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La izquierda colombiana está lejos de recuperar el poder en su bastión

Nariño fue gobernada por políticos progresistas entre 2001 y 2019, cuando la izquierda era minoría en el país. A pesar de tener ahora presidente, difícilmente retomará el poder en octubre

Gustavo Petro en Nariño
Gustavo Petro anuncia la alianza con Francia Márquez para las elecciones presidenciales, en Pasto, Nariño, el 25 de septiembre de 2021.Long Visual Press (Long Visual Press/Universal Imag)

Nariño, el departamento en la esquina suroccidental de Colombia, fue el primer bastión de la izquierda en un país que no había sido gobernado por ella. Fueron cinco gobernadores consecutivos, 18 años seguidos de administraciones progresistas que se rompieron en las elecciones de 2019. Aunque Gustavo Petro arrasó allí en las presidenciales de 2022, con el 70% de los votos en primera vuelta y el 81% en la segunda, es improbable que la izquierda recupere la Gobernación en las elecciones locales del 29 de octubre.

La alianza de más de 10 partidos y movimientos de izquierda como Colombia Humana, Mais, el Polo Democrático y la Unión Patriótica, conocida como el Pacto Histórico, [con la que Petro llegó a la presidencia] tiene un candidato a la Gobernación, Luis Alfonso Escobar Jaramillo.

Se trata de un novato en la política, con amplia experiencia en administración pública. Este economista con doctorado en economía ambiental nació en la ciudad portuaria de Tumaco —un territorio muy afectado por la violencia—. Fue director de Planeación de la Universidad del Valle, gerente del Plan presidencial Todos Somos Pazcifico, del gobierno de Juan Manuel Santos, y secretario de Planeación de Nariño.

En un departamento con una zona andina muy poblada, que ha sido tradicionalmente el centro del poder, es inusual que una persona afrodescendiente y de la costa Pacífica aspire a la Gobernación. Más cuando Escobar hace parte del movimiento Soy porque Somos, de la vicepresidenta Francia Márquez, y ha sido cercano a los consejos comunitarios afros, como ACAPA en Tumaco.

Su aspiración comenzó con varios problemas. El primero, que demuestra lo difícil de construir poder político en lo local, fue el retraso en la escogencia del candidato único de la izquierda.

Desde finales del año pasado hubo reuniones entre integrantes del Pacto y precandidatos para definir un mecanismo de selección: se definió una consulta que no caló, luego se buscó un consenso y finalmente, ya en junio y cuando otras candidaturas estaban a toda marcha, se definió una encuesta. Esta se realizó en julio y terminó en un empate técnico entre tres precandidatos. Por eso, los directivos de los partidos que integran el Pacto terminaron eligiendo entre ellos. Privilegiaron la buena imagen y las posibilidades de crecer de los aspirantes y escogieron a Escobar el 27 de julio, a dos días del cierre de inscripciones.

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Todo eso fue en detrimento de la campaña, explica a EL PAÍS la diputada del MAIS, Rosita Guevara. “La novatada, la incapacidad de la dirigencia, los egos de los parlamentarios frenaron el impulso y la expectativa que traía esta gran fuerza política”. Coincide con ella el representante de Nariño por el Pacto, Erick Velasco. “El proceso de escogencia nos quitó mucho tiempo. La izquierda no toma decisiones a tiempo, se enreda por los mecanismos y debilita la fuerza. Ha sido un error histórico”.

El senador del Pacto Alberto Benavides explica que por esa tardanza se permitió que las otras candidaturas tomaran ventaja, especialmente la del oponente de la derecha y ficha de la mayoría de partidos tradicionales, como el Conservador, el Liberal, La U y Cambio Radical, el excongresista Berner Zambrano.

Si bien la mayoría de dirigentes de la izquierda están unificados con Escobar, incluyendo a los dos senadores nariñenses del Pacto y al representante Velasco, uno de los precandidatos más visibles revela la molestia con lo ocurrido. Se trata de Luis Eladio Pérez, un excongresista liberal que fue secuestrado por las Farc en 2001 y liberado en 2008. Pérez, quien tenía el apoyo de la Unión Patriótica, explica a EL PAÍS que prefiere no hablar de “ese triste episodio en donde el Pacto violó todas las normas establecidas para otorgar los avales. Fui víctima de esa asquerosa manipulación”.

