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Las mujeres que se suben a la moto en Colombia corren más peligro: una fallecida cada 12 horas

El incremento de la compra de motocicletas preocupa a los expertos en seguridad vial. Piden al Estado estudiar qué las hace vulnerables para, así, protegerlas

Un motociclista participa en una protesta en Bogotá, Colombia, en 2022.
Un motociclista participa en una protesta en Bogotá, Colombia, en 2022.Ivan Valencia (AP)
Ana Puentes

Carolina Bonilla compró su primera motocicleta en 2009, cuando hacerlo era una rareza entre las mujeres. Con el pasar de los años, esta arquitecta ha notado que a su lado, en las calles de Bogotá, cada vez más chicas de todas las edades conducen motos de distintos tipos y tamaños. No es solo una percepción: en 2011, el 16% de los compradores de motos nuevas en Colombia eran mujeres; en 2023, el porcentaje llegó al 38%, según cifras de la Cámara de la Industria de Motocicletas. Pero Bonilla también ha percibido que no todas están preparadas para enfrentarse al medio de transporte que más cobra vidas en siniestros viales en el país. En lo que va del año, 571 mujeres han fallecido como usuarias de moto: una cada 12 horas.

El aumento de mujeres motociclistas fallecidas ha pasado desapercibido porque, históricamente, han muerto menos en los siniestros viales debido a que asumen menos conductas de riesgo que los hombres. Si de motos se habla, de cada 10 accidentes fatales, solo dos corresponden a mujeres. Además, este año el Gobierno celebra que el país experimenta la mayor reducción en víctimas fatales en los últimos seis años, a pesar de que las motociclistas van en una mortal curva ascendente: entre 2019 y 2023, el crecimiento de las muertes en moto fue de un 54% para mujeres y de un 43% para hombres.

La tendencia se mantiene. En lo que va de 2024, las muertes de mujeres han bajado en todos los medios de movilidad, excepto en las motos: ha aumentado un 2% con respecto a 2023, mientras que los hombres han bajado un 6%, según cifras de la Agencia Nacional de Seguridad Vial.

“Manejar moto no admite errores”, explica Bonilla por videollamada. Lo dice por experiencia. Pese a llevar años pilotando y tomando cursos de seguridad vial, hace un año chocó con un taxi. “Fue en un cruce. Yo tenía el pare y bajé a 10 kilómetros por hora, pero no me detuve. El taxista iba rápido y venía chateando, y me estrelló. Salí a volar y me fracturé ambas manos”, relata. “Una se confía porque cree que, después de 15 años, se la sabe todas. ¿Qué tal no hubiera tenido mis elementos de protección?”, agrega la líder del colectivo Moteras de corazón, que organiza rodadas femeninas desde hace 12 años y coordina alianzas con empresas y entidades distritales para aprender de conducción segura y de mecánica. Si ella hoy cuenta la historia, hay 7.193 mujeres que no, pues han fallecido a bordo de una moto entre 2009 y 2023.

Bonilla se subió a la moto por pasión e influencia familiar. En su casa, todos tenían una. En 2009 compró una scooter y aprendió a conducir gracias a su papá, quien le enseñó también a invertir en un casco certificado, una chaqueta de protección, unas buenas rodilleras y botas especiales. Luego, en 2012, con tres amigas creó el colectivo para seguir aprendiendo. “Íbamos al autódromo a entrenarnos. Nos enseñaron a manejar, a frenar, a maniobrar en casos de riesgo. Entendimos que teníamos que prepararnos”, relata. Al grupo se han unido más y más chicas, en busca de un entorno femenino seguro, lejos de las burlas de los hombres, para aprender y salir a rodar. Poco a poco cambiaron de vehículo. Pasaron de las scooters a motos automáticas y luego las mecánicas, aumentando progresivamente el cilindraje. “Ahora veo que las chicas, desde muy jóvenes, compran motos… y no siempre son pequeñas”, opina Bonilla.

En Colombia hay 12 millones de motos registradas, más que carros. Cada vez más mujeres las eligen. Algunas para facilitar sus tareas de cuidado, como llevar a los hijos al colegio, explica María Fernanda Santacruz, coordinadora de proyectos de la Fundación Ciudad Humana y quien ha liderado mesas de trabajo para un estudio sobre el tema en 12 ciudades del país. Otras la eligen porque les facilita la inserción laboral, añade Hernán Ortiz, coordinador de Datos en Colombia de la Iniciativa Bloomberg para la Seguridad Vial Mundial. Hay desde domiciliarias hasta trabajadoras de la salud que acuden a las casas de sus pacientes. Un grupo adicional son las mujeres que las prefieren al transporte público. “Es una opción más económica, más eficiente y que, en algunos casos, les evita ser víctimas de violencias”, reconoce Ortiz. Ciudad Humana ha detectado que las mujeres en la ruralidad se sienten más seguras en una moto porque les permite ir más rápido en zonas poco habitadas. La líder de Moteras de corazón añade el estatus social como un factor que llama la atención de las chicas más jóvenes. “Tener una moto se ha vuelto un hito entre los adolescentes. Lo impulsan las redes sociales y los influenciadores”, afirma.

Para los expertos, que las mujeres sean más cuidadosas al conducir no las exime de sufrir incidentes en el vehículo más peligroso en seguridad vial. “Los hombres tienen el doble de posibilidades que las mujeres de morir en un siniestro a bordo de todos los modos de movilidad, excepto en la moto, en el que la probabilidad de morir es casi igual”, explica el coordinador de datos de la Iniciativa Bloomberg. Sin embargo, advierte de que no se ha estudiado si realizan las mismas conductas riesgosas. “La velocidad está más asociada a los hombres, entonces hay que identificar cuáles son los factores de riesgo de ellas”, afirma. El centro de investigación de ciudades Despacio, que adelanta un proyecto con motociclistas jóvenes, ha detectado que ellas se enfrentan a una infraestructura inadecuada y a la falta de capacitación. “Muchas mujeres no reciben una formación adecuada en conducción segura cuando tramitan su licencia de conducción”, opina Miguel Ángel Cuéllar, asesor de movilidad sostenible y segura en Despacio. Eso, si la tienen. La mitad de las 296 mujeres que fallecieron conduciendo una moto en 2023 no tenía permiso para conducir.

La líder de Moteras de corazón encuentra que el sistema de licencias es el principal problema. “Está muy mal que las den tan fácil. Cada vez más gente maneja moto sin estar capacitada”, alerta, y cuestiona que muchas de las conductoras noveles no se apuntan a los cursos adicionales y gratuitos que ofrece la Secretaría de Movilidad de Bogotá.

Otro factor de riesgo, según Bonilla, es no usar todos los elementos de seguridad. Moteras de corazón promueve lemas como “Hay que vestirse para andar en moto”, “No es una pasarela” o “Si su celular vale más que tu casco, ¿qué haces montando en moto?”.

Para detener el problema creciente, las fuentes consultadas coinciden en que el Estado debe entender qué riesgos tienen las motociclistas en cada territorio y formarlas mejor para que vayan más seguras. “Se han abordado las muertes en moto desde el control de velocidad, pero también hay que fortalecer sus destrezas”, advierte la coordinadora de proyectos de Ciudad Humana. Cuéllar, de Despacio, considera que también se debe invertir en infraestructura segura, promover la compra de motos con frenos ABS y ampliar la participación de las mujeres en las políticas públicas de seguridad. Todo eso, advierte Ortiz de la Iniciativa Bloomberg, sin olvidar los temas de fondo. “Es idealista pensar que se puede bajar a la gente de la moto, pero hay que viabilizar el transporte público como una buena opción”, afirma.

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