Coches e ideologías
No sería sorprendente que la mayoría de votantes que apoyan al Ayuntamiento usasen más el transporte público que el resto
No tengo carné de conducir ni planes inmediatos de sacármelo, así que quizás por eso la medida del Ayuntamiento de Madrid (o de cualquier otra ciudad) de limitar el tráfico rodado ante picos de contaminación me parece bien. Entiendo que si fuese un madrileño que necesita el coche para trabajar mi posición sería distinta, pues la ordenanza tendría un coste inmediato y palpable para mí. De eso va la política, ¿no? Con cada decisión encaminada a resolver un conflicto unos ganan y otros pierden.
Por eso resulta divertida la insistencia de la oposición en el carácter ideológico de la medida. Pues claro que lo tiene. Como lo tendría no hacer nada al respecto. Una ideología no es sino un relato que estructura intereses, seleccionando algunos que pueden aunar a un colectivo determinado dejando otros de lado. Cuando un político acusa a otro de ideólogo normalmente implica que su relato es intrínsecamente superior. Es una aspiración natural: uno siempre quiere mostrar el interés propio como general.
Pero la mera existencia de una democracia plural debería desenmascarar cualquier pretensión de objetivismo. Es cierto que las muertes por contaminación superan los seis millones al año en el mundo (OMS), como lo es que la prohibición tiene un coste inmediato y cuantificable para las arcas públicas y muchos bolsillos privados. La política consiste también en contraponer una evidencia a otra, y decidir en un punto determinado entre ambos extremos.
No sería sorprendente que la mayoría de votantes que apoyan al Ayuntamiento usasen más el transporte público (Carmena ganó en barrios céntricos y del sur con menor poder adquisitivo) que el resto. Como tampoco lo sería que, al ser más jóvenes, la preocupación por los impactos futuros de la contaminación fuese mayor. Si los propietarios de vehículos de mediana edad, vecinos de zonas periféricas, hubiesen formado una coalición ganadora, la ordenanza en cuestión podría haber sido revocada. Pero no fue así. Esa es la magia de la política en democracia: el poder que nos da para escoger entre ideologías negociadas. O, lo que es lo mismo, buscar soluciones. @jorgegalindo
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