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Pequeños gestos para facilitar la vida

El régimen poco a poco favorece la apertura económica con medidas como la libre compraventa de coches y casas y la eliminación del permiso para viajar

Un par de cubanos observan un lote de autos usados en venta.
Un par de cubanos observan un lote de autos usados en venta. ADALBERTO ROQUE (AFP)

Comprar y vender vehículos, a precios más altos pero libremente. Viajar fuera de la isla hasta por dos años, sin perder los beneficios de la ciudadanía. Trabajar por cuenta propia, solo en las actividades permitidas por el Estado. Eliminar paulatinamente la dualidad monetaria entre el peso cubano y el peso convertible. Aunque lentas y parciales, las reformas al sistema económico y social de la revolución, aprobadas por el Gobierno de La Habana durante el último lustro, han ido modificando por cuentagotas la vida cotidiana de los cubanos. La tímida apertura económica que hoy luce imparable ha sido acompañada, sin embargo, por el endurecimiento del cerco a las libertades políticas de quienes protestan contra lo que no funciona y no termina de cambiar.

Cuando amanezca este 3 de enero en La Habana, los cubanos y extranjeros residentes en la isla podrán comprar al Estado vehículos nuevos o usados sin más obstáculos que los que imponga su propio bolsillo. De acuerdo al decreto publicado el pasado 31 de diciembre, este viernes entrará en vigor la flexibilización de las normas para la importación y comercialización de vehículos por parte de los ciudadanos anunciadas hace dos semanas por el Consejo de Ministros que, entre otros cambios, establece la liberación de “la venta minorista de motos, autos, paneles, camionetas y microbuses, nuevos y de segunda mano, para las personas naturales cubanas y extranjeras residentes en el país, así como para las personas jurídicas extranjeras y el cuerpo diplomático”, después de más de 50 años de controles. Con la suma de impuestos y gastos operativos, el precio de los coches vendidos por el Estado aumentará hasta un 50% y serán semejantes a los establecidos para la compra-venta entre particulares, que fue autorizada en 2011.

El Gobierno de La Habana llegó a esta decisión al reconocer que los controles vigentes eran “inadecuados y obsoletos” y, como tantos otros, fomentaban la corrupción y especulación y el enriquecimiento en los mercados paralelos.

Se trata de la más reciente de una serie de reformas enunciadas en los Lineamientos de la Política Social y Económica aprobados por el Partido Comunista de Cuba en abril de 2011, y desarrolladas en los dos años siguientes por la administración de Raúl Castro. Entre ellas se cuentan la flexibilización de la política migratoria —cambios que están vigentes desde enero de 2013— que permite a los cubanos viajar al extranjero con solo su pasaporte; la eliminación gradual de la libreta de racionamiento y de la dualidad monetaria entre el peso cubano y el peso convertible, equivalente al dólar; y la autorización del trabajo “por cuenta propia”, mediante las aparcerías para el trabajo agropecuario y el establecimiento de cooperativas de servicios con posibilidad de contratar empleados y acceder a microcréditos, en las categorías laborales pautadas por el Estado.

A finales de 2013, el Gobierno ofreció las primeras cifras que han resultado de estas políticas. Así, por ejemplo, las autoridades migratorias de la isla informaron que unas 250.000 personas han viajado fuera de Cuba en el último año, especialmente hacia Estados Unidos, México y España, y la mayoría de ellos ha regresado, sin que se produjera la masiva fuga de cerebros que se temía. Mientras tanto, los trabajadores por cuenta propia ya suman 444.109, desde que comenzaron a operar las primeras iniciativas privadas en 2010. La meta del Gobierno, que esperaba eliminar un millón y medio de empleos públicos con la idea de traspasar esta fuerza de trabajo al sector privado, aún está lejos de cumplirse. En esta isla de poco más de 11 millones de habitantes, la tasa oficial de desempleo es de 3,5%.

Mientras tanto, el Gobierno sigue sin anunciar un cronograma concreto para la eliminación paulatina del sistema de dos monedas, vigente en la isla desde 1994 y anunciado oficialmente en octubre de 2013. Desde que fue establecido este sistema, los cubanos cobran sus salarios y pagan productos y servicios básicos en pesos cubanos (CUP), mientras que los productos importados y servicios como el turismo son calculados con base en el peso convertible (CUC), que equivale a un dólar o a 25 pesos cubanos. La diferencia de precios entre los bienes y servicios valorados en CUC en el mercado paralelo y los subsidiados por el Estados es abismal, y el trabajador cubano promedio gana unos 500 pesos al menos, equivalentes a 20 dólares. De acuerdo a lo informado hasta ahora por el Consejo de Ministros, la unificación cambiaria no afectará a los ahorristas de los bancos cubanos ni afectará a los subsidios a minoristas y a personas naturales.

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