en Quibdó, la capital del departamento con la mayoría de su población afro y uno de los que enfrenta mayores tasas de analfabetismo: 13 de cada 100 personas no saben leer ni escribir, superando el promedio nacional, que ronda el 5%.

La fiesta de la literatura se amplió de Quibdó a los otros dos municipios chocoanos y hace dos años a Turbo, en la zona bananera del golfo de Urabá. Hasta el 2024, había sumado más de 30.000 visitantes y este año se espera la presencia de otros 15.000, atraídos por una agenda diaria con cerca de 50 conversaciones, bailes típicos y proyecciones de cine. ‘Flecho’ propicia encuentros entre invitados internacionales, nacionales y locales. Este año participan la autora ecuatoriana Yuliana Ortiz Ruano; la activista y docente argentina Miriam Gomes; el historiador colombiano Javier Ortiz Cassiani y las autoras Pilar Lozano, Tania Ganitsky, Yurieth Romero, Beatriz Helena Robledo y Cindy Herrera, entre otros, además de editores, ilustradores y gestores culturales. En ediciones anteriores, ha convocado a figuras como la escritora española Irene Vallejo, la afroperuana Mónica Carrillo y los colombianos Tomás González y Pilar Quintana.

Festival Flecho, frente al río Atrato, en Quibdó, en abril de 2024.
Festival Flecho, frente al río Atrato, en Quibdó, en abril de 2024.Nuestro Motete

La programación de ‘Flecho’ se construye de forma colectiva en cada municipio desde meses antes de su inicio, una muestra de cómo la literatura teje comunidades, además de historias. El festival es organizado por la Corporación Educativa y Cultural ‘Motete’ y se financia, principalmente, con aportes de empresas privadas u organismos de cooperación y una participación menor del sector público.

Dar vida a ‘Flecho’ es toda una hazaña en un territorio con presencia de grupos armados que se disputan la zona de ubicación privilegiada, entre los mares Pacífico y Caribe; en la frontera con Panamá. “La semana que estábamos en pleno paro armado teníamos que transportar los libros de la serie ‘Leer es mi cuento’ que nos entrega la Biblioteca Nacional de Colombia. No podemos pedir un envío a cada municipio, así que llegan a Quibdó y de ahí los distribuimos. Mi equipo me decía: ‘qué vamos a hacer seño Velia’, y yo les decía: ‘esperar, esperar’. Finalmente, todo llegó a tiempo, pero es un acto de resistencia”. Este año, Flecho distribuye 2.000 libros, principalmente en zonas rurales.

Además de sortear las presiones que arrastra la violencia, hay que enfrentar incontables desafíos logísticos para llegar hasta áreas sin grandes aeropuertos, infraestructura vial o auditorios. Bahía Solano es un ejemplo de esa complejidad. “Allá no hay carreteras, solo podemos llegar por agua o en avión. No hay carpas y tenemos que buscar la manera de reutilizarlas o usar lonas [telas] que han quedado para montar todo y hacer estructuras en madera, inventarnos la forma. Tenemos que hacer cosas muy creativas. Sería muy costoso llevar todo, tendríamos que fletar un avión”, cuenta Vidal.

Irene Vallejo (izquierda) lee un cuento junto a Velia Vidal ante un público infantil en Quibdó, Colombia, durante el festival Flecho de 2024.
Irene Vallejo (izquierda) lee un cuento junto a Velia Vidal ante un público infantil en Quibdó, Colombia, durante el festival Flecho de 2024.Nuestro Motete

Las actividades transcurren en espacios abiertos, calles, plazas, bibliotecas y colegios, donde la literatura no sea un placer inalcanzable. “Tenemos que hacer que la gente se choque con los libros”, subraya la escritora. Martha Quiñonez, escritora de Apartadó que ha participado en el festival, destaca la importancia de mostrar otras formas de interpretar la vida. “La literatura lo pone a uno en una dimensión con la existencia muy distinta a solo estar trabajando. Acá la gente trabaja mucho y que saquen el espacio para ir a un evento literario, eso también les mueve otros asuntos del alma. Hay que alimentar el espíritu y no se hace solo con rumba los fines de semana. La literatura es recogimiento personal”, enfatiza la autora del libro de poesía Continente Mohíno, entre otros títulos.

Más que un evento, Flecho es el resultado de un tejido que cobija al Chocó con clubes de lectura, jornadas escolares complementarias y escuelas de poesía para impulsar una transformación más profunda. “Urabá y Chocó han tenido unas heridas muy grandes y esas heridas han tenido un impacto en los derechos culturales, es decir, en el derecho a la imaginación, en el derecho a la conversación, a la lectura, a la palabra. Este evento trabaja directamente en la restauración de nuestros derechos culturales y la verdad es que no tenemos otro festival del libro en la región con esta dimensión”, destaca su fundadora.

Ruth Cuesta, poeta y gestora cultural, dice que el Urabá ha carecido de estos espacios. “A pesar de que hay personas en el medio de la gestión cultural, los que escribimos, pintamos y trabajamos con la parte artística consideramos siguen faltando más espacios, sobre todo en el tema literario. Que venga la Flecho a un municipio como Turbo nos parece muy importante”, destaca.

Dos jóvenes observan una exposición fotográfica sobre el río Atrato durante el festival.
Dos jóvenes observan una exposición fotográfica sobre el río Atrato durante el festival.Nuestro Motete

Este año, el festival, que se extenderá hasta el 23 de marzo, explora las raíces que sostienen la historia, cultura y esencia de un territorio que, a su vez, encierra los orígenes de Colombia y América Latina. Incluye conversaciones sobre historias fundacionales de los municipios, la partería tradicional, las plantas medicinales, la verdad y la reparación como parte de la búsqueda de justicia para el Chocó. Este es uno de los departamentos más golpeados por la guerra que hoy sigue soportando confinamientos y desplazamientos forzados.

“Seguimos adelante porque creemos que cada encuentro de estos es lo que nos da la fuerza para seguir. Con todo lo que nos falta, este departamento ha avanzado mucho y no sería lo que es si nuestros ancestros no hubieran resistido y no se hubieran sobrepuesto al orden público, a la falta de desarrollo, al racismo estructural. Siempre hemos encontrado la manera de salir adelante y cumplir los sueños”, expresa Vidal del otro lado del móvil, desde en un parque de Turbo donde ha iniciado la feria, entre el sonido de la lluvia y banderines de colores que adornan el escenario rodeado de libros.

Más tarde escribe por Whatsapp: “Estoy llorando de emoción”. Una maestra les ha sorprendido. Llegó en un bus desde Apartadó, un municipio a 30 kilómetros, con un grupo de estudiantes que llevan letreros celebrando la visita de Pilar Lozano. “Antes de saber que Pilar Lozano vendría ya leíamos un poco de sus historias. Estamos felices de conocerla y contarle cómo las compartimos de con los más pequeños del colegio”, había anticipado la maestra María Moreno en un mensaje de Instagram. Vidal celebra entre el llanto y la sonrisa. El esfuerzo ha valido la pena.


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