San Fermín lucha contra una imagen sexista de su fiesta
La inmediata detención de los cinco agresores de una joven ensalza las campañas contra las agresiones sexistas en la celebración pamplonica
“La imagen de una chica con el torso desnudo y un puñado de mastuerzos sobándole los pechos no podía ser la representación de los Sanfermines en el mundo”, dice el concejal de Seguridad Ciudadana de Pamplona, Aritz Romeo. Año tras año se suceden en esas fiestas las agresiones sexuales. Algunas de extrema gravedad, como la que se llevó la vida de la joven Nagore Lafagge en 2008. O la de la madrugada del jueves, cuando una chica fue atacada por cinco individuos, ya detenidos. Uno de ellos es guardia civil. La manifestación de repulsa fue multitudinaria.
Decenas de cámaras vigilan la plaza del Ayuntamiento de Pamplona antes, durante y después del chupinazo que cada 6 de julio inaugura con un cohete el comienzo de una de las fiestas populares y taurinas más famosas del mundo. Otros tantos aparatos registran cada tramo del recorrido del encierro, desde que se sueltan las reses hasta que entran en la plaza. Son los principales puntos de concentración de gente durante estas celebraciones dedicadas a un santo, San Fermín, que volvería a perder la cabeza —fue decapitado por predicar la doctrina cristiana allá por el año 303— si comprobase que la imagen de su fiesta es la de una joven semidenuda, a hombros de alguien y cuyos pechos son amasados por decenas de jóvenes que parecen aprovechar la confusión de la masa.
Camuflarse entre el gentío no les sirvió ya a los —al menos— cinco jóvenes que agredieron sexualmente la madrugada del pasado jueves a una mujer, acorralándola en un oscuro portal. Un repaso a las imágenes grabadas permitió, con las descripciones facilitadas por la denunciante, identificarlos a todos tan solo horas más tarde. Fueron detenidos mientras seguían su particular fiesta en el encierro matutino y ayer permanecían declarando en comisaría por orden del juez. Tres de ellos son sevillanos, entre los que se encuentra un guardia civil, que acababa de graduarse en la escuela de Baeza (Jaén) y cuyo destino era Córdoba. De momento está en el calabozo, con sus amigos, hasta que el juez de guardia les tome declaración hoy.
Una campaña antiagresiones con una larga y triste historia
La concienciación ciudadana para evitar casos de agresiones sexuales durante los Sanfermines comenzó a alcanzar mayor intensidad a raíz del asesinato de la joven de Irún Nagore Lafagge a manos de Diego Yllanes, al que había conocido esa misma noche, la del 6 de julio de 2008. El Ayuntamiento de Pamplona se personó como acusación en el proceso, que acabó con una condena de 12 años de prisión para Yllanes. La madre de la joven, Asun Casasola, se convirtió en una de las voces más respetadas para “evitar que haya más Nagores”. Colectivos como Gora Iruñea, que agrupa a las Peñas, y grupos culturales se sumaron a las campañas de concienciación y respuesta ciudadana a las agresiones sexistas. En 2014 la concejalía de Igualdad, colectivos populares y feministas comenzaron el trabajo del grupo Sanfermines en Igualdad.
El consumo de alcohol y drogas y el ambiente de desinhibición que provocan las fiestas de Pamplona es, para la técnica de Igualdad, Pilar Mayo, el factor principal de las actitudes sexistas. “Algo hace pensar que el territorio festivo se amplía al cuerpo de las mujeres”, señala. Desde 2015, el Ayuntamiento instala una caseta de información y atención contra las agresiones sexistas y reparte un díptico muy claro: “No es no, sí es sí”. La caseta también ofrece atención a las víctimas. En 2015 recibieron 5.000 consultas.
El grupo ha realizado un estudio sobre las zonas peligrosas para las mujeres —aisladas, de paso entre los barrios y el centro o rincones oscuros del casco— para incrementar la vigilancia. Durante estas fiestas, componentes del grupo recaban información, imágenes y actitudes observadas para cerrar un informe.
Concentraciones de repulsa
Pamplona se revela contra esa imagen sexista de su fiesta, una celebración que internacionalizó el periodista y escritor estadounidense Ernest Hemingway y que tiñe de rojo y blanco el inicio del estío español con miles de instantáneas de corredores esquivando las astas de los toros.
La multitudinaria manifestación de repulsa por la agresión sexual del pasado jueves por la tarde sirvió para dimensionar la concienciación de los pamploneses ante unos hechos que han calificado de “vergonzosos”, “repugnantes” e “inaceptables”. Decenas de miles de personas, encabezadas por la presidenta del Gobierno de Navarra, Uxue Barkos, y Asun Casasola, la madre de Nagore Lafagge —violada y asesinada en los Sanfermines de 2008—, levantaron los carteles en rojo que se repartían desde horas antes en las casetas de información del centro de la ciudad con el eslogan de este año: “Por unas fiestas libres de agresiones sexistas”.
Volvieron a teñir de rojo y blanco la plaza consistorial, esta vez sin chupinazo, convocados por el Ayuntamiento, la plataforma de mujeres contra la violencia sexista y la asociación Gora Iruñea.
Son esos colectivos feministas los que están detrás de la política de “tolerancia cero” ante las agresiones sexuales que se ha implantado en la capital navarra. “Comenzaron antes de la muerte de Nagore”, afirma el concejal de Seguridad Ciudadana, Aritz Romeo. “Y ha sido con el cambio de gobierno del año pasado [desde 2015 gobierna EH Bildu con Joseba Asirón] cuando el Ayuntamiento se ha sumado de lleno a sus campañas”.
Un total de 3.500 agentes, entre policías municipales, forales y nacionales, conforman el operativo especial de estas fiestas. La población de Pamplona, de unos 200.000 habitantes, se multiplica por cinco en el fin de semana fuerte de esta fiesta, cuando en la ciudad puede llegar a haber hasta un millón de personas, según las previsiones oficiales.
Las imágenes de las cámaras se reproducen en tiempo real en dependencias policiales. Guiados por radio, varios policías de paisano han evitado ya en estos días que se repita esa imagen contra la que lucha San Fermín.
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