El industricidio del acero colombiano
Para reindustrializar, o mejor, para crear industrias se requieren empresarios, músculo económico, mercado y, lo más importante, innovación
Decía el presidente en tiempos de campaña que el suyo iba a ser un Gobierno que apostaría a la reindustrialización de Colombia. Que buscaría que muchos productos que hoy compramos en el exterior sean hechos acá, de tal forma que dejemos de ser un país productor de materias primas y demos el paso hacia la transformación en bienes de consumo.
Han pasado ya dos años desde que empezó el Gobierno Petro y más bien poco se ha visto de reindustrialización. Al contrario, una histórica empresa como lo era Colmotores y su ensambladora apagaron las máquinas y dijeron adiós a varios centenares de trabajadores. El argumento de la empresa era la necesidad de enfocar la producción de vehículos en plantas con mayor capacidad, además de una realidad del mercado que la convirtió en algo inviable. Y tal vez sea cierto: en un mundo que cada vez se mueve más con carros eléctricos, nuestra vieja ensambladora de vehículos a gasolina o diesel tenía los días contados. Mas se pregunta uno: ¿con miras a la reindustrialización hubo alguna propuesta del Gobierno para que General Motors pusiera a funcionar una planta para ensamblar carros eléctricos? ¿Se buscó alguna alternativa, más allá de la presión del Ministerio del Trabajo para evitar el cierre?
Hablar de reindustrialización son palabras mayores que están muy lejos de la tan mentada economía popular que el presidente agita como una de las banderas del cambio. Para reindustrializar, o mejor, para crear industrias se requieren empresarios, músculo económico, mercado y, lo más importante, innovación. Cosas de las que muy poco se habla en el actual Gobierno.
Los empresarios, ya sabemos, no le gustan a Petro. El músculo económico se consolida con una política fiscal clara y sostenida, pero ya vamos por una nueva reforma tributaria. Para conseguir mercado hay que tener algo que vender y mientras no existan las dichosas industrias no hay nada que ofrecer. Y, finalmente, en lo que concierne a innovación, basta con ver los inigualables proyectos de miel y café que promueve el Ministerio de Ciencia y Tecnología para darnos cuenta de que, por el momento, del discurso no queda más que la ilusión.
Entre tanto, otro sector industrial clama al Gobierno por su ayuda para que le garanticen la supervivencia ante la desequilibrada competencia que llega desde la China: las siderúrgicas. El acero importado está llegando infinitamente más barato al país y eso está poniendo en aprietos a un sector industrial que genera miles de empleos y que además dinamiza regiones enteras del país, como es el caso de la zona de Paz del Río en Boyacá. ¿Cuál es la respuesta del Gobierno? Que es mejor traer producto desde la China porque es más barato y que lo que deben hacer las siderúrgicas en Colombia es dedicarse a la creación de otros productos.
El absurdo es absoluto. No sólo no se reindustrializa, sino que se lleva a la muerte a los sectores industriales que ya existen. En un país como la China, habría auxilios, subsidios y todo tipo de ayudas para hacer que la industria florezca en vez de marchitarse, pero en Colombia hablan de reindustrializar cuando lo que se pretende es un industricidio. ¡Qué esperanza!
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