La mentira del director de la Policía
El general Sanabria puede ser todo lo religioso que quiera, pero no puede ser multiplicador de mentiras
Sí, en Colombia hay libertad de culto. Sí, a una persona no se le debe juzgar ni condenar por creer en Dios, Alá, la Virgen, Buda o lo que sea. Sí, el director de una institución como la Policía Nacional puede ser todo lo religioso que quiera, rezar cuantas veces lo desee al día, asistir a cuanto exorcismo se le dé la gana y repetir como un mantra versículos completos de la Biblia tanto como le provoque. PERO (y este “pero” merece mayúsculas sostenidas) el director de la Policía colombiana no puede ser multiplicador de mentiras y en la entrevista de marras del fin de semana que pasó dijo una gran mentira. Tan grande que cualquier médico se la puede rebatir. Tan grande que cualquier persona interesada en estar al día en los avances de la humanidad lo sabe. Tan grande que debe ser rectificada por el mismo general Sanabria, si no por su jefe, el presidente, quien hasta ahora ha respetado las creencias del máximo comandante de la Policía, como debe ser.
Insisto: una cosa es el fervor religioso ultracatólico del general. Respetable. Pero es inaceptable que la persona que comanda a más de 160.000 hombres y mujeres, a la hora de hablar sobre la comunidad LGBTI, inmediatamente la vincule con el VIH y a renglón seguido afirme que “ese virus lleva a la muerte”.
No. El VIH no lleva a la muerte. Afirmar eso en el año 2023 es ignorar más de 25 años de tratamientos exitosos para que pacientes portadores del VIH puedan llevar una vida común y corriente. Afirmar eso hoy o hace cinco o diez años es tan ignorante y falaz como decir que la diabetes o las enfermedades cardiacas llevan a la muerte. Para las dos anteriores, así como para el VIH, existen numerosos medicamentos que no solo evitan la muerte, sino que permiten que sus pacientes lleven vidas normales. Es más, en el caso del VIH, la toma de los fármacos hace que los portadores del virus no contagien a otras personas, pues la carga viral en la sangre se disminuye a mínimos que resultan indetectables en las pruebas de laboratorio.
Pero el general Sanabria, director de la Policía, hombre que se sabe de memoria la Constitución, el Código Penal, el Código de Procedimiento, las sentencias de la Corte Constitucional y la Biblia, no sabe esto. Va feliz por la vida aleccionando a sus subalternos con mentiras. Mentiras que sin vergüenza repite en entrevista con un medio de comunicación.
No me voy a detener en el fondo homofóbico de dicha respuesta. Aunque es evidente y estigmatizante. No me voy a detener en la cantidad de barbaridades que dice mezclando la seguridad de todos los colombianos –que es su máxima responsabilidad– con sus creencias religiosas, como si hace más de cien años no se hubiera encomendado la paz de Colombia al Sagrado Corazón con los exitosos resultados que hoy vemos.
No vale la pena desgastarse en querer cambiar las ideas de una persona que las tiene tan definidas. Si eso le hace feliz, hay que respetarlo. Pero empieza uno a entender los perversos resultados de la Policía en Colombia cuando el trabajo se hace con camándula y no con inteligencia. Porque un hombre que es capaz de mentir ante las irrefutables verdades de la ciencia, seguro también es capaz de faltar a la verdad cuando de hacer su trabajo respecta.
Rectifique, general. Usted ha mentido.
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