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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Pulso Ciudadanos-PP

Empieza a quedar claro que el socio grande no acepta condiciones del chico

Una intervención de Albert Rivera en el Congreso de los Diputados.
Una intervención de Albert Rivera en el Congreso de los Diputados. J. Villanueva

El forcejeo político en torno a la imputación judicial del presidente de Murcia, Pedro Antonio Sánchez, pone de relieve los problemas que atraviesa el pacto general entre Ciudadanos y el Partido Popular, que coadyuvó a la investidura de Mariano Rajoy como jefe del Gobierno. Ese pacto contenía una serie de medidas de regeneración democrática cuya aplicación se ha difuminado hasta desembocar en un conflicto abierto en la región de Murcia.

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El presidente de esta comunidad, Pedro Antonio Sánchez, se resiste a dimitir pese a estar imputado en el llamado caso Auditorio, lo cual es justamente la condición pactada entre el PP y Ciudadanos para que el cargo público se aparte del cargo. El PP sostiene que ninguno de los presuntos delitos por los que tiene que declarar tienen que ver con la corrupción, que se trata de simples problemas “administrativos” y que la renuncia solo se producirá si se decreta la apertura de juicio oral —que es una fase posterior a la imputación—, interpretaciones que no coinciden con las de Ciudadanos.

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No hay duda de que el pulso va más allá de un problema regional. El partido dirigido por Albert Rivera ha hecho de la regeneración de la vida pública una de sus principales señas de identidad, mientras el Partido Popular, teóricamente su mejor aliado, se resiste todo lo que puede a aceptar esa línea. Permitir que el socio más grande le condicione o le marque lo que tiene que hacer puede pasarle una factura política decisiva a Rivera, quien ya tuvo problemas para explicar su apoyo final a la reelección de Rajoy. Por eso plantea un pulso público: todavía demasiado prudente, pero con la intención de fondo de que este asunto pase a primer plano. Forma parte de esa estrategia la presentación en el Congreso de la nueva propuesta de Ciudadanos para proteger a los denunciantes de casos de corrupción y para extender a los partidos políticos, los sindicatos y las organizaciones empresariales la responsabilidad civil subsidiaria por los delitos que cometan personas vinculadas a ellas, cuya tramitación fue aprobada ayer en el pleno.

Ciudadanos cometió un error al negarse de entrada a participar en los Gobiernos donde sus votos eran necesarios para completar las mayorías relativas alcanzadas en cada ámbito. Se negocia y vigila mucho mejor sentados a la mesa de reuniones de los diferentes Ejecutivos que quedándose a la puerta. Parte de sus problemas vienen de ahí, aunque haya corregido ese objetivo para 2019, buscando mejores resultados electorales que los de 2015 y 2016.

Pero el PP tiene que responder a lo pactado de un modo más leal que el despreciativo modo utilizado ayer por su portavoz parlamentario, Rafael Hernando, quien solo ve en la actitud de Ciudadanos un intento de dar “vueltas de tuerca para tener un titular”. Los pactos hay que cumplirlos. Es verdad que hay otro problema de fondo: Ciudadanos se va a encontrar con que no hay dinero para las cosas que quiere hacer. Si el partido de Albert Rivera no consigue avanzar en la regeneración ni tampoco en medidas económicas estrella, el valor de su pacto quedará muy expuesto y en entredicho.

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