William Giraldo, el ingeniero que sorteó las noches más oscuras de Hidroituango
El trabajador se convierte en el rostro visible de la principal hidroeléctrica al salvar a Colombia del pago de una multa millonaria por retraso en las obras
Más allá de las figuras políticas que han marcado la historia del megaproyecto energético de Hidroituango, un hombre de bigote que llora emocionado se ha convertido en la imagen de las dificultades de esa megaobra que supliría el 17 % de la demanda energética de Colombia.
William Giraldo Jiménez, el vicepresidente de proyectos de generación de energía de Empresas Públicas de Medellín, fue quien el martes dio la noticia que marcó un hito para la principal hidroeléctrica de Colombia: fueron exitosas las pruebas de sincronización de la segunda unidad de generación. En otras palabras, que se lograban los requisitos para entrar en operación comercial a pocas horas de la fecha límite del 30 de noviembre. Si no lo cumplían, EPM, socia de la obra, debía pagar una multa de medio billón de pesos.
Las lágrimas de Giraldo eran de alivio. “Hasta esta madrugada estuvimos sufriendo para llegar a cumplir el objetivo. Cualquier problema que tuviéramos con la máquina 2 nos impedía hacer la matrícula del sistema de potencia y no hubiéramos podido cumplir”, dijo en conversación telefónica con EL PAÍS desde el Centro de Monitoreo Técnico, de Hidroituango. Era una de las muchas madrugadas de los últimos cuatro años desde que asumió el proyecto en su peor momento, una contingencia que casi inunda a decenas de poblados.
Pero era una completamente diferente. Sobre sus hombros, admite, sentía el peso de una sanción que habría dejado en problemas a la empresa y tal vez, sin empleo a muchos de sus compañeros. “Tener una multa pendiente de esas poniendo en riesgo la organización y luego de haber salido de semejantes riesgos técnicos para entrar en riesgos financieros había generado mucha ansiedad y estrés en todo el equipo”, dice.
Giraldo (Medellín, 59 años) es ingeniero electricista, especialista en gerencia de mantenimiento, tiene un máster en energías renovables y lleva 34 años en todos los cargos posibles en EPM, donde empezó como ingeniero auxiliar recién salido de la universidad. Hoy es la figura con la que todos quieren una foto, le han hecho stickers como “Súper William”, caricaturas y memes que lo destacan como un héroe por haber salvado a la empresa de una sanción millonaria. Para compañeros de trabajo, es un hombre con una “especial inteligencia emocional”. Aunque sobre él recaían todas la responsabilidades y presiones de la obra nunca lo vieron descompuesto. “En estos años solo se vio frágil este martes cuando la máquina mostró los resultados exitosos. Ahí se desbordó y lloró como un niño”, contó un colega de Giraldo. Y aunque el gerente de EPM, Jorge Carrillo le pidió ir a una rueda de prensa en Medellín, el ingeniero pidió quedarse en la obra, “junto a la tropa”, narra otra compañera.
La hidroeléctrica, que ha estado rodeada de múltiples vorágines políticas de distintos partidos, ha vivido años turbulentos. “Aquí hemos pasado muchas dificultades, noches oscuras, días tenebrosos, luchas que nos han fatigado y deteriorado”, dice Giraldo que los ha vivido todos. De acuerdo con la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) hay 2.094 desaparecidos en su área de influencia; en 2014, al desviarse el río Cauca, el segundo más importante del país, se taponó uno de los túneles; mientras en 2018, el derrumbe de uno de los túneles amenazó con desbordar la presa y poner en riesgo a cinco municipios con cien mil habitantes.
Giraldo los tiene presentes todos con fechas como si hubieran ocurrido ayer. “De los más oscuros, el día que se destaponó el túnel derecho y llevó 6.000 metros cúbicos por segundo a las comunidades abajo. Ese fue un día muy difícil por los riesgos de las vidas humanas”, cuenta. “Otro fue el día en que se nos hizo la succión en el macizo. Ese día pensé que habíamos perdido el proyecto completamente y la inundación del cuarto de máquinas”, cuenta Giraldo.
La imagen del cuarto de máquinas, el lugar en el que se estaban instalando los equipos que convierten el líquido en electricidad, completamente inundado, como alternativa para evitar una tragedia sobre cien mil personas, es una de las que más recuerda. Sus compañeros cuentan que fue una de las personas que tomó la decisión sin dudar de la prioridad de la vida de los pobladores. Nueve meses después, encabezó otro momento peligroso: el 16 de enero de 2019 cerraron las compuertas por donde entraba el agua desde el embalse a la casa de máquinas.
Giraldo cuenta, como si fuera algo al paso, que ese día fue duro porque varios colegas expusieron sus vidas. No ahonda, pero en la hidroeléctrica lo recuerdan como un hito. Él junto a otros 7 ingenieros se quedaron haciendo el cierre de compuertas sin permitir que hubiera más trabajadores, mientras los esperaba un helicóptero para rescatarlos en caso de ser necesario. Con mil metros cúbicos por segundo entrando por cada túnel, no sabían si el macizo aguantaría y ellos podrían morir ahogados. “Por eso mis lágrimas. Fueron un desfogue de tanta incertidumbre por las adversidades que habíamos vivido”, dice Giraldo al hablar de este martes.
La centralidad de su figura y su llanto también se explica en que el megaproyecto es un sueño de la ingeniería antioqueña. Hidroituango incluye una presa de 225 metros de altura y comenzó a construirse en 2010 en el noroccidente de Antioquia, a 170 kilómetros de Medellín. Pero es un sueño desde hace, por lo menos, seis décadas. Desde diferentes orillas políticas se ha discutido si es un imposible técnico o un capricho que puede poner en riesgo la vida de quienes viven en sus alrededores o la única oportunidad de evitar racionamientos de energía en pocos años. La central puede producir 2.400 megavatios por hora, que podrían abastecer a 6 millones de personas.
Giraldo ha logrado sustraerse de esos vaivenes políticos, dicen quienes lo conocen. No tiene redes sociales, no lee prensa, ni ve televisión, dice él, para explicar cómo lo ha logrado. “Quienes me conocen saben que no me pueden perturbar con nada de eso porque no los escucho. Sólo busco quién tenga el conocimiento. Soy creyente en dios y me concentro en lo técnico, que es mi trabajo”, cuenta. Otros funcionarios relatan que también se refugia en la literatura y cada semana envía un texto llamado ‘Tomémonos un tinto’, en el que escribe sobre liderazgo.
Aunque los últimos 15 minutos de esta madrugada en los que dudó si llegarían a cumplir la fecha límite que les imponía la Comisión de Regulación de Energía, fueron estresantes, aún falta una prueba que implica la evacuación de 4 municipios para generar energía de forma continua. Una exigencia del gobierno de Gustavo Petro para dar tranquilidad a las comunidades.
El ingeniero, tanto como el alcalde de Medellín, Daniel Quintero, la creen innecesaria, pero la cumplirán. Para él, técnicamente no hay que hacerla. “Llevo 35 años trabajando con máquinas de gran tamaño y de todas las capacidades, sé cómo funciona la máquina, lo que hace en cuestión de vibraciones y sé que no pone en riesgo a las comunidades ni al proyecto. Pero la Unidad Nacional de Riesgo ha expedido una resolución y nosotros haremos caso”, dice Giraldo.
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