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El ELN recrudece la guerra en la frontera con Venezuela, el garante incómodo de un diálogo suspendido

El presidente Gustavo Petro enfrenta una arremetida de la última guerrilla en armas en la región fronteriza del Catatumbo y una difícil relación con el régimen de Maduro

guerrilla del ELN, en Villa del Rosario, Colombia, fronteriza con Venezuela, el pasado mayo.
Letreros alusivos al grupo guerrillero Ejército de Liberación Nacional (ELN) en Villa del Rosario Colombia.Mario Caicedo (EFE)
Santiago Torrado

“En mayo de 2025 cesa definitivamente la guerra de décadas entre ELN y el Estado”, auguró el presidente de Colombia, Gustavo Petro, a mediados de 2023. Acababa de firmar en La Habana, al lado del comandante guerrillero Antonio García, el primer gran hito de la política de paz total, un inédito cese al fuego de seis meses, que al final se extendió hasta alcanzar un año entero, pero expiró sin remedio el pasado agosto. Soplaban entonces otros vientos. Hoy, ni el más optimista de sus negociadores de paz cree posible cumplir esos plazos. El propio Petro suspendió el viernes los diálogos con la última guerrilla en armas después de una sangrienta arremetida con decenas de muertos en la región del Catatumbo, fronteriza con Venezuela, donde se enfrenta a facciones disidentes de las extintas FARC. “El ELN no tiene ninguna voluntad de paz”, sentenció el presidente.

La confusa guerra que despierta en el Catatumbo, en el departamento de Norte de Santander, la región con mayor concentración de cultivos de hoja de coca en el mundo, también es un recordatorio de que el ELN ha transitado hacia un formato de guerrilla binacional, que opera a lado y lado de la porosa frontera con Venezuela. El senador Iván Cepeda, uno de los negociadores del Gobierno con el ELN, explica que la arremetida comenzó con el traslado de combatientes desde Arauca, otro departamento fronterizo y duramente golpeado por el conflicto armado. La “gravísima situación en Catatumbo”, ha señalado Camilo González Posso, el jefe negociador con las disidencias, “es parte de una operación geoestratégica, es algo que va mucho más allá de disputas puntuales, forma parte de una estrategia de fronteras”. El ELN busca consolidarse como amo y señor de la zona limítrofe. Más de mil desplazados llegaron este fin de semana a Cúcuta, la capital departamental.

El régimen chavista de la vecina Venezuela ha sido sede y uno de los países garantes de las encalladas negociaciones con el ELN, la primera mesa en el marco de la paz total, con la que Petro se proponía dialogar en simultáneo con todos los grupos armados. Ese estatus ha quedado en entredicho después de que Nicolás Maduro, convertido en presidente de facto de Venezuela, se autoproclamó el 10 de enero. Lo hizo sin haber mostrado evidencia alguna de haber ganado las elecciones del año pasado, en medio del repudio del grueso de la comunidad internacional. Colombia no lo reconoce, pero mantiene las relaciones diplomáticas, en un acto de equilibrio que apela al pragmatismo pero es difícil de sostener en el tiempo.

La turbulencia diplomática derrumba los esfuerzos de paz. La permisividad del régimen de Maduro con el ELN hace que sean pocos los incentivos que tienen sus frentes de guerra más poderosos para asumir con seriedad un proceso de paz y de desarme en Colombia, comparados con la inmejorable situación estratégica de la que gozan en la frontera colombovenezolana, advierte el politólogo Jorge Mantilla, experto en el conflicto armado. “Mientras el régimen venezolano más se aleje del Gobierno colombiano, cualquiera que este sea, más se acerca a estos grupos, y particularmente al ELN, porque son un factor de poder muy importante para ellos”, apunta. Desde hace más de una década, el chavismo incorporó a los grupos armados colombianos dentro de sus planteamientos de defensa nacional, como una suerte de primera línea ante una eventual invasión. “Esa es una lógica que está muy presente”, añade Mantilla.

“No es coincidencia que tengamos un recrudecimiento del conflicto en la frontera precisamente cuando las tensiones bilaterales entre los dos países están en su momento más alto de los últimos años”, apunta la analista Elizabeth Dickinson, del International Crisis Group. La agresividad del ELN está ligada a la situación en Venezuela, sostiene, ya que no le ha gustado la postura diplomática de Colombia, y ha incrementado sus acciones armadas para reabrir conflictos históricos en Norte de Santander y Arauca. “La pregunta es qué va a pasar ahora. La mesa con el ELN ya se suspendió, pero recordemos que Venezuela también es garante en dos procesos más”, apunta en referencia a los diálogos en marcha con facciones disidentes del Estado Mayor Central y la Segunda Marquetalia –que se fragmentó, y de la que las estructuras que siguen en la mesa se hacen llamar ahora Coordinadora Nacional Ejército Bolivariano–. El Gobierno de Petro no tiene muchas opciones para desatascar el diálogo, pues el ELN, además de su intransigencia, ha dejado claro que no se sentara en una mesa sin Venezuela. La guerra no cesa en este 2025, se recrudece.

Operaciones conjuntas y explotación minera, la presencia del ELN en Venezuela

El Ejército de Liberación Nacional (ELN), que nació bajo el influjo de la revolución cubana hace más de medio siglo, ha estado presente del otro lado de la frontera con Venezuela por lo menos desde la década de los 70. En los últimos años, su expansión es más que evidente. Organizaciones como Human Rights Watch han denunciado que las fuerzas de seguridad venezolanas han sido cómplices, al punto de realizar “operaciones conjuntas”. También la misión internacional independiente de la ONU sobre Venezuela ha constatado “vínculos de colaboración” de los rebeldes con el régimen chavista. La guerrilla incluso llegó a acuerdos con autoridades venezolanas para participar en la explotación de oro, diamantes y coltán. 

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Sobre la firma

Santiago Torrado
Corresponsal de EL PAÍS en Colombia, donde cubre temas de política, posconflicto y la migración venezolana en la región. Periodista de la Universidad Javeriana y becario del Programa Balboa, ha trabajado con AP y AFP. Ha cubierto eventos y elecciones sobre el terreno en México, Brasil, Venezuela, Ecuador y Haití, así como el Mundial de Fútbol 2014.
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