El pecado de la carne
La propuesta del presidente de revivir los mataderos municipales es un error. El hambre en Colombia no es culpa de la industria de la carne
No se entiende cómo el presidente Petro, principal defensor del ambiente limpio se pronuncia en favor del regreso de la principal fuente de contaminación: los mataderos municipales. Reabrir en condiciones aceptables de higiene tendría un costo, según los expertos, de una cifra cercana a los dos billones de pesos. ¿O es que acaso el presidente, quien ha criticado al Invima, pretende reducir los requisitos de operación, lo cual solo traería consecuencias catastróficas de salud pública? Enfermedades tipo gastroenteritis, infecciones por cepas microbianas de bacterias difíciles de combatir como el E. coli, salmonela y compylobacter por solo mencionar algunas pocas seria el resultado de esta equivoca decisión.
La carne constituye el alimento más apetecido de los colombianos (el pecado; el que prueba la carne no se devuelve). Desde esa perspectiva, es lógico que el presidente Petro se preocupe por los elevados precios que se registran en el mercado. Revivir los mataderos municipales resultara definitivamente en una equivocación mayor. Suponer que el hambre en Colombia es por culpa de la industria de la carne es un desenfoque de la realidad.
El Instituto Nacional de Salud contabiliza mejorías en el número de mortalidad por gastroenteritis y diarreas en primera infancia y poblaciones en los últimos años. Lo anterior es por cuenta de los procesos de calidad posterior al sacrificio que garantiza la custodia de frío, entre otras exigencias que ha impuesto el ente encargado.
“En Colombia había más mataderos que municipios los cuales no cumplían con mínimas normas de inocuidad y de sanidad, ni disponían de técnicas de sacrificio y muchos se realizaban en planchones. Además infligían un daño ambiental grave toda vez que los residuos propios del beneficio animal (excretas, sangre) iban a parar a los ríos”. ¿Es acaso a este lugar hacia donde nos queremos regresar?
Los casos de corrupción eran preocupantes por los ingresos que provenían del sacrificio.
La demanda de ganado en pie para exportar es alta y la inflación de suministros como transporte, medicinas, vacunas, herbicidas, abonos y concentrados se salió de madre y es la explicación de los precios altos en el mundo entero. Este no es un problema local. El precio lo determina el mercado internacional. Entre la pandemia y la guerra, el precio del pecado puede haber subido muy cerquita al cien por ciento...
Para los conocedores del mercado, echar para atrás las medidas sanitarias del Invima, como dijo el presidente, es devolvernos treinta años.
¿Pecado comer carne? ¿Pecado no comerla? Pecado es llevar a Colombia al matadero. ¡Eso sí sería un pecado!
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