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Previsiones malas, gastos desorbitados

En la visita del Papa a Valencia, se compraron unos 7.000 urinarios portátiles por 2,65 millones

José María Izquierdo

¿Qué era el dinero cuando el mundo iba a conocer la nueva Valencia de Camps y el cargo de cardenal estaba a punto de caer? Para organizar aquel viaje de julio de 2006 como se merecía tan ilustre visitante, en coincidencia con el V Encuentro Mundial de las Familias, se había constituido la Fundación que ya hemos citado. Al mando se situaron el arzobispo Agustín García Gasco, un connotado enemigo, ya fallecido, del gobierno de Zapatero, que al año siguiente sería nombrado cardenal por Benedicto XVI, y Juan Cotino, seguro que guiado por su indeclinable fe —es miembro del Opus Dei— que no por las obligaciones de su cargo de entonces, dado que ocupaba la Consejería de Agricultura. Que nada falte, por Dios. Presupuesto inicial: 22 millones de euros. Unas cuentas complicadas porque hace apenas unos meses que la Generalitat tuvo que ingresar dos millones para las deudas que aún mantiene, ocho años después, la Fundación. Ese era el caldo de cultivo en el que se movía la trama Gürtel en Valencia.

Sería quizá el amor al Pontífice quien cegara el entendimiento de los promotores, pero sus previsiones quedaron muy alejadas de la realidad. Manejaban un número de visitantes cercano a los dos millones, pero apenas si se alcanzaron los 200.000. El resto vino por añadidura. La Fundación contrató con Acciona cerca de 7.000 urinarios portátiles por 2,65 millones de euros. Miles de ellos ni se llegaron a utilizar. Mucho mingitorio parece, sobre todo cuando en las Fallas, como contaba la delegación de Valencia de EL PAÍS, se suelen instalar entre 200 y 300 para una asistencia de un millón de visitantes. Más gastos: medio millón de mochilas, encargadas a Cronosport S. L. por 3,46 millones de euros. Todavía se ven por la ciudad los restos de 200.000 mochilas que se quedaron sin piadosa espalda portadora. Porque nada vamos a decir del contrato para la confección de 900 casullas y 500 mitras para las autoridades religiosas —84.500 euros más IVA— ni de los 6.055 euros que costó el regalo para el papa: una réplica del Santo Cáliz en plata dorada.

Ganó mucho El Bigotes, pero dejó escapar otras muchas comisiones.

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