Un milagro colombiano en el Tour de Francia
El regreso de Egan Bernal a la carrera más icónica e importante del ciclismo profesional, es un ejemplo de que, a veces, terminar es más impresionante que ganar
Cada vez que alguien me pregunta, ¿por qué veo deportes? Me gusta responder con las palabras del gran futbolista argentino Jorge Valdano: “El fútbol es la cosa más importante de las cosas menos importantes”. Incluso podría añadir algo: a veces, el deporte nos permite presenciar algo extraordinario, algo tan inverosímil que se siente como magia. Y eso es lo que hizo Egan Bernal el domingo pasado cuando cruzó la línea del Tour de Francia en París. No ganó, pero yo creo que terminar esta carrera fue algo más extraordinario que cuando la ganó en el 2019.
El Tour de Francia no es fácil. Los ciclistas deben recorrer 3.500 km en 21 días. Por lo general, alrededor de 45 km en subidas inclinadas (para dar una referencia de lo difícil que es esto, el monte Everest mide 6,3 km) y deben seguir una dieta muy específica, controlar su peso, hacer ejercicio y entrenarse para estar en forma para la carrera. Este año, los corredores solo tuvieron dos días de descanso durante toda la carrera.
En 2019, Bernal se convirtió en el primer sudamericano y el ciclista más joven en ganar el Tour de Francia, con solo 22 años. En 2020, ganó el Giro de Italia. Conocedores del deporte predijeron que Bernal sería la próxima gran figura, el Messi del ciclismo. Pero un accidente cambió todo. En enero de 2022, Bernal estaba entrenando fuera de Bogotá para la próxima temporada cuando chocó contra la parte trasera de un autobús estacionado a una velocidad de 50 km por hora. Se rompió 20 huesos y sus dos pulmones resultaron perforados. No había certeza de que pudiera volver a caminar, mucho menos montar en bicicleta.
Después de cinco cirugías para tratar las lesiones en su columna vertebral, pies y mano derecha, y más de un año de recuperación, Bernal regresó al ciclismo profesional en Argentina a principios de este año, solo para caerse y lesionarse la rodilla. Unas semanas después, se unió a su equipo, Ineos Grenadier, para competir en la temporada europea. Todos se sorprendieron cuando fue elegido para formar parte del equipo en el Tour de Francia. “Si llego a París, estaré más feliz que cuando gané el Tour”, dijo Bernal al comienzo de la carrera.
Su carrera fue, en el mejor de los casos, promedio. Nunca subió al podio y terminó en el puesto 136. Sin embargo, regresar a la competición más prestigiosa y desafiante del ciclismo después de 18 meses de un accidente es increíble. Terminarla es extraordinario. Pero muy pocos pusieron atención o celebraron. No tengo ni idea de por qué. Supongo que el ciclismo es menos relevante culturalmente que otros deportes y los aficionados solemos prestar mucha más atención a los ganadores que al resto de los atletas.
El deporte también es un negocio multimillonario. Por ejemplo, el fútbol europeo se ha convertido en el patio de recreo de fondos de inversión, oligarcas y Estados petroleros. Algunos contratos de transmisión de cricket valen 3.000 millones de dólares. Y según Sportico, una plataforma digital que cubre las industrias del deporte, el valor promedio de una franquicia de la NFL es de 4.100 millones de dólares. Por lo general, recuperarse de lesiones y enfermedades no es un evento que genera muchas ganancias.
Hay grandes historias de regreso en la historia del deporte. Michael Jordan ganó las finales de la NBA con los Chicago Bulls después de jugar béisbol en ligas menores durante dos años. Muhammad Ali regresó al boxeo, contra Jerry Quarry en Atlanta, después de ser suspendido por negarse a unirse al Ejército. En el fútbol, ha habido algunos regresos extraordinarios. Como cuando Eric Abidal volvió a jugar para el Barcelona después de superar el cáncer de hígado. O cuando el jugador danés Christian Eriksen jugó un partido 269 días después de sufrir un paro cardíaco en la Eurocopa 2020 y tuvo que ser resucitado en el campo. Y la futbolista colombiana Linda Caicedo, quien lidera al equipo cafetero en la Copa Mundial Femenina de este año después de sobrevivir al cáncer de ovario. Momentos extraordinarios. Todos celebrados con o sin los aficionados.
Para Egan Bernal, terminar el icónico Tour de France, después de 21 días en bicicleta compitiendo contra los mejores del planeta, es un símbolo de su regreso a la salud y a su carrera. Los deportes me hacen feliz, me parecen fascinantes porque son reflejo de la sociedad, de nuestras políticas y de la economía. Pero, sobre todo, veo deportes porque en algunas ocasiones muestran las cosas más importantes en la vida, como recuperar la salud y sobrevivir y recuperarse de un accidente catastrófico.
Egan Bernal no llegó al podio, ni recibió un trofeo, pero no importa: ya había ganado.
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