Además de esa tensión, los dirigentes locales del Pacto en los 63 municipios del departamento no necesariamente están alineados con Escobar. Muchos de ellos hoy están en la campaña de Zambrano, una muestra de que usualmente las elecciones regionales en Colombia responden más a intereses personales y lógicas clientelistas que a votos más ideológicos o de adscripción con los partidos políticos.

A lo anterior se suma el caos que vivió el Pacto en la entrega de los avales a candidatos en todo el país, como ha explicado La Silla Vacía. Por un lado, eligió centralizar esa entrega en Bogotá para controlar la posibilidad de que llegaran candidaturas con problemas legales o ideologías distintas a la de la coalición —que no tiene una militancia establecida y se nutre de movimientos políticos diversos—, lo cual demoró el proceso. Por otro, hubo choques entre varios de los partidos y movimientos, que querían que se priorizara a sus candidatos. Al final, eso incluso imposibilitó la inscripción de decenas de listas del Pacto.

En Nariño se quedaron sin candidatos a las Juntas Administradoras Locales de Pasto, la capital, lo que los dejará sin la base de la estructura política en la ciudad. De hecho, el Pacto solo avaló a candidatos para 6 de las 62 alcaldías.

El representante Velasco reconoce que esto redunda en una candidatura a la Gobernación menos fuerte, pues no tendrá el apoyo de candidatos locales, incluso en las ciudades que aportan la mayor votación. “Hubo un problema administrativo grande, muchas listas a asambleas se cayeron por esas fallas. Es una crítica y autocrítica por haber fallado con nuestros electores”, explica a EL PAÍS.

La estrategia para ganar

El camino que tiene la izquierda para ganar en Nariño pasa por aglutinar al otro sector étnico importante en el departamento, los indígenas, que están agrupados en el movimiento de Autoridades Indígenas de Colombia (AICO), que también avaló a Escobar, agrupa a 32 resguardos y puso 40 mil votos al Senado en 2022. Es la primera vez que los dos pueblos étnicos del departamento se unen en pro de una candidatura, que en este caso es fundamental para que Escobar tenga impulso en la zona andina, donde es desconocido. El reto es llevar a la campaña a los liderazgos indígenas que han optado por quedarse quietos o apoyar a Zambrano.

Por otro lado, Escobar espera reagrupar y reavivar los comités políticos del Pacto que apoyaron a Petro en las presidenciales. Esto es complejo porque el Pacto ya está dividido en los municipios, incluso con sectores inconformes frente a la gestión de Petro. Como lo explica el senador indígena Polivio Rosales, de AICO, “había una expectativa demasiado grande al tener un gobierno cercano (…) En ese contexto la gente esperaba una respuesta más rápida para Nariño”. Se refiere a problemas como el cierre de la vía Panamericana por el derrumbe de febrero, la crisis de violencia o la de los productores de leche, el alto costo de la gasolina y la lenta implementación del Acuerdo de Paz. Escobar argumenta que Nariño necesita más atención del Gobierno y mostrar los proyectos claves incluidos en el Plan Nacional de Desarrollo.

Por eso, la dirigencia del Pacto anhela un impulso directo de Petro para que Escobar logre ganar. Un aliento que esperan que llegue en forma de información de la gestión efectiva que ha hecho Petro en el departamento, de anuncios de nuevas inversiones y de atención a sus problemas. Es por eso que los congresistas del Pacto llevarán al gabinete a una rendición de cuentas en Nariño este sábado.

Los dirigentes de izquierda en Nariño consultados coinciden en que Escobar es el candidato ideal de todo lo que representa el Pacto: progresismo, experiencia, conocimiento, imagen favorable y sin cuestionamientos, además de unificar el mensaje del cambio, contra la corrupción, el continuismo y la politiquería. Pero dicen que los errores cometidos por el presidente y por su movimiento lo dejan en una carrera contrarreloj para darse a conocer y consolidar el proyecto político de Petro en lo local.

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