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El desempleo cae a paso lento, la construcción responde mejor y la brecha de género se acorta

El número de colombianos sin trabajo en mayo se reduce un 0,2% frente al mismo mes de 2023

Repartidor de Rappi en Cali, Colombia
Un repartidor de comida a domicilio de Rappi en Cali, Colombia, el 27 de mayo de 2023.Jair F. Coll (Bloomberg)
Camilo Sánchez

El desempleo agobia ya a más de dos millones y medio de colombianos. Son, para ser exactos, 2.646.000 personas marginadas del mercado laboral en mayo, de acuerdo con las cifras publicadas el viernes de la semana pasada por el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE). En términos porcentuales la tasa, que se redujo un simbólico 0,2% frente al mismo mes del año pasado, alcanza al 10,3% de la población activa. Se trata de un resultado estable, pero insuficiente para una economía cuyos indicadores macroeconómicos se debaten entre el optimismo residual y una catarata de datos con la aguja aún estancada.

Las señales de radar que reciben los analistas tampoco auguran una recuperación potente para este año. Pese a todo, el mercado de trabajo incorporó a 463.000 nuevas personas en su lectura interanual de mayo. Luz Magdalena Salas, vicepresidenta del centro de pensamiento económico Anif, aplaude el buen desempeño de la construcción, un nicho que llevaba desde el año pasado arrojando números rojos en cadena: “Es muy interesante observar la correlación entre generación de empleo y actividad económica. Recordemos que casi el 7% del empleo en el país se genera a través de la construcción y en los últimos resultados aportó un 0,7%”, dice.

Estos números empatan con el buen registro evidenciado durante el primer trimestre del año en el rubro de ‘obras civiles’. Las estadísticas oficiales señalan que, tras más de doce meses en cuidados intensivos, finalmente tuvo un crecimiento del 16,9%. Una sumatoria de factores que empiezan a dar herramientas a los economistas para sugerir que, si bien es factible que los peores dolores de cabeza ya hayan pasado, el camino hacia la estabilización económica aún puede deparar imprevistos: “Yo no creo que estemos en proceso de reactivación. Estamos, por lo pronto, en un proceso de aterrizaje de la crisis”, explica Andrés Álvarez, doctor en Economía y profesor de la Universidad de los Andes.

Por su parte, la división que más ha aportado en mayo a la generación de empleo es la de ‘actividades artísticas, entretenimiento y recreación’, un salpicón estadístico de ocupaciones que comprende desde los espectáculos deportivos, pasando por los juegos de azar hasta los empleos domésticos en los hogares colombianos. Su aporte de un punto porcentual al mercado de trabajo y otros medidores de la economía suele eludir otro debate de fondo relacionado con la adicción a las apuestas: “Es un negocio que juega un papel supremamente importante y que, desafortunadamente, uno nunca ve caer. Las casas de apuestas, los casinos virtuales, siguen ejerciendo influencia mes a mes en los datos de empleo y crecimiento”, detalla Luz Magdalena Salas. Agrega que la apertura de exposiciones de museos y otras actividades artísticas también han puesto su cuota para representar un punto porcentual dentro del número de ocupados.

Con todo, tanto la cifra global de desempleo como la tasa porcentual en un país como Colombia se suelen quedar muy por debajo a la hora de retratar la realidad. Las encuestas tratan de recoger como bien pueden las cifras de informalidad, un índice que alcanza al 55,6% total de los 23 millones de ocupados (unos 12,81 millones de colombianos). En su última medición, la tendencia retrocedió un exiguo 0,1% para aquellos que, desprovistos del escudo social del Estado, trabajan sin aportar ni recibir obligatoriamente los beneficios del sistema de salud o de pensiones. “Hay que estar muy pendientes de la reforma laboral. Cuando haya más claridad, y se conozcan los costos de contratar, los empresarios deberían migrar con más confianza a la formalidad”, asegura Luz Magdalena Salas.

En Colombia el mercado informal es uno de los grandes dolores de cabeza para el sistema y sus registros no varían mucho. Y es que a la hora de cruzar datos, el 95% del tejido empresarial del país está formado por microempresas con capacidad muy limitada de garantizar contratos formales y estables. Por eso, en sectores como el agro abundan los jornaleros a tiempo parcial, mal pagos, y desprovistos de garantías básicas en seguridad social. Ahora la reforma laboral del Ejecutivo ha sido criticada por amplios sectores que señalan el énfasis del Ministerio de Trabajo en una serie de reivindicaciones laborales y sindicales que llegan a destiempo, sin atacar la informalidad y en un mundo marcado por la ‘semipresencialidad’ o el teletrabajo.

“Lo que sí es una buena noticia es que el número total de ocupados aumentó”, valora el economista y académico de la Universidad Javeriana Adrián Garlati. “Esto lo que nos está diciendo es que la gente está entrando al mercado laboral, pero no es suficiente aún para bajar la tasa de desempleo significativamente”, continúa. A su juicio el cierre del año no supondrá una “catástrofe”, pero tampoco un motivo de celebración: “El impulso va a venir recién en 2025 y creo que la tasa de desempleo se va a mantener alrededor del 10%”.

No sobra recordar que durante el segundo semestre del año pasado el desempleo recorrió un ciclo de desescalada constante ubicándose en un solo dígito. Con el cambio de año, sin embargo, todos los pronósticos se desbarajustaron y 2024 abrió con un salto pronunciado, desde el 10% de cierre en diciembre de 2023, hasta el 12,7% de enero de este año. Desde entonces, el descenso ha sido lento e ininterrumpido: “Un aspecto interesante es que la brecha de género se está reduciendo. Se explica, en parte, porque la desocupación de los hombres es mayor que la de las mujeres y cada vez más mujeres se están sumando al mercado. También puede estar relacionado con el tipo de actividades que están absorbiendo más empleo, como las artísticas y de recreación. Esa distancia, que hace unos meses estaba en 5%, hoy está en 3,1%”, dice Luz Magdalena Salas.

Por último, el factor que más inquieta a Andrés Álvarez es la situación del comercio: “Es una parte muy importante del empleo global, sobre todo de baja calificación, en Colombia. Los signos de decrecimiento ya se han visto y los gremios, como Fenalco, no han hecho otra cosa que quejarse de que las ventas van muy mal y que necesitan un día sin IVA. Y lo que se ve en las cifras del DANE es que fueron los que más perdieron trabajadores con 137 mil puestos menos en mayo”.

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Camilo Sánchez
Es periodista especializado en economía en la oficina de EL PAÍS en Bogotá.
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