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red de expertos
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Diplomacia preventiva frente a las crisis en el Mediterráneo

Somos sociedades de conocimiento que necesitan revindicar su capacidad de superar, encauzar y prevenir los conflictos, para hacer que los pueblos de Algeciras a Estambul vivan en concordia

LUSMORE DAUDA

El mundo está cambiando deprisa en el siglo XXI y no siempre para mejor. En este momento, 125 millones de personas necesitan asistencia humanitaria y el número de personas desplazadas va en aumento, especialmente en el interior de África y tratando de salir de Siria y Afganistán. La mayoría de los conflictos, como nunca antes, se prolongan en el tiempo sin que se vislumbren las soluciones políticas de los acuerdos de paz.

Esta situación es insostenible. No es materialmente posible, ni tampoco políticamente inteligente, continuar trabajando de la misma manera. No hay presupuestos en el mundo capaces de absorber esta demanda, ni de ofrecer la asistencia necesaria. Adormecer el problema con más dinero no va a funcionar. Es necesario un cambio de estrategia y pasar de la provisión de ayuda a la reducción de necesidades. Cada euro de prevención ahorra siete de reconstrucción.

Esta fue una de las conclusiones de la reciente Cumbre Mundial Humanitaria de la ONU en Estambul, reforzada también en la Conferencia Internacional sobre Diplomacia Preventiva organizada posteriormente por el Ministerio de Asuntos Exteriores y Cooperación de España en Alicante. La gente huye de algo, y ese algo es lo que hay que arreglar mientras ayudamos a los que huyen de sus países.

Es necesario un cambio de estrategia y pasar de la provisión de ayuda a la reducción de necesidades. Cada euro de prevención ahorra siete de reconstrucción

En las Naciones Unidas, y en particular en su brazo de reconstrucción, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), no tenemos dudas de que la prevención de los conflictos y de la violencia requiere de acciones tempranas y esencialmente locales. Hemos aprendido que la ausencia de inclusión y de buen gobierno es un detonante directo de la violencia y el conflicto. Las migraciones, el extremismo violento y la inestabilidad política tienen causas comunes: la falta de oportunidad, la falta de libertad, y la desesperanza; creer que no hay futuro, y por ello abrazar un presente de alto riesgo.

La hoja de ruta para la prevención debe incluir tres medidas urgentes: fomentar sistemas políticos democráticos con buen gobierno, abrir la economía a los jóvenes y a las mujeres, y generar inclusión. Incluir a los jóvenes en la vida política y social y darles oportunidades de ingresar al mercado de trabajo es fundamental en estos tiempos críticos. El extremismo violento se muestra atractivo para jóvenes sin oportunidades y ese es el caldo de cultivo en el que los radicales reclutan a sus sicarios. En los países de la cuenca mediterránea, el sentimiento de exclusión contribuye a la radicalización. Pero no tiene por qué ser así. Los jóvenes han demostrado en muchas ocasiones ser agentes de cambio en sus comunidades y en sus países.

La exclusión de las mujeres es otro aspecto fundamental de un presente sin futuro. En varios países de la cuenca mediterránea todavía hay leyes que limitan la plena participación de las mujeres en la vida política mientras no hay más que ventajas asociadas a su presencia en las instituciones públicas: mayor igualdad de género, reducción de la violencia de género y de la violencia a secas, construcción de una sociedad más cohesionada y pacífica. Más mujeres en los parlamentos y gobiernos locales y nacionales quiere decir más niñas en las escuelas, mejor salud materno-infantil, más chicas en la universidad y más mujeres en el mercado laboral.

Junto con la construcción de sistemas políticos y economías inclusivas, el buen gobierno es el tercer elemento clave. Es preciso construir Estados que provean servicios de calidad para toda su ciudadanía. La transparencia en los asuntos públicos, el fortalecimiento de la administración, los gobiernos municipales eficaces, así como la reforma de las instituciones de justicia y de la policía, son requisitos para la construcción de sociedades y Estados en los cuales sus ciudadanos depositen su confianza. Por primera vez, los temas de la gobernanza forman parte de la Agenda 2030 de Desarrollo Sostenible, aprobada por la Asamblea General de las Naciones Unidas. El Objetivo 16 de la Agenda propone construir sociedades pacíficas y justas e instituciones fuertes. Es una agenda universal, porque abarca y compromete a todos. Universal, porque lo son los principios y los derechos que proclama. Y universal, porque aspira a no dejar a nadie atrás. Tan universal como el Mediterráneo.

Nuestra cuenca es posiblemente la cuna universal de la diplomacia preventiva, pero también ha vivido innumerables conflictos. Necesita de esta Agenda 2030 para forjar un futuro mejor. Invertir y renovar esfuerzos en diplomacia preventiva es conectar con nuestro mejor pasado: el de la cultura, el comercio, la navegación, la política, la civilización y la ilustración. Somos sociedades de conocimiento que necesitan revindicar su capacidad de superar, encauzar y prevenir los conflictos, para hacer que los pueblos de Algeciras a Estambul vivan en concordia e irradien paz a sus vecinos.

Magdy Martínez-Solimán, subsecretario general de la ONU, Administrador Adjunto del PNUD y Director Buró de Políticas y Apoyo al Programa.

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