La hipocresía (Petro’s education)
Petro no ha sido capaz de cambiar aquello que podría marcar la diferencia entre las generaciones que ya tuvimos que vivir la tragedia de ser colombianos y una nueva que podría encontrar en las aulas del colegio una esperanza de cambio
The president repeats everywhere: “Colombia, potencia de la vida, debe ser una potencia del turismo”. Y lo repite y lo repite como una canción de esas que a uno le gustan tanto que terminan sonando en los audífonos en un sinfín eterno de Spotify. But the president is a liar. Porque si no estuviera mintiendo, al tiempo que dice que nuestro país debe ser una potencia turística, no estaría subiendo a Twitter o X (su red social favorita así repita con la misma hipocresía que él es enemigo del fascismo) un video burlándose de una supuesta colombiana que habla en inglés en un programa de ficción de la televisión gringa.
¿O acaso el president no se ha dado cuenta de que uno de los éxitos turísticos del país que quisiera emular (España) es que todos sus jóvenes hablan inglés? Maybe he’s not aware of it. O he just says anything as long as it gives him un nuevo like en su amado Twitter. Ese que regenta el Elon Musk del saludo fascista. Ese que ahora promueve cuentas y mensajes que buscan favorecer a la ultraderecha. What a shame!
Le président est un hypocrite porque sus hijas estudian en Francia y no precisamente en una universidad pública. Al contrario, cada año en Sciences Po París cuesta una pequeña fortuna, pero él tampoco va a reconocer esto porque hay que mantenerse en la línea de su fantasioso mensonge. Siempre será mejor para él y sus likes asumir posiciones que resulten solidarias con una Colombia a la que le gusta ver sumida en la miseria, si no, hace rato, desde que llegó, habría hecho un cambio que no necesitaba del Congreso, sino solo su voluntad: cambio en l’éducation, the education, la educación.
Vamos dos años y medio y Petro no ha sido capaz de cambiar el fundamento mismo de la sociedad, aquello que podría marcar la diferencia entre las generaciones que ya tuvimos que vivir la tragedia de ser colombianos y una nueva que podría encontrar en las aulas del colegio una esperanza de cambio. Pero siguen pasando los meses y nada cambia en los colegios. English teachers are really bad. Les professeurs de sciences sont un désastre. Los salarios de los maestros siguen siendo malos. Los incentivos para que los mejores sean aquellos que eduquen a los niños en las escuelas públicas son inexistentes.
Seguro responderán: pero les cambiamos el sistema de salud. Lie! ¿O acaso se debe olvidar el desastre protagonizado por Mauricio Marín, encargado de poner a funcionar el nuevo sistema de salud, que al final solo quería beneficiar a los mismos de siempre? Además, la salud no es la educación. El pénsum no ha cambiado. Los niveles de exigencia a profesores y estudiantes tampoco. Es mentira cuando se habla de cambio y no se piensa en mejorar la tierra donde crecen las raíces de una sociedad mejor: la educación.
También dirán: estamos trabajando para que haya una mejor universidad pública. Sí, no mienten. ¿Pero acaso la formación del ciudadano arranca en la universidad? ¿Los fundamentos del joven que llega a la universidad no son los que se reciben en el colegio? Seguro esta falta de cambios también va a ser culpa de otros. Porque quien no sea hipócrita reconocería la tarea mal hecha. Pero eso no va a pasar. Porque cambio resultó ser menosprecio al desarrollo, así en casa la apuesta sea distinta a aquella que se ofrece al país. Lo clave es la política: porque los niños de colegio no votan, mientras que los jóvenes en la universidad sí. Hypocrite!
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.