Óscar Naranjo presidente
El general retirado, conocedor de todos los problemas nacionales, es la persona adecuada para unir al antipetrismo de cara a las elecciones de 2026
La polarización no tiene reversa. Desgraciadamente así nos fuimos a las elecciones del 2026. Lamentable que el fenómeno no solo afecte al país en general sino a la oposición en especial, porque la tregua solicitada en esta columna, entre los dos pesos pesados en pugna, los expresidentes Álvaro Uribe y Juan Manuel Santos, no pegó. Por lo que sea, no pegó. No hay ambiente para perfeccionar esa fórmula, el camino seguro hacia la unificación del antipetrismo, y para asegurar el restablecimiento del orden político en Colombia.
Tendremos que pensar, entonces, quién podría llevar la bandera con las virtudes para gobernar este país que sufre los dolores de la inseguridad rural y urbana. Eso, para no hablar del temor de la bomba fiscal que en algún momento reventará con consecuencias dramáticas. Le escuché al exministro Mauricio Cárdenas que el estancamiento económico producto de la incertidumbre en que estábamos en la actualidad era peor que la recesión.
Nadie mejor que el general y exvicepresidente Óscar Naranjo para enfrentar el reto de salir de la crisis. No tiene sello partidista, pero conoce todos los problemas nacionales porque en su actividad profesional los estudió y en la mayoría de ellos los atendió con fortuna.
Bien sabemos que el general vicepresidente ha dicho que no aspira a ningún cargo de elección popular. Pero -como yo creo- si la opinión pública se lo pide con el entusiasmo que su nombre despierta, y si se trata de servirle al país, la fórmula rescataría la esperanza de la que hoy carecemos.
El exvicepresidente es especialista en la lucha contra el narcotráfico y contra todas las facetas de la criminalidad. El Congreso de Colombia lo eligió vicepresidente por amplia mayoría. Lo que quede del proceso de la paz total exige un manejo muy profesional que solo lo tiene un hombre de su sagacidad y profesionalismo. Es el antídoto del fanatismo. Su fuerte es la moderación. Su nombre no tendría resistencia diferente de la que invoquen los malandros.
Casi todos los eventos que preocuparon al país durante su ejercicio profesional fueron manejados con tacto y sabiduría. Creo por tanto en la conveniencia de que su nombre sea aclamado por el pueblo. La comunidad internacional acogería con entusiasmo su elección. La oposición gozaría de todas las garantías y la libertad de prensa asegurada.
En materia de Inteligencia, puede ser el colombiano más preparado. Participó en la persecución de Raúl Reyes, que concluyó con su muerte en un operativo en el Ecuador. Antes había participado en la operación Apocalipsis que dio muerte a Gonzalo Rodríguez Gacha y la acción de la Policía para dar de baja a Pablo Escobar.
Toda Colombia pide más policías en las ciudades y más Ejército en los territorios. Naranjo es el hombre para perfeccionar ese ajuste tan necesario. ¿Que no hay con qué costear el aumento del pie de fuerza de la policía? Harto nos cuesta en angustia, en previsión y en dinero la falta de los guardianes del orden. Revisar el concepto de los Centros de Atención Inmediata (CAI) que solo sirven para ser atacados por los revoltosos en las protestas, encapuchados que han llegado al exceso de quemar a los agentes de la autoridad legítima. En todo caso aceptar que el esfuerzo en la recuperación del medio ambiente social sería una inversión productiva.
Desde cualquier ángulo que se le aplique a la geometría nacional, el general vicepresidente es la solución a las enfermedades de la patria. La conmemoración del 7 de agosto es una buena coyuntura para exaltar el trabajo de nuestras fuerzas armadas y de policía.
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