_
_
_
_
Tentaciones

¿En qué se ha convertido el Orgullo Gay? Las voces más influyentes del movimiento nos lo cuentan

El World Pride de Madrid llega con tres millones de visitantes, trescientos millones de euros y muchas preguntas. El artista Farrán de Mora, el director Juan Flahn o el empresario Kike Sarasola nos dan su opinión

"Será como cuando vino el Papa, un verdadero hervidero de seres humanos vagando por la ciudad... Pero esta vez, en vez de fanáticos católicos serán gays de todo el Mundo con ganas de diversión". David Farrán de Mora, conocido artista y periodista de tendencias, se muestra escéptico de cara al World Pride que se celebra en Madrid del 23 de junio al 2 de julio. "Espero que se extremen las medidas de seguridad pues toda esa gente necesita estar protegida. La homofobia está muy viva y el World Pride se hace para que muera". Y es que sí, que este no va a ser un Orgullo Gay más se desliza de cualquier conversación con los sectores que rodean a este movimiento.

"Las expectativas son enormes, se van a triplicar las cifras", apuesta Alfonso Llopart, miembro de la Junta Directiva de AEGAL (Asociación de Empresas y Profesionales para Gays y Lesbianas de la Comunidad de Madrid): "Este año va a ser su consagración como uno de los referentes en el Mundo. Más de tres millones de asistentes", completa Juan Carlos Alonso, coordinador general del MADO, entidad organizadora de este Orgullo Mundial: "En cuanto a ingresos, si los últimos Orgullos rondaron los 110 millones, aquí esperamos unos 300 millones de euros. No hay celebración que concentre tal número de gente y de procedencia tan variada. Ya es la gran fiesta de la ciudad de Madrid". Una euforia que comparten empresarios de la talla de Kike Sarasola, Presidente y Fundador de Room Mate Hoteles: "Este World Pride es la consecución de muchos años y muchas reivindicaciones logradas. Me enorgullece que se haya convertido en la fiesta más divertida y popular de la ciudad. Todo el mundo es bienvenido, es la celebración de todos los madrileños reivindicando la libertad y la diversidad".

Sarasola: "Hay hueco para todo, diversión, ocio y sobre todo reivindicaciones. Aún hay temas por lo que debemos seguir luchando"

Reivindicaciones, libertad, diversidad... Palabras asociadas al Orgullo desde que en los primeros 80 la comunidad LGTB adoptó como centro un barrio deprimido como Chueca, y sobre todo, desde que las primeras carrozas tomaron la Gran Vía en 1997. ¿Ha cambiado el espíritu en estos veinte años? ¿Estamos ante un Orgullo más lúdico y menos reivindicativo? "Más allá de la bandera gay ondeando en el Palacio de Cibeles, no creo que haya gran diferencia", opina Farrán de Mora, "la derecha, aunque profundamente hipócrita en cuanto a cuestiones gays, era consciente que el Pride es un negocio". Una opinión que choca frontalmente con la postura institucional de Alonso: "Se celebra una conferencia mundial de Derechos Humanos, con ponentes y activistas de todo el Mundo. Tres días en los que se firmará un documento, la Declaración de Madrid, para el Futuro"... y con la visión empresarial de Sarasola: "Hay hueco para todo: diversión, ocio y sobre todo reivindicaciones. Aún hay temas por lo que debemos seguir luchando". Unos temas para los que ahora tienen al mejor aliado posible en el cercano Palacio de Cibeles: "El World Pride se gana en 2012. Entonces había el apoyo de todos los grupos, pero la grandísima diferencia es que entonces había un apoyo tímido, y en 2015 es un compañero de viaje", reconoce Juan Carlos Alonso: "El apoyo económico es fuerte, de 900.000 euros, pero también participan. ¡La Alcaldesa es la más gay de todos nosotros!"

Orgullo y gentrificación

Para todo aquel que ha crecido en Madrid, Chueca no era el mejor lugar para pasear antes de convertirse en lo que es hoy pero, ¿qué es hoy? ¿Un barrio cada vez menos gay y cada vez más turístico? ¿Un escaparate del Madrid del futuro? "Me encantaría que Chueca fuera un paraíso de pisos reformados, jóvenes, luminosos, minimalistas, de calles limpias...", soñaba el personaje de Pablo Puyol en Chuecatown (2007), un agente inmobiliario capaz de asesinar ancianas para cambiar el paisaje del barrio de Chueca. Un futuro distópico en clave de comedia que, diez años más tarde, ha derivado en un presente gentrificado. "La peli se ha convertido en cierta forma en premonitoria. El alquiler de pisos por temporadas ha convertido el centro de las ciudades en parques temáticos para turistas", denuncia Juan Flahn, director de la película, personaje muy conocido del ambiente gay madrileño y vecino del barrio. "Los residentes estamos cada vez más arrinconados. Chueca poco a poco ha perdido su carácter identitario y se ha uniformizado con otras zonas de Madrid, convirtiéndose en una simple zona comercial para familias". Un paseo por sus calles es la mejor evidencia: franquicias de ropa más o menos low cost, cafeterías decoradas con palés y ladrillo visto, restaurantes con cartas prácticamente clonadas... "Chueca fue ghetto en los 80, como lo fueron el Castro de San Francisco, o el West Village neoyorquino en los 70", recuerda Farrán de Mora, "ahora los ricos compran pisos para explotarlos y sangrarlos de cara al dinero rosa internacional, que lo ven un paraíso y pagan lo que sea para estar allí. De hecho se están cerrando locales míticos de aquellas épocas pues no pueden pagar los astronómicos alquileres". En efecto, antros entrañables como Mito's, The Eagle, Odarko, o más recientemente el longevo Black&White, han bajado sus persianas en pos de negocios más turísticos y diurnos, mientras otros como la emblemática librería Berkana han tenido que pedir ayuda para sobrevivir: "Decisiones como cerrar el Mercado de San Antón y convertirlo en una especie de mercado de delicatessen han contribuido a uniformizar el barrio y convertirlo en una parada de fin de semana para familias con carricoche y turistas extranjeros", opina Juan Flahn: "Supongo que para la forma de pensar de determinados gobernantes la forma de vida gay no es aceptable y es mejor enterrarla bajo avalanchas de familias heteropatriarcales. Esto sería el argumento para Chuecatown 2 (risas)".

Una visión muy extendida entre los vecinos y habituales del barrio, pero que también tiene sus matices. "La desaparición de locales emblemáticos de Chueca no tiene nada que ver con la gentrificación. Lo que pasa es que ahora no es necesario quedar en locales para ser libre. No ha cambiado Chueca, han cambiado los hábitos de consumo", asegura Llopart, una de las voces LGTB más reconocidas desde su tribuna de Shangay. "Es muy triste que locales míticos hayan desaparecido, pero hay que ver el lado positivo, han abierto otros y el barrio sigue lleno de vida, alegría y distintas ofertas para todo el mundo", reflexiona Kike Sarasola desde la visión periférica de la terraza de su hotel Oscar, en pleno epicentro del Pride. "Es una Chueca diversa, familiar, multicultural. Es una Chueca que ama la libertad. Y es una Chueca que va a enamorar siempre a quien viene a conocerla".

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_