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El ELN llama a consultas a su delegación y asegura que el proceso entra en crisis

La guerrilla acusa al Gobierno de Petro de no cumplir con lo pactado respecto a los diálogos regionales

Pablo Beltrán, líder del ELN
Pablo Beltrán, representante del ELN en las negociaciones con el Gobierno, en marzo de 2023.HENRY ROMERO (Reuters)
Juan Diego Quesada

El ELN es capaz de entrar en combustión en cualquier momento y sin previo aviso. La guerrilla y el Gobierno de Colombia habían acordado en las últimas semanas prolongar el alto el fuego por otros 180 días y crear un fondo con aportaciones de distintas instituciones y organismos internacionales para poder aplicar los acuerdos de paz. La negociación parecía entrar en un valle de serenidad, no había nada a la vista que pudiera perturbarla. Sin embargo, no era más que un espejismo. La guerrilla ha lanzado este martes por la noche un comunicado en el que anuncia que ha llamado a consultas a su delegación, que mantiene conversaciones con los enviados del presidente Gustavo Petro para lograr que el grupo armado se desmovilice, deje las armas y llegue a la política. Además, anuncia que el proceso se encuentra en “abierta crisis”.

¿Cuál es el motivo esta vez? Las partes acordaron crear un mecanismo para que la sociedad participe en el proceso, que básicamente consiste en que la gente pueda incluir sus preocupaciones y deseos para construir un mejor país. El ELN cree que representa a una parte de la población que no considera que haya una verdadera democracia instaurada en el país. A diferencia de las FARC, ellos no aspiran a tomar el poder, sino a transformarlo desde una lucha política armada. El Gobierno, con estos diálogos, les concede la posibilidad de hacer esta aportación pública, que muchos consideran estéril. Cuando el ELN se creó, hace más de medio siglo, la izquierda no tenía acceso al poder, pero eso ha cambiado y existe una vía legítima por la que el progresismo puede ocupar las instituciones. No hay más que ver a Petro, un exmilitante del M-19, una guerrilla que hizo la paz con el Gobierno en los años 90.

Esos diálogos a los que les da tanto valor el ELN han empezado a realizarse en las regiones. Negociadores oficialistas importantes como Iván Cepeda o María José Pizarro han estado en los territorios impulsándolos. Sin embargo, a la guerrilla le ha molestado que el Gobierno hubiera iniciado unos en Nariño, a los que se ha invitado a otros grupos armados como el Estado Mayor Central, EMC, y a la Segunda Marquetalia. Han sentido que lo han hecho a sus espaldas y sin consultárselos. En ese departamento fronterizo con Ecuador hay una fuerte presencia de guerrillas, narcotraficantes y cultivos de coca. Parece el lugar ideal para comenzar un proceso de transformación. Los negociadores de Petro no consideran que hubieran aislado al ELN de estas conversaciones, pero deben de haber tocado algún nervio que pone de nuevo en entredicho la paz en Colombia. La desmovilización del ELN es la parte fundamental del proyecto de paz total de Petro, que tiene como objetivo conseguir una reducción drástica de los homicidios y los conflictos, en los que lleva el país envuelto durante décadas, con la negociación y el sometimiento a la justicia de los grupos levantados en armas.

Esta es la primera gran crisis a la que se enfrenta Vera Grabe, la antropóloga de 72 años a la que Petro ha puesto al frente de las negociaciones. Sustituyó a Otty Patiño, que a su vez ocupa ahora un cargo por encima, el de comisionado de Paz, después de que cayera en desgracia el anterior, Danilo Rueda. Rueda contaba con la confianza del presidente, pero los continuos vaivenes con los distintos grupos armados pusieron en entredicho su labor. La verdad es que cuesta juzgarle con severidad por el reto mayúsculo que enfrentaba, por la extrema dificultad que supone negociar cualquier asunto con estas guerrillas y ejércitos narcoparamilitares. Dialogar con el ELN, reconocen todos lo que lo han hecho, supone un verdadero ejercicio de paciencia. La guerrilla lleva 60 años parapetada entre la selva y algunas regiones colombianas y tiene una visión anclada en la guerra fría. Su concepción del mundo dista de la de cualquiera que viva en la era moderna. Esa paciencia benedictina se le presupone a Grabe, la primera mujer en liderar conversaciones de paz en Colombia. Ella también militó en el M-19 y fue detenida y torturada. Petro la puso ahí para culminar un proceso que camina con demasiada lentitud, para desesperación del presidente. Grabe tendrá que sortear esta nueva crisis con la que nadie contaba y seguramente las próximas que están por venir. El ELN resulta impredecible.

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Sobre la firma

Juan Diego Quesada
Es el corresponsal de Colombia, Venezuela y la región andina. Fue miembro fundador de EL PAÍS América en 2013, en la sede de México. Después pasó por la sección de Internacional, donde fue enviado especial a Irak, Filipinas y los Balcanes. Más tarde escribió reportajes en Madrid, ciudad desde la que cubrió la pandemia de covid-19.
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