Colombia empieza la búsqueda de víctimas desaparecidas por los paramilitares en la frontera con Venezuela

La Unidad de Búsqueda de Personas dadas por Desaparecidas ha encontrado restos humanos enterrados en el corregimiento de Juan Frío, en la frontera de Colombia con Venezuela, muy cerca de uno de los hornos que los grupos paramilitares usaban para incinerar los cuerpos en lo más álgido de la guerra. Es una región que los hombres el Bloque Catatumbo al mando de Salvatore Mancuso también llenaron de fosas comunes, muchas del otro lado de la línea limítrofe, de acuerdo con el reciente testimonio del antiguo señor de la guerra ante el sistema de justicia transicional al que ha pedido someterse.

La Unidad de Búsqueda, surgida del acuerdo de paz con la extinta guerrilla de las FARC, realizó un primer ejercicio de “prospección no intrusiva” en la zona mientras avanza “la gestión diplomática para que el desarrollo de la búsqueda transfronteriza sea pronta y efectiva”, detalló en un comunicado. “Esa prospección inicial ha mostrado la presencia de algunas estructuras óseas, de carácter humano, ciertamente, pero no sabemos todavía cuántas personas son”, explicó Nelson Téllez, subdirector de la UBPD, a la espera del acuerdo binacional para poder trabajar del otro lado de la frontera.

Los presidentes Gustavo Petro y Nicolás Maduro acordaron la semana pasada la búsqueda de los restos de colombianos desaparecidos a manos de los grupos paramilitares que se encuentran del lado venezolano. “Vamos a desarrollar toda la labor que podamos con nuestros expertos en identificación de cadáveres”, declaró el mandatario colombiano tras reunirse con Maduro en el marco de la cumbre de mandatarios sudamericanos de Brasilia. “Si Mancuso logra detectar las zonas, si efectivamente allí hay cadáveres, pues el Estado venezolano nos ayudaría al regreso de los restos y a la entrega a sus familiares”, añadió.

Mancuso aseguró por primera vez hace un mes, en un mensaje grabado desde una penitenciaría en Estados Unidos en un evento de la Cancillería colombiana en Juan Frío, que los restos de cientos de víctimas de las llamadas Autodefensa Unidas de Colombia (AUC) todavía están enterrados en fosas comunes en Venezuela. Ese acto de reconocimiento y no repetición tuvo lugar en las ruinas de uno de los hornos crematorios de los paramilitares, a pocos metros del río Táchira que marca la porosa línea limítrofe entre los dos países. Esa misma semana reiteró en una audiencia ante la Jurisdicción Especial para la Paz que “en Venezuela quedaron por lo menos 200 personas desaparecidas a manos del Bloque Catatumbo”. En ambas ocasiones se ofreció a ir a identificar las fosas en el país vecino.

Los habitantes de la frontera han sufrido la guerra con particular intensidad. Las AUC llegaron en septiembre del año 2000 a Juan Frío, en el departamento de Norte de Santander, donde inauguraron la práctica de quemar cuerpos para desaparecerlos. Los máximos responsables son los miembros del Bloque Catatumbo de las AUC, comandado por Mancuso y Jorge Iván Laverde, El Iguano, quien ha relatado ante la justicia diferentes formas de complicidad entre los paramilitares y autoridades del Estado. Las AUC se desmovilizaron entre 2003 y 2006. Luego de acogerse al proceso de Justicia y Paz, Mancuso fue extraditado a Estados Unidos por narcotráfico. Con esa pena cumplida, está a la espera de regresar a Colombia, donde es acusado de coordinar más de un centenar de masacres.

Con cerca de cien mil casos, la UBPD es la entidad encargada de atender las estremecedoras dimensiones del fenómeno de la desaparición forzada en medio del conflicto armado que durante más de medio siglo ha asolado Colombia. Surgida de los acuerdos con las FARC, hace parte del Sistema Integral de Paz, en conjunto con la JEP y la Comisión de la Verdad, que el año pasado culminó su labor al presentar su esperado informe final.

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