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Las carreteras de Colombia, entre las más lentas del mundo por la corrupción y las construcciones de mala calidad

Un estudio del FMI muestra que se necesitan siete horas para recorrer 300 kilómetros, el doble que en otros países

En rojo y salmón los países con las peores carreteras. Los círculos marcan la velocidad media (km/h).
En rojo y salmón los países con las peores carreteras. Los círculos marcan la velocidad media (km/h).IMF
Diana López Zuleta

Mientras en Colombia un viaje de 300 kilómetros por carretera tarda alrededor de siete horas, en España ese mismo recorrido tomaría menos de la mitad. La última medición del Fondo Monetario Internacional (FMI) muestra dónde están las carreteras más rápidas y lentas del mundo. Estas últimas están en los países más pobres como, por ejemplo, Colombia, Bolivia y Ecuador. Las más rápidas están, entre otros, en Estados Unidos, Canadá, Australia y Francia.

El FMI utiliza Google Maps para precisar el tiempo promedio entre grandes ciudades: los países con las carreteras más rápidas pueden ir a una velocidad entre 91 y 110 kilómetros por hora; los más lentos van entre 30 y 60. El estudio muestra que la calidad de las carreteras está asociada con los tiempos de viaje. Si bien aclara que su medición no incluye factores como la seguridad vial, las distintas formas de transporte como el ferrocarril o la congestión durante las horas pico, las carreteras lentas sí representan un obstáculo para el desarrollo económico de los países.

Vista aérea de autos en la carretera de la presa Ituango en Antioquia (Colombia) en junio de 2019.
Vista aérea de autos en la carretera de la presa Ituango en Antioquia (Colombia) en junio de 2019.Anadolu Agency (Getty Images)

Bogotá, la capital de Colombia, no tiene tren de alta velocidad y sus vías principales colapsan con frecuencia. La situación para el resto del país es parecida. No hay grandes autopistas como en los países desarrollados y la velocidad promedio en carreteras es de 57 kilómetros. En 2019, el Banco Interamericano de Desarrollo advertía que el país necesitaba 45.000 kilómetros más de vías para aumentar su productividad. Según datos de 2019, tenía 206.708 kilómetros.

Germán Pardo, presidente de la Sociedad Colombiana de Ingenieros —un órgano independiente y consultivo del Gobierno nacional—, señala que los principales problemas de Colombia son la falta de planeación y la corrupción. “Mientras las decisiones sean políticas, va a ser muy complicado avanzar, porque se están planeando proyectos a tres o cuatro años para poder inaugurarlos, y resulta que las megaobras de infraestructura no tienen nada que ver con plazos políticos; deben ser un plan de estado, no de gobiernos de turno”, explica a EL PAÍS.

Pardo cuenta que al plan de desarrollo vial de Colombia le quedan por lo menos diez años más y que la lentitud en la infraestructura vial influye el déficit fiscal que tiene el país. Entre las recomendaciones que le ha dado como gremio al Gobierno están un mayor control en los diseños, mejor planeación y transparencia en los procesos de contratación.

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La corrupción en la contratación de vías en Colombia es uno de los principales factores que determinan la ineficiencia e insuficiencia de las carreteras del país. Uno de los casos más sonados es el de Odebrecht, en el que el erario nacional perdió millones de dólares en la fallida construcción del proyecto Ruta del Sol, un corredor que uniría el centro del país con la costa norte. La falta de planeación en las obras de construcción ocasiona problemas viales al país, como sucedió en 2018, con el derrumbe del puente de Chirajara, en la vía que va de Bogotá a los llanos de oriente. Antes de ser inaugurado se desplomó y aún no ha sido reemplazado. La tragedia dejó nueve muertos.

Uno de los gremios más afectados por el estado de las vías es el de transporte de carga pesada. Juan Carlos Bobadilla, secretario de la Asociación Colombiana de Camioneros, advierte que, por las demoras en cada recorrido, hay mayor consumo de combustible y los conductores deben trabajar más horas, corriendo riesgos de accidentes, como sucede de forma seguida. “Colombia tiene un gran atraso en las vías principales, secundarias y terciarias. Se presentan derrumbes, lo que genera retraso en los recorridos. Los huecos en las carreteras ocasionan accidentes, las llantas se estallan”, cuenta. Además, otra preocupación es la presencia de grupos armados que detienen los vehículos para asaltar a los conductores.

Por lo general las carreteras colombianas no circunvalan los pueblos y las ciudades, lo que obliga a atravesarlos y hace más penoso el tráfico. Aunque el tránsito es más lento, los peajes están entre los más caros de Suramérica. En 2021, el Ministerio de Transporte recaudó 1.043,5 millones de dólares en los más de 160 peajes del país.

El estudio del FMI precisa que “las carreteras de alta velocidad que pueden transportar bienes a clientes en mercados lejanos aumentan la productividad, reducen la pobreza y contribuye de manera importante al desarrollo económico sostenible e inclusivo”. La falta de carreteras en las zonas rurales en Colombia, por ejemplo, complica la salida de muchos de los cultivos que siembran los campesinos.

Germán Pardo cree que otra de las causas que influye en el estado de las vías es la falta de mantenimiento y conservación. “Sale mucho más barato mantenerlas que después tener que repararlas”, apunta. El profesor de la Escuela de Administración de la Universidad del Rosario, Óscar Armando Mejía, opina lo mismo. “Deberíamos invertir, no solo en desarrollo, sino en mantenimiento preventivo: que no sea solo correctivo”, señala.

Mejía cree que la falta de planeación y la corrupción no son las únicas causantes de que las carreteras en Colombia sean pésimas: la misma biodiversidad geográfica y el cambio climático hacen que transitar en Colombia sea complejo. Las muchas cadenas montañosas dificultan la infraestructura, según dice. Otro punto que añade es la falta de otros tipos de transporte, como el fluvial y el ferroviario. “El peor error de Colombia fue perder sus vías férreas. Somos uno de los pocos países que no tiene y dejamos perder el ferrocarril. No solamente se trata de construir carreteras, sino desarrollar medios alternativos de transporte”, precisa.

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Diana López Zuleta
Periodista y escritora, autora de 'Lo que no borró el desierto' (Planeta, 2020), el libro en el que destapa quién fue el asesino de su padre. Ha sido reportera para varios medios de comunicación.

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