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‘Libertad y orden’, la derecha se abraza al escudo de Colombia contra Petro

El debate sobre la seguridad se vuelve el centro de la conversación política

El presidente de Colombia, Gustavo Petro, durante un consejo de Seguridad en Montelíbano, el pasado 12 de marzo.
El presidente de Colombia, Gustavo Petro, durante un consejo de Seguridad en Montelíbano, el pasado 12 de marzo.Presidencia de Colombia (EFE/Presidencia de Colombia)

La nueva bronca política en Colombia se dio por sorpresa el último lunes festivo, uno de esos días sagrados en el calendario del país, donde lo normal es que no pase nada. Pero algo pasó en esa realidad paralela que es Twitter. Daba igual la hora a la que uno se asomara a la red social. Todo se llenó de escudos de Colombia con el lema destacado: “Libertad y orden”.

Los primeros en empezar la ola fueron los gobernadores de los departamentos, a los que el acto patriótico se les fue de las manos con el paso de las horas. Opositores y políticos de derecha encontraron un filón y convirtieron el mensaje en ataques contra el presidente Gustavo Petro. A media tarde ya no se hablaba de otra cosa. La izquierda respondió airada. El exsenador Gustavo Bolívar llegó a hablar de un “golpe de Estado blando”. La derecha se relamía con su nuevo-viejo lema, ese que lleva 200 años en el escudo, convertido ahora en tendencia.

Colombia vive desde hace décadas en una espiral de violencia a la que no se le ve salida. Ningún presidente desde entonces ha podido nunca abstraerse a eso. Ni siquiera Petro, que llegó al poder prometiendo cambiar el país con profundas reformas sociales. La derecha veía en él una encarnación de un Hugo Chávez o un Fidel Castro a la colombiana. Al hombre capaz de alterar la paz macroeconómica del país. Pero nada de eso ha pasado por ahora. La reforma tributaria del Gobierno salió adelante con un gran apoyo y nada hace prever a corto plazo una debacle económica. En una sociedad acostumbrada a la polarización, la política se basa en el enfrentamiento. Y más allá de la economía, nada ha dividido más a los colombianos que la violencia y la seguridad.

Todos los presidentes desde entonces han buscado la paz. Se han montado decenas de mesas de negociación en las últimas décadas, con sus éxitos y sus fracasos, pero lo de Petro puede interpretarse como un órdago. Podría haberse propuesto la paz con el ELN, la última guerrilla activa de América Latina, pero esa gesta le pareció pequeña. Él quiere la “paz total”, el fin de todos los grupos criminales, guerrilleros y narcotraficantes. Pasar a la historia como el mandatario que acabó para siempre con la violencia de Colombia. Un reto tan loable como difícil de llevar a la práctica en solo cuatro años de mandato. Esa ambición desmedida del presidente también contribuyó a opacar otros asuntos.

El plan empezó con fuerza, como todo en el Gobierno de Petro. Varios acuerdos entre pandillas lograron disminuir la violencia en algunos municipios. El Gobierno los llamó los laboratorios de la paz total. Se logró sentar al ELN en una mesa de negociación. Y el último día del 2022 se anunció el cese al fuego con cuatro grupos criminales, entre ellos el Clan del Golfo, herederos del paramilitarismo. Esto último fue objeto de críticas entre los opositores, que acusaron a Petro de negociar con criminales. Su política de seguridad, una doctrina que él llama seguridad humana, tampoco gusta entre los sectores conservadores, que tienen idealizada la estrategia de mano dura de Álvaro Uribe, hace dos décadas, o la del actual presidente de El Salvador, Nayib Bukele.

El acuerdo con el Clan del Golfo duró poco. El grupo criminal está detrás del violento paro minero del Bajo Cauca, que atemoriza a la población desde hace semanas. Este domingo, Petro dio por roto el alto el fuego con ellos y pidió al Ejército reanudar todas las operaciones en su contra. La decisión fue aplaudida por muchos gobernadores, especialmente aquellos de las regiones que más sufren la violencia. Un aplauso que nos lleva al principio de esta historia.

Los gobernadores, reunidos la Federación Nacional de Departamentos, le hicieron llegar el viernes al presidente sus preocupaciones por casos puntuales de violencia en algunos territorios de cara a las elecciones regionales del octubre. “Nos sentimos realmente escuchados. Él [Petro] tomó decisiones oportunas [la ruptura del cese] al día siguiente después de haber escuchado la voz de las regiones”, explicó este martes a El Tiempo el gobernador del Quindío y presidente de la Federación, Roberto Jairo Jaramillo. Tras el anuncio del presidente el domingo contra el Clan del Golfo, en un chat que comparten los gobernadores empezaron a usar el lema del escudo colombiano: “Libertad y orden”. De ahí lo llevaron a Twitter. Y el resto del relato ya es material de trending topic.

Jaramillo aseguró a El Tiempo que el mensaje “se malinterpretó por grupos de oposición o grupos que quieren decir que estamos en un golpe de Estado, mandando un mensaje opositor”. “Estamos mandando un mensaje de unidad”, insiste. Pero poco importa ya si nació a favor o en contra. El sentido que se lee es claro. “Estamos perdiendo la seguridad de los colombianos por un gobierno que apoya a los mafiosos y desampara a sus Fuerzas Armadas y a su población”, dijo en la red social Pacho Santos, vicepresidente de Colombia entre 2002 y 2010.

La representante del ala más radical del uribismo, María Fernanda Cabal, no dejó lugar a dudas: “Los invito a usar esta imagen en sus redes sociales, en señal de oposición a lo que está sucediendo en Colombia y como una muestra de compromiso y fe en recuperar el rumbo de nuestro país”. La senadora Cabal ha cambiado la foto de su perfil por uno en el que se lee: “Yo también quiero libertad y orden para Colombia”.

Historia de un lema nacional

El lema refleja los ideales positivistas que enamoraron a las elites latinoamericanas durante la segunda mitad del siglo XIX. Es similar a la frase “por la razón o la fuerza”, del escudo chileno, o a “orden y progreso”, de la bandera de Brasil. El historiador Felipe Arias Escobar explica por teléfono que se buscaba consolidar un Estado científico, apolítico y racional que contuviera a las masas movilizadas durante la época de la independencia. “Había miedo al populacho, al bochinche [desorden] y a las insurrecciones”, resalta. La historiadora Isabel Arroyo añade que el orden se asociaba a la racionalidad de las elites ilustradas, mientras que la libertad se vinculaba a las pasiones peligrosas del pueblo.

Ambos creen que el lema no se adapta a los problemas de orden público del Gobierno actual, que los símbolos patrios se diseñaron en momentos de formación del Estado-nación y no contemplaban la diversidad del país. Y aunque Arias reconoce que es legítimo “el ejercicio ciudadano” de apropiarse de los símbolos, considera que el escudo no dice nada sobre políticas públicas y es peligroso si se usa para legitimar solo a un sector. Los dos se muestran además sorprendidos por el uso de este símbolo en particular, tan poco representativo de la Colombia actual. En el escudo hay una granada que representa el nombre antiguo del país, el gorro frigio que simboliza ideas neoclásicas que ya no inspiran y el istmo de Panamá, que ya no es colombiano.

Pero esa es la Historia y lo que importa es el relato. La derecha lanza la Patria contra Petro.

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