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CLAVES
Columna
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Espejismos de igualdad

En España, que tus padres hayan ido a la universidad duplica las probabilidades de que tú lo hagas

Jorge Galindo
Alumnos del colegio Santa Catalina, en Aranda de Duero (Burgos).
Alumnos del colegio Santa Catalina, en Aranda de Duero (Burgos).Samuel Sánchez

A los adalides de la igualdad de oportunidades les suele importar que todos partamos del mismo punto para que la competencia futura ofrezca sus frutos a quien se los gane. Posiblemente, se darán por satisfechos con saber que, según los resultados de PISA que conocimos esta semana, un 88% de la variación en desempeño académico en ciencia entre los alumnos españoles se da dentro de las mismas escuelas. Sólo un 12% depende de haber asistido a un centro o a otro. Esto indica que el colegio al que un niño pueda acceder sólo determina una pequeña parte de su nivel. Pero el dato tiene bastante de espejismo.

Para conjurarlo puedo incluso acudir a mis propios recuerdos, que encajan bien con los datos. En mi instituto la varianza entre mis compañeros era considerable, en la línea de la cifra de PISA, lo cual implicaba que al final de la ESO una parte sustancial dejaba los estudios, con graduado o sin él. La cosa quedó rondando la media nacional de abandono escolar (30% en 2001). Sucedía lo mismo en los centros de otros amigos y conocidos. Eran años de creación de empleo, y el coste de oportunidad de seguir estudiando era igual al salario que uno podía obtener.

Para un extremista de la igualdad de oportunidades, quien deja la escuela para trabajar escoge su camino y debe asumir las consecuencias. Pero claro, por regla general quien se marcha al mercado laboral lo hace porque ese salario (más probable antes que ahora, pero más necesario ahora que antes) significa más en su casa que en las de quienes se quedan en las aulas. En España, que tus padres hayan ido a la universidad duplica las probabilidades de que tú lo hagas. No tanto por el ejemplo familiar como por la disponibilidad de un colchón económico en el que recostarse mientras se estudia.

Ni el esfuerzo ni la aparente homogeneidad entre centros puede romper la reproducción de la desigualdad de padres a hijos. Quienes defienden la igualdad de oportunidades deben asumir que sólo puede ser completa si se reparten los frutos de la competencia. ¿Cómo? Quizás más y mejores becas asociadas a renta, más que a mérito, sea un buen punto de partida. @jorgegalindo

Sobre la firma

Jorge Galindo
Es analista colaborador en EL PAÍS, doctor en sociología por la Universidad de Ginebra con un doble master en Políticas Públicas por la Central European University y la Erasmus University de Rotterdam. Es coautor de los libros ‘El muro invisible’ (2017) y ‘La urna rota’ (2014), y forma parte de EsadeEcPol (Esade Center for Economic Policy).

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