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El Ejército colombiano acaba con Iván Mordisco, uno de los principales cabecillas de las disidencias de las FARC

El ministro de Defensa anunció la muerte durante un bombardeo de quien se había convertido en uno de los criminales más temidos del país

Juan Diego Quesada
Iván Mordisco
La gorra de Iván Mordisco tras su muerte. A la derecha, foto de archivo del cabecilla de las disidencias de las FARC.Ministerio de Defensa de Colombia

El proceso de desintegración de las disidencias de las FARC, los guerrilleros que desertaron del acuerdo de paz en Colombia y volvieron a empuñar las armas contra el Estado, se ha acelerado en las últimas semanas. El ministro de Defensa, Diego Molano, anunció este viernes que los militares y la policía han acabado con la vida de Iván Mordisco, uno de sus principales líderes. Las autoridades lo siguieron durante dos meses y al localizarlo con precisión en una zona selvática lanzaron el fin de semana pasado un bombardeo en el que murieron otros nueve combatientes, entre ellos la pareja de Mordisco. Allí se encontraron su boina y unos ordenadores de su propiedad. Su muerte se ha confirmado a través de interceptaciones en las comunicaciones de los disidentes. “Cae el último gran cabecilla de las FARC y se da la estocada final a las disidencias”, afirmó Molano.

La muerte de Mordisco se suma a la situación incierta en la que se encuentra Iván Márquez, uno de los negociadores con el Gobierno en La Habana que en 2019 desconfió del proceso de paz y regresó a las armas con un puñado de hombres. Hace dos semanas, resultó herido en un ataque que se produjo, según fuentes de seguridad, por una trampa que le tendió el propio Mordisco. Las distintas facciones de disidentes son, a la vez, enemigas entre sí. Se especuló con la muerte de Márquez durante días, pero el ministro informó el jueves que se encuentra malherido en un hospital de Caracas. La relación del Gobierno de Nicolás Maduro con los combatientes es una fuente de tensión constante con Colombia.

Ninguno de los grupos disidentes ha logrado aglutinar a todos los excombatientes de las FARC bajo una estructura. Dispersos, sin rumbo claro, sin capacidad militar ni entusiasmo social, los combatientes malviven en pequeñas células que operan en la clandestinidad. La sociedad los percibe como un anacronismo, una rémora que pervive tras la guerra interior que ha librado el país durante medio siglo. Las disidencias están más centradas ahora en la criminalidad y el narcotráfico que en una verdadera lucha política. La percepción general es que son hombres que no han leído bien su tiempo y continúan aferrados a una lucha armada que ha perdido todo el sentido.

El jefe de la policía, el general Vargas, cuenta que han sido meses de investigación hasta localizar a Mordisco, que tomó el control del grupo tras la muerte de Gentil Duarte, un señor de la guerra que sobrevivió décadas luchando en el monte. Duarte era el jefe militar más poderoso de todos. Vargas dijo que Mordisco se movía con cuatro escoltas que murieron en el mismo ataque, en San Vicente del Caguán, y que entre los muertos también se encuentra Lorena, su pareja sentimental. El cadáver de Mordisco, de todos modos, no ha sido localizado. Los agentes interceptaron un mensaje de las disidencias en las que se aseguraba que el jefe estaba muerto y que ya descansaba en paz.

A diferencia de Márquez, Mordisco nunca creyó en el diálogo con el Gobierno. Ha hecho la guerra hasta sus últimas consecuencias. Durante 30 años ha batallado en el sur del país, en las regiones de Caquetá, Guaviare, Meta, Vichada y el Putumayo. Su verdadero nombre era Nestor Gregorio Vera Fernández. De acuerdo a Insight Crime, entró a las FARC como guerrillero raso pero ascendió rápidamente como francotirador y explosivista. En 2008, lideró uno de los frentes. Más tarde se ocupó del reclutamiento forzado y de proteger cultivos de coca, una de las principales fuentes de financiación de la guerrilla.

Hasta 2016 acató las órdenes de su superior, en ese momento Timochenko, quien consideraba que la vía armada estaba agotada y era el momento de entrar en política. Eso llevó a que 13.000 combatientes bajaran de las montañas y Colombia estrenara una nueva era de paz. No para gente como Mordisco. Él se sublevó y escribió una carta en la que animaba a otros combatientes a no rendirse y seguir en la pelea. En los siguientes años se convirtió en un criminal temido por las poblaciones que trataba de someter. Solo creyó en la violencia como forma de vida y así ha muerto a la mediana edad.

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Sobre la firma

Juan Diego Quesada
Es el corresponsal de Colombia, Venezuela y la región andina. Fue miembro fundador de EL PAÍS América en 2013, en la sede de México. Después pasó por la sección de Internacional, donde fue enviado especial a Irak, Filipinas y los Balcanes. Más tarde escribió reportajes en Madrid, ciudad desde la que cubrió la pandemia de covid-19.

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